Saludos, guerreros de #Hive y compañeros de lucha en #SWC. Hoy les traigo una historia que comenzó con desánimo, pero terminó en victoria. El día comenzó tranquilo, sin ningún evento especial que lo diferenciara de otros. Cumplí con mis responsabilidades diarias, todo en calma, y parecía que iba a ser una jornada común. Pero la verdadera prueba llegó cuando fue el momento del entrenamiento. Tengo mi rutina bien definida: entreno de lunes a viernes con diferentes niveles de intensidad, y hoy, siendo jueves, tocaba entrenar en casa. Sin embargo, algo estaba fuera de lugar. Lo que menos quería hacer era entrenar. No había una razón específica, simplemente no tenía ganas. El pensamiento de saltarme el entrenamiento me rondaba la cabeza, pero rápidamente lo alejé. La disciplina es más fuerte que cualquier excusa pasajera, y decidí que no podía dejar que una falta de motivación me detuviera. Con esa mentalidad, me preparé y comencé el entrenamiento. Y lo curioso fue que, a medida que avanzaba, empecé a disfrutarlo. La energía empezó a fluir, y de repente, estaba dándolo todo, más de lo que hubiera imaginado al principio. Incluso conseguí hacer un Hefesto, algo que no esperaba lograr hoy, pero ahí estaba, alcanzando una nueva marca en mi progreso. Al final, lo que empezó con desgana terminó siendo uno de los entrenamientos más satisfactorios que he tenido. Una vez más, quedó demostrado que la verdadera clave está en la disciplina, y no en la motivación del momento. Saltar al campo de batalla, incluso cuando no se quiere, puede llevarnos a victorias que no esperábamos. Así terminó mi entrenamiento, con una sonrisa en el rostro y la satisfacción de haber aprovechado al máximo el día. Aquí les dejo el video, ¡espero que lo disfruten tanto como yo disfruté entrenando!