At that instant, Lucy's eyes, which were on the verge of tears, thinking that Sebastian had summoned her to that café and had taken her on board, looked at her watch for the umpteenth time:

"He's just like the others",_ thought Lucy disappointedly, _"I don't know why I thought he was different from the others. I must be used to it by now,” she sighed, feeling a bitter taste in her throat and a pain in her chest, as she searched in her wallet for the money to pay. Suddenly, a young man sat down in front of her and said in a breathy voice:

"Excuse me, Lucy, for keeping you waiting. The car ran out of gas in the middle of the road, so I had to run here,” he said as his chest heaved as if he had run a marathon.

"I didn't want to disappoint you. I'm sorry if I did,” Sebastian said, staring into Lucy's eyes, where he found a contained cry. Lucy, in response, gave the young man a smile, the most splendid, the most sincere. Inside her, her cracked heart was still beating and the newborn disappointment was disappearing. Inside her, the other dark feelings crouched and hid, because they began to emerge, between the cracks of that fragile heart, bright lights as if it was dawning inside her.

All images are free of charge and the text is my own, translated in Deepl

Thank you for reading and commenting. Until a future reading, friends

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La fragilidad de ciertos corazones
Cuando la decepción nació en el corazón de Lucy, todos los demás sentimientos que estaban allí abrieron los ojos, temerosos, del caos que podría producir con su nacimiento:
_Ahora sí es verdad que esto se va a poner peor –dijo la tristeza que era la más antigua visitante y que conocía cada rincón del cuerpo de Lucy.
_¿Pero cómo nació? –preguntó la melancolía mirando para todos lados buscando una respuesta.
_Creo que Sebastián la engañó –expresó de manera dubitativa la culpa.
La decepción, recién nacida, solo dio unos pasos, pero ya estaba en todos los lugares:
_Disculpen, pero por dónde se llega al corazón –preguntó la decepción decidida a llegar lo más rápido posible al corazón de la chica. Los otros sentimientos se miraron entre sí y fue la tristeza quien habló:
_El corazón queda por aquel lado, pero creemos que no es el momento de que entres a él.
_¿Por qué? –preguntó la decepción contrariada: quería entrar rápido a aquel corazón y quedarse.
_ Lo lamento, pero no está en condiciones para darte alojamiento. Si entras en este instante, romperás completamente el corazón de Lucy porque por tantas cosas que ha vivido, tiene muchas fisuras, ranuras: está muy frágil. Entonces la decepción se asomó y vio un corazón con tantas grietas que parecía el delta de un río, así que prefirió aguardar un instante.
A los pocos segundos, todos los sentimientos observaron que la decepción crecía y crecía como un globo y ya no parecía una recién nacida:
_Si crece más va a ser peor porque cuando entre será como un monstruo en una tienda de antigüedades: lo romperá todo –murmuró la tristeza moviendo la cabeza sin saber qué hacer.
_La hubiésemos dejado que entrara cuando estaba pequeñita, pero ahora con ese tamaño, tiene un poder de destrucción incalculable -expresó la nostalgia que también tenía rato en la vida de Lucy.
_¡Vamos a confiar! Tal vez no vino para quedarse –volvió a intervenir la tristeza que sabía de oscuridades.
_Sabemos que si la decepción entra, no habrá nadie ni nada que la saque. Todos sabemos que la mayoría de los que estamos aquí, aparecimos un día y ya más nunca nos fuimos y hasta somos los culpables de que el corazón de Lucy sea más frágil que un jarrón de vidrio –señaló la culpa, siempre tan honesta. La decepción, ajena al parloteo de los otros, expresó decidida:
_Disculpen, pero voy a entrar. He esperado lo suficiente. Y si el corazón se rompe, lo lamento, pero no es mi culpa: como una vieja casa, está sentido, maltratado por otros sentimientos que se han alojado en él. Así que con permiso –dijo la decepción abriéndose camino con un peso descomunal que se multiplicaba con los segundos.
En ese instante, los ojos de Lucy que estaban a punto del llanto, al pensar que Sebastián la había citado en aquel café y la había embarcado, miró el reloj por enésima vez:
_Es igual a los otros –pensó Lucy decepcionada- No sé por qué pensé que era diferente a los otros. Debo ya estar acostumbrada –suspiró sintiendo un sabor amargo en la garganta y un dolor en el pecho, mientras buscaba en su cartera el dinero para pagar. De repente, un joven se sentó frente a ella y dijo con voz entrecortada:
_Discúlpame, Lucy, por haberte hecho esperar. El carro se quedó sin gasolina en mitad del camino, así que tuve que correr hasta acá –expresó mientras su pecho se movía como si hubiese corrido un maratón.
_No quería decepcionarte. Discúlpame si lo hice –aseguró Sebastián con la mirada fija en los ojos de Lucy donde halló un llanto contenido. Lucy, como respuesta, le entregó una sonrisa al joven, la más espléndida, la más sincera. Dentro de ella, su corazón agrietado seguía latiendo y la decepción recién nacida, desaparecía. Dentro de ella, los otros sentimientos oscuros se agazapan y se escondían, porque comenzaban a surgir, entre las grietas de aquel frágil corazón, luces brillantes como si amaneciera en su interior.