Conociendo a Casta

Era demasiada suerte para ser cierto. Pensé mientras tomaba mi última bebida refrescante...

Esperen, no se confundan, está no es una de esas historias en las que me pongo ebrio y conozco a una chica que se vuelve loca por mi. Para nada, pero a veces pienso que a la vida le encanta hacerle bromas a la gente, bueno, mejor permítanme contar mi historia en la forma más breve que pueda.

Cuando iba a la secundaria conocí a la mujer que hubiera jurado sería la madre de mis hijos. Tenía unos enormes ojos cafés y una larga cabellera que le cubría toda la espalda, su impecable piel blanca apenas si tomaba un ligero color rosado cuando por descuido le daba un poco el sol. Todo el tiempo iba cubierta de abajo hasta los tobillos y de arriba hasta un cuello blanco con pequeños olanes.

Tan solo la vi al levantar la vista cerca de los bebederos sentí que mi corazón iba a estallar de emoción. La seguí instintivamente para encontrar su salón de clases, solo para darme cuenta de que era precisamente el mío. Cómo no la había visto antes me pregunté mientras la tomaba de la mano casi sin darme cuenta.

-Se le ofrece algo Señor Escases-

Sabe mi apellido, me dije temblando de emoción, pero tratando de disimular

-Disculpe señorita, apenas si la he visto, pero quisiera pedirle que sea mi novia de secundaria-

-Novia de secundaria, y que se supone que es eso? No sé si sentirme halagada o de darle una sonora bofetada-

-No se moleste por favor. Yo solo siento el deseo de estar cerca de usted, conocerla mas y de apartarla para cuando seamos grandes-

-Grandes planes Señor Escases, y dígame. Tiene idea de con quién está usted hablando?-

-Espero que con la madre de mis hijos-

-Valla, no me lo hubiera esperado, permítame presentarme. Soy María Casta Popocha-

-Que bien, menos mal que yo soy el hombre-

-Pero que estúpido, y eso porqué?-

-Porque de ser mujer mi apellido de casada sería Escases de Popocha-, No le parece gracioso?-

-No, no me parece, pero no se apure que ya estoy acostumbrada a que hagan bromas con mi apellido-

-Ni hablar, lo intentaré de nuevo en algunos años-

-De que habla? Mi respuesta es si, y por favor. Ahora que ya somos novios, vamos a hablarnos de tú-

La solté suavemente, como cuando se suelta un pequeño pañuelo de seda para mirarlo jugar con el viento, quedándome tan solo con uno de sus dorados cabellos sobre mi asombrado rostro...