El buen descanso|| Good rest

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A lo largo de la vida vamos adquiriendo hábitos, algunos son muy buenos y nos facilitan la existencia, otros no son tan buenos, pero los asumimos como buenos para nosotros y los seguimos practicando bajo la afirmación: a mí me funciona bien y eso es lo importante.

Uno de estos hábitos es nuestra forma de descansar y aunque existe todo un decálogo de lo que se pudiera llamar tener un buen descanso, estas características tienen sus matices. El amigo @emiliorios nos habla de la importancia de descanso y su relación con la autoestima. Me uno a la iniciativa para comentar mi experiencia.

Aunque parezca mentira, la manera en que entendemos el descanso, guarda una estrecha relación con ese mundo de las creencias, de lo que aprendimos cuando niños y la forma en que nuestros padres asumían su propio descanso.

Por ejemplo, desde niña, escuché a mi mamá decir: — Descansa cuando te mueras—, era su expresión cuando uno manifestaba que estaba cansada y quería descansar, esta idea te va llevando a otras donde consideras que el descanso no está permitido, siempre tienes que estar haciendo algo porque si no es así “estás muerto”, la consecuencia inmediata es que no paras.

Entre mis hermanas tenemos un juego de palabras cuando expresamos de manera superinconsciente la palabra, aproveché, para indicar que utilizaste un tiempo que se supone que te sobró, en hacer otra cosa que no tenías prevista, cuando esto sucede, la respuesta inmediata, con un toque de ironía, es: Sí, aprovecha, aprovecha, no descanses nunca.

Esta simple expresión, que la venimos repitiendo hace años, nos sirve de recordatorio del patrón que seguimos, lo que nos ha llevado a ser más conscientes de la necesidad de la pausa, de tomarnos un tiempo y poner límites al tanto hacer, pero sobre todo que no te genere culpa.

Porque, también hay algo de culpa cuando descansas, una desagradable sensación de que estás perdiendo un tiempo precioso, que podrías estar aprovechando para hacer cualquier cosa productiva.

Con culpa y todo, para beneficio propio, muy pronto descubrí que con sueño y cansada “no soy gente”: me pongo de mal humor, el pensamiento se me nubla y mi producción llega a su mínimo nivel, en otras palabras, igual estoy perdiendo un tiempo, que bien pudiera aprovecharlo echando una buena dormida.

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Así la culpa desapareció e incorporé la siesta a mi rutina, pero mi siesta no tiene nada que ver con la recomendada por los especialistas de veinte a treinta minutos. ¡Nooo!, para mi siesta me preparo como si fuese la medianoche, me aseo, me pongo traje de dormir y me dispongo a pasar dos o tres horas en los dulces brazos de Morfeo.

Cuando trabajaba, buscaba organizar mis horarios para respetar este espacio, cuando tuve a mis hijos, los enseñé a hacer esta larga siesta y a medida que iban creciendo si no la querían hacer aprendieron a respetarme este espacio, mi esposo desde el principio acepto esta dinámica de mi vida, a la que con el correr del tiempo se ha unido en espacios más cortos.

Por supuesto que esto ha traído un desajuste en mi sueño nocturno, no para dormirme, pues no hay pensamiento que se resista a las respiraciones profundas junto al conteo regresivo, que por lo general comienzo con el cincuenta y seis y creo que lo más lejos que llego es al cuarenta y nueve.

El desajuste al que me refiero es que me despierto de madrugada, cuatro de la mañana, es el promedio después de, aproximadamente, cinco horas de sueño profundo y sin interrupción. A esa hora me levanto llena de energía, contenta y considero que es mi mejor momento del día para escribir.

Con esas horas de sueño y las tres de la tarde, hago nueve horas, más de las recomendadas, el asunto es que no son continuas y los especialistas señalan que así no se vale. Me pregunto: ¿no vale para quién?, pues a mí esta rutina me resulta funcional y excelente, entre un descanso y otro, mis horas “productivas” son de mayor provecho.

Por supuesto, no descarto la idea de que con tantos estudios sobre el funcionamiento del cerebro la fórmula de las ocho horas seguidas sea lo ideal, sin embargo, esta premisa la conozco de toda la vida, por lo que quizás estudios más recientes lleguen a otras fórmulas, también válidas como la mía (ja,ja,ja), aquí ya solo estoy divagando para justificarme en mis “malos hábitos”.

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In English

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Throughout life we acquire habits, some are very good and make our existence easier, others are not so good, but we assume them as good for us and we continue to practice them under the statement: it works well for me and that is what is important.

One of these habits is our way of resting and although there is a whole decalogue of what could be called having a good rest, these characteristics have their nuances. My friend @emiliorios tells us about the importance of rest and its relationship with self-esteem. I join the initiative to comment on my experience.

Believe it or not, the way we understand rest is closely related to the world of beliefs, of what we learned as children and the way our parents assumed their own rest.

For example, since I was a child, I heard my mother say: - Rest when you die-, it was her expression when one expressed that she was tired and wanted to rest, this idea leads you to others where you consider that rest is not allowed, you always have to be doing something because if not “you are dead”, the immediate consequence is that you do not stop.

Among my sisters we have a play on words when we express in a super unconscious way the word, aproveché, to indicate that you used a time that was supposed to be left over, to do something else that you had not planned, when this happens, the immediate response, with a touch of irony, is: Yes, take advantage, take advantage, never rest.

This simple expression, which we have been repeating for years, serves as a reminder of the pattern we follow, which has led us to be more aware of the need to pause, to take some time and set limits on what we do, but above all not to generate guilt.
Because, there is also some guilt when you rest, an unpleasant feeling that you are wasting precious time, which you could be taking advantage of to do anything productive.

Guilt and all, for my own benefit, I soon discovered that when I'm sleepy and tired “I'm not people”: I get in a bad mood, my thinking gets clouded and my production reaches its minimum level, in other words, I'm wasting time that I could be taking advantage of by having a good sleep.

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So the guilt disappeared and I incorporated the siesta to my routine, but my siesta has nothing to do with the one recommended by specialists of twenty to thirty minutes. Nooo, for my siesta I get ready as if it were midnight, I wash myself, I put on my sleeping suit and I get ready to spend two or three hours in the sweet arms of Morpheus.

When I was working, I tried to organize my schedule to respect this space, when I had my children, I taught them to take this long nap and as they grew up if they did not want to do it, they learned to respect this space, my husband from the beginning accepted this dynamic of my life, which over time has joined in shorter spaces.

Of course this has brought an imbalance in my nightly sleep, not to fall asleep, because there is no thought that resists the deep breaths along with the countdown, which I usually start with fifty-six and I think the farthest I get is forty-nine.

The mismatch I am referring to is that I wake up in the wee hours of the morning, four in the morning is the average after, approximately, five hours of deep, uninterrupted sleep. At that time I wake up full of energy, happy and I consider it my best time of the day to write.

With those hours of sleep and the three in the afternoon, I do nine hours, more than recommended, the thing is that they are not continuous and specialists point out that it is not worth it. I ask myself: it is not worth it for whom, because I find this routine functional and excellent, between one rest and another, my “productive” hours are more profitable.

Of course, I do not discard the idea that with so many studies on the functioning of the brain the formula of eight hours in a row is ideal, however, I have known this premise all my life, so perhaps more recent studies come up with other formulas, also valid as mine (ha,ha,ha), here I am just rambling to justify myself in my “bad habits”.

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Translated with www.DeepL.com/Translator (free version)
Fuente de imágenes: Creada en Canva - GIF Biblioteca de Peakd

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Un tema de gran reflexión y sobre todo para cerrar el año, porque definitivamente el descanso es necesario @damarysvibra 🙌. Yo en lo personal, antes me iba más al extremo de trabajar hasta altas horas de la noche, pero si ha ido mejorando porque la frase de "descansa cuando te mueras" también la he escuchado mucho y la tenía muy arraigada (por decirlo de una manera), sin embargo, siento que a medida que pasa el tiempo y uno va adquiriendo más experiencia de la vida, nos damos cuenta de que nuestra salud empieza por algo tan "simple" como saber cuando y cómo desconectar para así disfrutar de un merecido descanso.

Saludos y feliz semana ❤️!

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Es cierto, me pasa que cuando descanso me parece onle parece a otros que estoy perdiendo el tiempo. Creo que es hora de cambiar y cuidar el cuerpo y la mente. Ver el descanso como necesario sin sentir culpa es una necesidad. Gracias por hacérnoslo ver así.

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Me pasa igual que a ti, cuando no descanso me nubló y no soy capaz ni de formar una oración mental. La verdad es que las costumbres y patrones nos van moldeando pero ya es hora de romper moldes que nos perjudican. Las siestas son necesarias y me contenta que las hayas incorporado a tu rutina.

Me encantó leerte 💫🌻💖

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