Nada sentía en la más completa oscuridad, nada escuchaba dentro de aquel capullo que no llegaba a abrirse. Muchas transformaciones se suscitaban y poco a poco iban generando cambios importantes, la sombra que llenaba cada espacio auguraba un renacer, pues luego de la más oscura noche llega el sol más radiante. En esos momentos de soledad se abría paso a la transformación, dentro de esa oscura paz algo iba brotando en su interior. Empezó a moverse, aunque su brújula se había dañado. Su instinto ahora le guiaba, hacia un camino conocido como florecer.

En ocasiones podemos sentir que nos hemos marchitado, que ya hemos dado todo aquello que teníamos para ofrecer, pues vivir tiene tantos matices y algunos grises se presentan durante este paseo. Quizá esto nos sucede porque somos como las flores, constantemente entrando en el proceso de la floración. Tanto perdemos, tanto ganamos en este ir y venir de nuestra existencia. Aunque nuestras hojas caigan una a una, llegando a sentir que nos hemos quedado desnudas ante la vida, siempre podrá nacer en nuestro ser otro capullo del cual podremos salir aún más renovadas.

Creo firmemente en nuestro ilimitado poder para florecer, pues la vida no llega a ser una primavera constante, por lo cual siempre tenemos que alimentar el valor necesario para abrir nuevamente nuestros pétalos y disfrutar de los rayos del sol. Siempre podremos encontrar la manera de cultivarnos gracias a nuestro amor propio, abonado con cariño, logrando así desarrollarnos como hermosas flores.

Siento que a pesar de que nuestros pétalos caigan y sintamos que ya no podemos más, si no los proponemos, encontraremos la fuerza necesaria para seguir adelante. Florecer en la vida amerita, fortaleza y ganas de vivir, pues sin ese renacimiento podemos llegar a desaparecer, seremos como esas flores que tenemos en el jardín que no vuelven a retoñar llegando a secarse y desaparecer.

Florecemos gracias a nuestras pasiones, gracias a nuestros afectos. Florecemos en el maravilloso momento que agradecemos a la vida cada día que nos regala. Florecemos al celebrar nuestra existencia. Florecemos cuando vivimos sin prisas y con sosiego.

En la naturaleza todo ciclo de cumple gracias a su gran sabiduría, entonces siendo parte de ella, nosotros, los seres humanos, también estamos llenos de inmensa sabiduría, que va más allá de los conocimientos académicos que podamos cultivar. Entendernos y aceptar nuestro ritmo de renovación también considero que es algo de suma importancia, pues existen circunstancias que nos sobrepasan y de modo instantáneo nos obligamos a recuperarnos, debemos recordar que las heridas cierran a su tiempo. No podemos forzar nuestro renacimiento, mucho menos si se trata de algo que versa sobre nuestra existencia, darnos el tiempo necesario para florecer siempre será lo ideal en cualquier circunstancia.

Cultivemos el poder de Florecer, siendo sabios y entendiendo nuestro ritmo de vida, no vale nada compararnos con otros, ni creer que solo porque nos toma más tiempo abrir nuestros pétalos estamos perdidos ante la vida. Ser amables con nosotros mismos es el primer paso para ser amable con los demás.

Hoy cuando te mires al espejo, si te ves marchita no te reproches por eso, sé suave contigo misma y aplica tu sabiduría para recuperarte y florecer. Date tu tiempo, ya verás que tus pétalos abrirán, tus pistilos honrarán la vida y tus colores se esparcirán por todo el jardín.

¡Gracias por tu presencia!

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English Version

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Nothing felt in the complete darkness, nothing heard inside that cocoon that could not open, many transformations were taking place, little by little they were generating important changes, the shadow that filled each space augured a rebirth, because after the darkest night comes the most radiant sun. In those moments of solitude, transformation was opening the way to transformation, within that dark peace something was sprouting inside him. She began to move, though her compass had been damaged. Her instinct was now guiding him, towards a path known as blossoming..

Sometimes we may feel that we have withered, that we have given all we had to offer, for life has so many nuances and some greys come along for the ride. Perhaps this happens to us because we are like flowers, constantly entering the process of blooming. So much we lose, so much we gain in this coming and going of our existence. Even though our leaves may fall one by one, and we may feel that we have become naked before life, another bud can always be born in our being from which we can emerge even more renewed.

I firmly believe in our unlimited power to blossom, for life is never a constant spring, so we must always nurture the courage to open our petals again to enjoy the sun's rays. We can always find a way to cultivate ourselves through our self-love, fertilised with affection, so that we can develop into beautiful flowers.

I feel that even if our petals fall and we feel that we can't do it anymore, if we don't try, we will find the strength to go on. To flourish in life requires strength and the will to live, because without this rebirth we can disappear, we will be like those flowers we have in the garden that do not sprout again and eventually dry up and disappear.

We blossom thanks to our passions, thanks to our affections. We blossom in the wonderful moment we thank life for each day it gives us. We blossom when we celebrate our existence. We blossom when we live unhurriedly and calmly.

In nature, every cycle is fulfilled thanks to its great wisdom, so being part of it, we, human beings, are also full of immense wisdom, which goes beyond the academic knowledge that we can cultivate. Understanding ourselves and accepting our rhythm of renewal is also something I consider to be of utmost importance, because there are circumstances that overtake us and we are instantly forced to recover, we must remember that wounds heal in their own time. We cannot force our rebirth, much less if it is something that concerns our existence, giving ourselves the necessary time to bloom will always be ideal in any circumstance.

Let us cultivate the power to Blossom, being wise and understanding our rhythm of life, it is worth nothing to compare ourselves with others, nor to believe that just because it takes us longer to open our petals we are lost to life. Being kind to ourselves is the first step to being kind to others.

Today when you look in the mirror, if you see yourself withered, don't reproach yourself for it, be gentle with yourself and apply your wisdom to recover and bloom, give yourself time, you will see that your petals will open, your pistils will honour life and your colours will spread throughout the garden.