Colecciono recuerdos || I collect souvenirs

Hola, amigas y amigos que aman la colección. Vuelvo a esta comunidad con algo que resulta muy valioso para mí: objetos que han marcado mis inicios en el mundo del arte. Los colecciono, al igual que muchos recuerdos. Quiero contarles un poco la historia de lo que ven en las fotos, tesoros que guardo en lugares especiales. Me gusta siempre contar cómo han llegado junto a mí hasta estos días. Cuando apenas tenía 17 años, me convertí en un fiel oyente de la radio. Nunca pensé hacerla mientras la disfrutaba.

Con el paso del tiempo, me acerqué a la emisora y gracias a un asesor, Ramón Esteban Díaz Hernández, tuve la posibilidad de escribir. No sé de dónde tuve la idea, el impulso de decirle a aquel hombre tan experimentado, que yo me atrevía a escribir guiones para un programa dramatizado. En mi interior, creí que me diría que no era mi tiempo para eso, que tenía solo 17 años, que terminara de estudiar. Para mi sorpresa, me dio un guion como muestra y me dijo: -El lunes tráeme uno, y no puede ser escrito a bolígrafo. Debe ser impreso o escrito a máquina.

Me llevé aquella idea a mi casa y cerca estaba una escuela de artes donde había una máquina de escribir más grande que la que aprecian en las fotos. La pedí prestada y me preguntaron si yo sabía mecanografiar. ¡Nunca había tocado una de esas máquinas! Pero mentí. Dije que yo sabía escribir y me la prestaron. La cargué hasta mi casa, lo que supuso un peso extraordinario para mi cuerpo de chico delgado de 17 años.

Mi primer guion de 15 hojas me demoró mecanografiarlo dos días y dos noches, solo interrumpidos por pausas para bañarme y comer. Era muy lento tocando aquellas teclas. Lo entregué un lunes por la mañana y para mi sorpresa, le gustó mucho al asesor. Era un programa humorístico. Me dijo que no lo podía aceptar porque confundía lo que hacía el efectista y el musicalizador. Regresé a casa y volví a pedir la máquina de escribir, esta vez me asignaron más cosas que hacer, además de mi guion, tuve que mecanografiar unos documentos de la escuela, como especie de pago. ¡No lo olvido!

Entregué mi primer guion hasta que se grabó. Fue una experiencia maravillosa. Con el dinero de mi segundo o tercer guion me compré mi máquina de escribir, más pequeña que la de la escuela, pero era mía. Yo mismo llegué a darle mantenimiento, a base de petróleo. La cinta era pintada por mí. Usaba mezclas de petróleo con tintura de color azul. El tiempo pasó, adquirí un reconocimiento como guionista hasta que llegó mi primera computadora. ¿Hubiera sido justo que me deshiciera de mi amiga Robotrón? ¡Pues no!

Pasó a ocupar un lugar muy especial en mi estante de libros, guardada dentro de un nylon para evitar el polvo. La extraigo con frecuencia para limpiarla con una brocha y mecanografiar algo. Ella me enseñó a escribir. Vale destacar que la presión que necesita una de sus teclas es superior a la de un teclado de computadora.

Yo aprendí a escribir en mi Robotrón, oprimiendo fuerte sus teclas. Robotrón es su marca. Fue fabricada en Alemania, específicamente para trabajos de oficinas. Muchos cubanos fueron a Alemania a aprender a escribir en ellas para luego trabajar en este oficio en Cuba. Estas máquinas venían sobre una mesa metálica plegable. De hecho, no sé cómo soportaban tanto peso.

La guardaré por siempre y nunca me desharé de ella. En la radio, cuando te compran un guion, la institución se queda con él hasta dos años, por cuestiones de auditorías y justificaciones de pago. Siempre estoy al tanto de que pase este período y voy en busca de mis guiones, para traerlos a casa. En las fotos solo puedes apreciar una selección de todos los que tengo, pero son más. Guardo cuatro cajas llenas de guiones, clasificados por año y fecha.

Atesoro esta colección, pues en ella está mi historia como escritor. Estos son recuerdos muy valiosos. Lo más increíble es que, con el paso del tiempo, todavía esta máquina funciona. Ni yo mismo sé dónde estuvo y qué hacían con ella antes. Sus piezas y teclas lo sabrán, pero en su corazón de hierro, sabe que estará en buenas manos por siempre.

En cuanto a los guiones, están seriados por fecha. Desde el 2007, mes por mes, están todos los libretos, menos 2: el primero que hice y otro tan bueno que hasta felicitaciones recibí por él. Estos nunca los pude rescatar. Alguien se los llevó de la radio. Aquí te enseño lo que pueden parecer hojas viejas y amarillas, pero son páginas de una historia que atesoro y colecciono: mis recuerdos. ¡Feliz día a los que como yo adoran este rincón de coleccionistas!

Las imágenes utilizadas en la publicación fueron tomadas con mi móvil Samsung Galaxy J7 Prime. Textos llevados al Inglés por Deepl Traslate.

ENGLISH VERSION (click here!)

Hello, friends who love collecting. I return to this community with something that is very precious to me: objects that have marked my beginnings in the art world. I collect them, as well as many memories. I want to tell you a little of the history of what you see in the photos, treasures that I keep in special places. I always like to tell you how they have come to be with me until today. When I was just 17 years old, I became a faithful listener of the radio. I never thought of doing it while I was enjoying it.

As time went by, I approached the radio station and thanks to an advisor, Ramón Esteban Díaz Hernández, I had the chance to write. I don't know where I got the idea, the impulse to tell that experienced man that I dared to write scripts for a dramatized program. Inside, I thought he would tell me that it was not my time for that, that I was only 17 years old, that I should finish my studies. To my surprise, he gave me a script as a sample and said: -On Monday bring me one, and it can't be written in pen. It must be printed or typed.

I took that idea home and nearby there was a school of arts where there was a typewriter bigger than the one you see in the pictures. I borrowed it and they asked me if I knew how to type, I had never touched one of those machines! But I lied. I said I could type and they lent it to me. I carried it all the way home, which was an extraordinary weight for my slim 17-year-old body.

My first 15-page script took me two days and two nights to type, interrupted only by breaks to bathe and eat. I was very slow at those keys. I turned it in on a Monday morning and to my surprise, the consultant liked it very much. It was a humorous program. He told me he couldn't accept it because he was confusing what the stuntman and the musicalizer were doing. I went back home and asked for the typewriter again, this time I was assigned more things to do, besides my script, I had to type some school documents, as a kind of payment. I don't forget it!

I turned in my first script until it was filmed. It was a wonderful experience. With the money from my second or third script I bought my typewriter, smaller than the school's, but it was mine. I even maintained it myself, with oil. The ribbon was painted by me. I used mixtures of oil with blue dye. Time went by, I gained recognition as a scriptwriter until my first computer arrived. Would it have been fair to get rid of my friend Robotron? Well, no!

It took a very special place on my bookshelf, kept in nylon to keep out the dust. I take her out frequently to clean her with a brush and type something. She taught me how to write. It is worth noting that the pressure needed for one of her keys is higher than that of a computer keyboard.

I learned to type on my Robotron by pressing hard on its keys. Robotron is its brand name. It was manufactured in Germany, specifically for office work. Many Cubans went to Germany to learn to write on them to later work in this trade in Cuba. These machines came on a folding metal table. In fact, I don't know how they supported so much weight.

I will keep it forever and never get rid of it. In radio, when they buy a script from you, the institution keeps it for up to two years, for audits and payment justifications. I am always aware that this period passes and I go looking for my scripts, to bring them home. In the photos you can only see a selection of all the ones I have, but there are more. I keep four boxes full of scripts, classified by year and date.

I treasure this collection, because it contains my history as a writer. These are very valuable mementos. The most incredible thing is that, with the passage of time, this machine still works. I myself do not know where it was and what they used to do with it. Its parts and keys will know, but in its iron heart, it knows that it will be in good hands forever.

As for the scripts, they are serialized by date. Since 2007, month by month, there are all the scripts, except 2: the first one I did and another one so good that I even received congratulations for it. I was never able to rescue these ones. Someone took them from the radio. Here I show you what may look like old and yellowed pages, but they are pages of a story that I treasure and collect: my memories. Happy day to those who, like me, love this collectors' corner!

The images used in the publication were taken with my Samsung Galaxy J7 Prime cell phone. Texts translated into English by Deepl Translate.