BOOK REVIEW: "The Bridges of Madison County" (1992)
Madison County, 1995. Iowa (United States). Four impactful days in a country town that completely change the lives of two people: photographer Robert Kincaid and housewife Francesca Johnson. Connected by a kind of “coincidence of fate”, they meet while Kincaid is photographing obsolete bridges and bucolic places for a story that would be published in the magazine he works for, National Geographic. In the midst of these events, they begin to strengthen ties and get to know each other better, making room for an impactful love.
The sublimation of a woman in relation to her traditional role as a housewife is one of the major questions raised by this book. Another very strong point is the unconscious search for a “safe haven” while mental immersion in work is used as an “escape route” to deal with some personal needs and uncertainties. Written by Robert James Waller, the material is very intense at some very striking points and manages to transcend the paper pages with incredible mastery at times. A story supposedly based on real events.
At its highest points, this book manages to be an incredible immersion in the lives of its people who until then were just strangers to each other. The involvement of the adventurer Kincaid with the impetuous Franchesca is slowly drawn and, as the reading progresses, it is impossible not to feel what is happening. Everything is done with care and a very sensitive depth of detail, allowing the reader to visualize everything written with the necessary clarity. A light language, but at the same time complex in its plots.
The book is not linguistically complex, but it is psychologically challenging because it puts to the test many controversial concepts that were established in the 1960s (and many of them are still controversial to this day). This is another very consistent point of the book: approaching moralism within a universe that is still sexist and some of its consequences within a complex family structure. A woman seen as an adulteress. A man seen frivolously. The two lost in their emotions, and an entire society against them (and all their feelings).
A quiet, monotonous life without many emotions makes Franchesca a woman in search of something more in her life. Even though she has been married for many years and is the mother of two children, when she gets involved with Kincaid (who is a single man, with a free personality and without major personal attachments) during an unexpected week, she understands that she has not lost her ability to love and a Once that certainty surfaces, all your biggest dilemmas start to become a big wall around you. Going against all her principles, she surrenders to that love and lives it in full.
The connection between them is something totally inspiring, but at times the book treats its main theme in a very linear and uninspired way. At times everything is too predictable, and even though they are events with a marked intensity within the plot (in the general context), the author sometimes seems to lose control of what he is writing and delivers some bureaucratic and totally forgettable passages. However, even with these specific problems (which make reading something tiring at times), the writing has fluidity and a lot of strength.
There is a drama that can even be seen as something very “sweetened”, but everything is justifiable so that the strength of the love of each of the main characters is understood the way it needs to be. In addition, it helps pave the way for accessory plots (such as the possible judgment of an entire city against their love, including the reaction of their own children... this being the greatest ghost for Franchesca) and the weight of it all is undeniable because a very preponderant social and critical content in this forbidden novel. Between mistakes and successes, this is a magnificent work.
The Bridges of Madison County can be described as a faithful example of “romantic love”, explosive in its moments of a little more “erotic” and very reflective content, going far beyond the romanticization of “unknown love”. A story of self-discovery that embraces a true whirlwind of emotions. Without many surprises, in a very linear way, but very meaningful, this is the type of reading that rescues the idea of what true adult love is, with the necessary maturation of both parties involved so that this feeling can be lived intensely.
Condado de Madison, 1995. Iowa (Estados Unidos). Cuatro días impactantes en un pueblo rural que cambiarán por completo la vida de dos personas: el fotógrafo Robert Kincaid y el ama de casa Francesca Johnson. Conectados por una especie de “casualidad del destino”, se conocen mientras Kincaid está fotografiando puentes obsoletos y lugares bucólicos para una historia que sería publicada en la revista para la que trabaja, National Geographic. En medio de estos eventos, comienzan a estrechar lazos y a conocerse mejor, dando paso a un amor impactante.
La sublimación de la mujer en relación con su papel tradicional de ama de casa es una de las grandes cuestiones que plantea este libro. Otro punto muy fuerte es la búsqueda inconsciente de un “refugio seguro”, mientras que la inmersión mental en el trabajo se utiliza como “vía de escape” para hacer frente a algunas necesidades e incertidumbres personales. Escrito por Robert James Waller, el material es muy intenso en algunos puntos muy llamativos y logra trascender las páginas de papel con una maestría increíble en ocasiones. Una historia supuestamente basada en hechos reales.
En sus puntos más altos, este libro logra ser una inmersión increíble en la vida de su gente, que hasta ese momento eran solo extraños entre sí. La implicación del aventurero Kincaid con la impetuosa Franchesca se dibuja lentamente y, a medida que avanza la lectura, es imposible no sentir lo que está sucediendo. Todo está hecho con mimo y una profundidad de detalle muy sensible, lo que permite al lector visualizar todo lo escrito con la claridad necesaria. Un lenguaje ligero, pero a la vez complejo en sus tramas.
El libro no es lingüísticamente complejo, pero es psicológicamente desafiante porque pone a prueba muchos conceptos controvertidos que se establecieron en la década de 1960 (y muchos de ellos siguen siendo controvertidos hasta el día de hoy). Este es otro punto muy consistente del libro: abordar el moralismo dentro de un universo aún sexista y algunas de sus consecuencias dentro de una estructura familiar compleja. Una mujer vista como una adúltera. Un hombre visto frívolamente. Los dos perdidos en sus emociones, y toda una sociedad en su contra (y todos sus sentimientos).
Una vida pacata, monótona y sin muchas emociones hace de Franchesca una mujer en busca de algo más en su vida. Si bien lleva muchos años casada y es madre de dos hijos, cuando se involucra con Kincaid (un hombre soltero, de personalidad libre y sin mayores ataduras personales) durante una semana inesperada, comprende que tiene no ha perdido su capacidad de amar y una vez que surge la certeza, todos sus mayores dilemas comienzan a convertirse en un gran muro a su alrededor. Contrariando todos sus principios, se entrega a ese amor y lo vive en plenitud.
La conexión entre ellos es algo totalmente inspirador, pero por momentos el libro trata su tema principal de forma muy lineal y poco inspirada. Por momentos todo es demasiado predecible, y aunque son hechos con una intensidad marcada dentro de la trama (en el contexto general), el autor a veces parece perder el control de lo que está escribiendo y entrega algunos pasajes burocráticos y totalmente olvidables. Sin embargo, aún con estos problemas puntuales (que hacen que la lectura sea algo cansina por momentos), la escritura tiene fluidez y mucha fuerza.
Hay un drama que incluso puede verse como algo muy “dulceado”, pero todo es justificable para que la fuerza del amor de cada uno de los protagonistas se entienda como debe ser. Además, ayuda a allanar el camino para tramas accesorias (como el posible juicio de toda una ciudad contra su amor, incluyendo la reacción de sus propios hijos... siendo este el mayor fantasma de Franchesca) y el peso de todo ello es innegable porque un contenido social y crítico muy preponderante en esta novela prohibida. Entre errores y aciertos, este es un trabajo magnífico.
Los puentes de Madison puede describirse como un fiel ejemplo de “amor romántico”, explosivo en sus momentos de contenido un poco más “erótico” y muy reflexivo, yendo mucho más allá de la romantización del “amor desconocido”. Una historia de autodescubrimiento que abraza un verdadero torbellino de emociones. Sin muchas sorpresas, de manera muy lineal, pero muy significativa, este es el tipo de lectura que rescata la idea de lo que es el verdadero amor adulto, con la maduración necesaria de ambas partes involucradas para que ese sentimiento se pueda vivir intensamente.
Madison County, 1995. Iowa (Estados Unidos). Quatro dias impactantes em uma cidade interiorana, que mudam por completo à vida de duas pessoas: o fotógrafo Robert Kincaid e à dona de casa Francesca Johnson. Ligados por um tipo de “coincidência do destino”, eles se conhecem enquanto Kincaid está fotografando pontes obsoletas e locais bucólicos para realizar uma matéria que seria publicada na revista em que ele trabalha, a National Geographic. Em meio a esses acontecimentos, eles começam a estreitar os laços e se conhecerem melhor, abrindo espaço para um amor impactante.
A sublimação de uma mulher em relação ao seu tradicional papel de dona de casa é um dos grandes questionamentos levantados por este livro. Outro ponto muito forte é à inconsciente busca por um “porto seguro” enquanto o mergulho mental no trabalho é usado como uma “rota de fuga” para lidar com algumas carências e incertezas pessoais. Escrito por Robert James Waller, o material é muito intenso em alguns pontos bem marcantes e consegue transcender as páginas de papel com uma maestria incrível em alguns momentos. Uma estória supostamente baseada em fatos reais.
Nos seus pontos mais altos, este livro consegue ter uma imersão incrível na vida de suas pessoas que até então eram apenas estranhas entre si. O envolvimento de aventureiro Kincaid com impetuosa Franchesca vai sendo desenhado de maneira lenta e à medida em que é possível avançar na leitura, é impossível não sentir o que está acontecendo. Tudo é feito com uma cautela e profundidade de detalhes muito sensível, fazendo com que o leitor consiga visualizar com à clareza necessária tudo o que está escrito. Uma linguagem leve, mas que ao mesmo tempo é complexa em suas tramas.
O livro não é linguisticamente complexo, mas é psicologicamente desafiador porque coloca à prova muitos conceitos polêmicos que foram estabelecidos na década de 60 (e muitos deles ainda são controversos até os dias de hoje). Esse é outro ponto muito consistente do livro: abordar o moralismo dentro de um universo ainda machista e algumas das suas consequências dentro de uma complexa estrutura familiar. Uma mulher vista como adúltera. Um homem visto de maneira frívola. Os dois perdidos em suas emoções, e uma sociedade inteira contra eles (e todos os seus sentimentos).
Uma vida pacata, monótona e sem muitas emoções faz de Franchesca uma mulher em busca de algo mais em sua vida. Mesmo casada há muitos anos, e sendo mãe de dois filhos, ao se envolver com Kincaid (que é um homem solteiro, de personalidade livre e sem maiores apegos pessoais) durante uma semana inesperada, ela entende que não perdeu sua capacidade de amar e uma vez que essa certeza vem à tona, todos os seus maiores dilemas começam a se tornar uma grande muralha ao seu redor. Indo de encontro a todos os seus princípios, ela se rende a esse amor e o vive por inteiro.
A conexão entre eles é algo totalmente inspirador, mas às vezes o livro trata o seu tema principal de uma maneira bem linear e sem muita inspiração. Em alguns momentos tudo é previsível demais, e ainda que sejam acontecimentos com uma intensidade marcante dentro da trama (no contexto geral), o autor às vezes parece que perde o domínio do que está escrevendo e entrega algumas passagens burocráticas e totalmente esquecíveis. No entanto, mesmo tendo esses problemas pontuais (que tornam a leitura em algo cansativo em alguns momentos), à escrita tem fluidez e muita força.
Há um drama que pode até ser visto como algo muito “açucarado”, mas tudo é justificável para que à força do amor de cada um dos personagens principais seja compreendida da maneira que precisa ser. Além disso, ajuda a pavimentar as tramas acessórias (como o possível julgamento de uma cidade inteira contra o amor deles, incluindo à reação dos próprios filhos... sendo este o maior dos fantasmas para Franchesca) e o peso disso tudo é incontestável porque existe um teor social e crítico muito preponderante nesse romance proibido. Entre erros e acertos, essa é uma obra magnífica.
As Pontes de Madison pode ser descrito como um exemplo fiel de “amor romântico”, explosivo em seus momentos de teor um pouco mais “erótico” e muito reflexivo, indo muito além do que a romantização do “amor desconhecido”. Uma estória de autodescoberta que abraça um verdadeiro turbilhão de emoções. Sem muitas surpresas, de maneira muito linear, mas muito significativo, este é o tipo de leitura que resgata à ideia do que é um verdadeiro amor adulto, com o amadurecimento necessário de ambas as partes envolvidas para que este sentimento possa ser vivido intensamente.
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Your review of this book is much kinder and gentler than mine would be (had I written one).
Now I'm tempted to write one!
I can attest to the lonely life of a farmwife (even though she has a husband and children who are busy doing things) - born and raised on a farm, I thought even small-town folk had a much more socially and culturally rich lifestyle than we did.
But Francesca's torrid one-week love affair with a traveling photographer...
The frame story, the repeated line about his truck (like the refrain of a ballad) -
You could tell he was a songwriter.
In college, when he was still just a business professor, my sister worked for him, and we'd go see his little folk band play on The Hill. (My lit professor and his wife were also in the band.) Waller lived at 3011 Winter Ridge Road in Cedar Falls while he was a business professor and dean of the business department.
Funny, I cannot find their music online. Somewhere, I still have a 1980s cassette tape, and I still remember "Little Birdie", 'Charlie is my darling" (the young chevalier) and "Oh Death," but not the other songs (not offhand).
Thanks for such a nice comment, @carolkean!