Entrada al Concurso de minicuentos de Literatos | Una inquietante luz en el fondo del mar

No existe mayor inmensidad que las profundidades del mar, donde seguramente, se ocultan todo tipo de criaturas, por el momento, desconocidas por el hombre, quién a su vez, se limitó a no explorarlas debido al horror que podría significar enfrentar una fuerza mayor de dimensiones inimaginables, siquiera en los sueños o en sus propias pesadillas.

Algunos me llamaban loco por querer aventurarme en las aguas profundas del mar, pero fue allí donde vi que detrás de aquella obsesión, había un mundo que solo yo podía atesorar. No era cuestión de dinero sino de encontrar el verdadero significado del valor. Justamente eso era lo que no permitió al hombre, en general, saber qué se hallaba debajo de tan inmenso espacio subacuático. Un lugar totalmente desconocido por cualquier ser que pueda respirar, con el esfuerzo de sus pulmones, su último posible aliento.

Si no existió una persona que se haya atrevido a tal magnificencia, como entregar su alma por una experiencia, quería ser yo quien se atreviera a acontecer lo inconcluso, quizás para toda la humanidad. Aún costándome la vida, mi misión era intentarlo. Y a ello me preparé.

Me encontraba en los muelles preparándolo todo para estar listo en mi búsqueda. Subí a la embarcación unas cuerdas lo suficientemente gruesas para atravesar cualquier imprevisto, también tomé los arpones, de diferentes tamaños para asegurarme a qué me podría enfrentar y comencé un viaje hacia lo desconocido, siguiéndome una lluvia tenue que podría evolucionar en algo espantoso e impredecible.

Llegué al medio del mar, donde prácticamente no veía más que una línea perfectamente lisa en el horizonte. Me asusté por esas nubes que deambulaban mientras destellaban en ellas un poder eléctrico y estruendoso. La marea comenzó a volverse temible, lo que repercutió en mi embarcación, que comenzaba a sacudirse hacia todas partes haciéndome trastabillar en más de una ocasión.

No había forma alguna de regresar. Por unos instantes supe que había sido una mala elección haber salido con ese clima. Pero no fue hasta entonces que pareció el tiempo detenerse y consigo la furia de aquél cielo rabioso y centellante. A lo que luego vislumbré en una mancha oscura sobre el mar el reflejo de algo luminoso que parecía querer llamar mi atención y sin necesidad de hacerlo, sacié mi curiosidad.

Entonces me lancé a las aguas, por un momento calmas, llevando mi arpón conmigo. No disponía de un traje de buceo por lo que antes de sumergirme, contuve la respiración y confié en la fortaleza de mis pulmones.

Creí poder llegar a aquella luz, de un tono amarillento como el color de un limón brillante, pero cada vez que más me esforzaba en llegar a ella, menos la veía. Hasta que en un momento sólo vi oscuridad. Decidí en regresar porque ya no contenía la respiración pero...

Algo me sujetó de los pies y mi cuerpo estaba cubierto de tentáculos. Fue entonces que vi con mis propios ojos, el horror de tener frente a mí, un calamar gigante a punto de devorarme.