Historias de mi Abuelo - Cuento
Buenas noches, amigos de #freewriters. En esta ocasión, intentando de buscar mi lado creativo, les escribí un cuento basando en historias que contaba mi abuelo. Aun después de su fallecimiento hace ya muchos años, sus historias siguen en mis recuerdos. Es por eso que les comparto esta.
Historias de mi Abuelo
Contaba mi abuelo, que los ríos esconden historias increíbles para la mente humana. Él solía sentarse en el frente de la casa con su taza de café y su cigarro encendido mientras no miraba nada. Sus ojos eran grises por el glaucoma que había robado su visión.
Sin embargo, él nunca le dio mucha importancia, pues su sentido del oído se había afinado muchísimo. Con mis hermanos y primos nos sentábamos frente a él, mientras que con una sonrisa nos contaba historias de antaño.
Fue uno de esos días cuando nos contó lo del río. Nos decía que cuando era joven, él solía ir mucho a las posas a bañarse y agarrar mangos de las matas. Contaba con mucha elocuencia lo que hacía con sus amigos, como se lanzaban desde lo alto de las rocas y se daban un chapuzón para matar el calor.
Con una gracia que no sabía de donde la sacaba, nos relató que un día estaba en una de las posas. En oriente se conoce una llamada El Doble 8. Por supuesto que había ido antes, pero visualizar a mi abuelo ahí era extraño. En esa zona el río está lleno de piedras lisas super enormes y había que tener mucho cuidado para no llevarse un golpe o caerse. Nos decía que el río estaba más solo de lo normal y que ese día vio a una mujer vestida de blanco en lo alto de unas rocas. Él la llamó asustado de que la mujer cometiera una locura, pero esta no le hizo caso.
Como se imaginó, la mujer saltó y él corrió atravesando las piedras para llegar al lugar del impacto, pero no había nadie. Entonces, dijo que se asustó aún más porque todo le indicaba que era una encantada, un duende de río que se llevaba a la gente. Él dijo que en cuanto se dio cuenta se marchó corriendo y nunca volvió por esos lados del río.
Yo quería creerle, pero me parecía que era solo una fantasía, un cuento de adultos para asustar niños, hasta que un día mis ojos me revelaron la verdad.
Habíamos ido al río. Las vacaciones apenas comenzaban y mi mamá nos había prometido una salida. Todo iba muy bien, parrillada, música, gente en el agua, risas y demás. Estábamos pasando un buen momento cuando de pronto veo que mi hermana se empieza a alejar en en agua. Ella era pequeña, y me daba algo de miedo de que pudiera ahogarse, así que fui detrás de ella para acompañarla.
Ella solo dijo que seguía a una mujer, pero yo no veía a nadie. Ella seguía caminando y yo seguía viendo solo el agua fresca y las rocas. De pronto ella se hundió y la perdí de vista. Sentí que el corazón se me iba a salir por la boca del miedo. Miré a todos lados, pero no la veía. Cuando quise ir en busca de ayuda ella volvió a salir a la superficie.
La tomé de la mano de inmediato y sus ojos estaban rojos. No entendía qué había pasado. Ella solo decía: "¿No la viste, no la viste?" Y yo no había visto a nadie. Entonces recordé la historia de mi abuelo de como los encantados se llevaban a la gente y me aterró. Rápidamente, me la llevé de allí hacia donde había más gente.
Las palabras de mi abuelo resonaban en mi cabeza como si las hubiera puesto en repetición. Los ríos esconden historias increíbles. Y sí que lo eran porque sabía que cuando lo contara nadie me iba a creer.