“Creatividad como sinónimo de libertad” [ESP-ENG]
Durante mucho tiempo estuve buscando estudiar una carrera un tanto diferente a lo común, algo que me hiciera sentir dueña de mi vida, no quería vivir una vida llena de oficinas y papeleos como lo son la mayoría de las carrera universitarias, que a mi parecer le roban la vida a las personas que se dedican a eso, y mucho menos quería tener frustraciones cuando fuese mayor por no hacer lo que me dictaba el corazón.
Recuerdo que a los 8 años de edad me levanté una mañana entusiasmada por decirle a mi mamá lo que quería ser cuando fuera grande y segura de mi misma le dije que sería pintor, pues tenía el concepto de que ser pintor me dejaría vivir una vida tranquila y llena de colores; la cara de mi mamá no fue muy grata y eso me hizo olvidar por completo esta idea.
Pero curiosamente años más tarde, mientras intentaba buscar a qué dedicarme, exploré estudiar varias carreras como Administración y Derecho, pero no logré continuar porque muy en el fondo de mi no quería una vida llena de números y de solucionar problemas en tribunales, así que sí, opté por hacerle caso a mi niña interior, tomando la idea de cuando tenía 8 años y me inscribí en Artes Visuales.
Fue una buena decisión, la mejor que había tomado para ese entonces, creo profundamente que nunca debemos reprimir lo que nuestra mente y corazón desean porque de esto no resulta nada positivo, por el contrario hacer lo que deseas te llena de buenas cosas, satisfacción, buen orgullo y la sensación de sentirse realizado.
Por mi parte, me alegro de tener la suficiente valentía para aventurarme con esa decisión, ya que nunca fui una persona creativa y aunque desde los 8 años sabía lo que quería hacer de grande, nunca tomé un pincel y un lienzo para adentrarme en este mundo, nunca explore con los dibujos o colores más que para hacer las tareas del colegio.
No fue sino hasta la universidad que puede entender con mayor claridad que la creatividad es sinónimo de libertad, libertad de pensamiento para crear realidades alternas, para traer al mundo tangible lo que ya hemos creado con nuestra imaginación; puede parecer algo ilógico pensar que alguien que carezca de estas cualidades quisiera ser artista, y si, incluso yo me lo cuestionaba, constantemente me preguntaba si estaba siguiendo el camino correcto y lo único que me ayudaba a continuar era la satisfacción de saber que estaba haciendo lo que realmente me hacía feliz.
Pero las circunstancias de la vida siempre sorprenden, me tocó vivir situaciones que me dejaron en un letargo creativo, como si estuviera en un sueño tan profundo que aunque deseaba despertar no podía porque mi cuerpo aun seguía cansado, anhelando escribir, pintar, dibujar, pero sin la suficiente energía y entusiasmo para tan siquiera imaginar lo que iba a crear, sencillamente me encontraba sin esta libertad que caracteriza a la creatividad y por ende, no terminaba de sentirme satisfecha con lo que había decidido para mi vida profesional.
Fueron largos años en los que trabajé por recuperar, o más bien, entablar una conexión firme con la creatividad, pero todos mis intentos eran fallidos; al tomar un lápiz para dibujar la punta nunca llegaba a tocar el papel, al pintar sobre un lienzo la obra nunca llegaba a ser culminada, al escribir un cuento o poesía terminaba por botar las hojas que lograba llenar.
Hubo un tiempo en el que llegué a sentir que “crear” era similar a trabajar en oficinas sacando cuentas, llegando a considerar al arte como una responsabilidad en la que debía cumplir con ciertos parámetros, que al final venían siendo mis propias expectativas.
Me di cuenta que yo estaba siendo mi propio obstáculo, yo era esa cara de rechazo que muchos pusieron cuando me preguntaban a qué me dedicaba, no era nadie más que yo quien se ponía limitantes que solo se encontraban en mi cabeza, creyendo que se trataba de mis aspiraciones personales, queriendo alcanzar una identidad en el mundo artístico cuando las cosas en el arte son totalmente al contrario.
Finalmente entendí que no se puede crear sin antes liberar la imaginación, sin ningún tipo de pretensiones más que expresar nuestras ideas y emociones, para luego evaluar si encaja en alguna categoría o si de hecho puede generar una nueva corriente artística.
Con el arte nunca se sabe, no se puede predecir ni mucho menos forzar, con el arte no hay pretensiones, sólo podemos ser libres con ella, no tiene tiempo ni espacio, solo existe el arte cuando se necesita, no es antes ni después. Por mi parte, entendí que estudiar artes no me hace artista, tal vez si una erudita en el área, pero no una artista y estoy bien con eso.
Seré artista cuando necesite serlo, cuando haya recuperado mi creatividad al cien por ciento; tal vez no pase nunca o tal vez a mis 80 años sea la artista más influyente de todo los tiempos; quizá este tiempo de cero creatividad se convierta en mi primera obra de arte, o quizá este letargo imprevisto sea todo lo que viva con el arte, no lo se y estoy bien con eso.
FULL ENGLISH VERSION
For a long time I was looking to study a career a little different from the common, something that would make me feel owner of my life, I did not want to live a life full of offices and paperwork as are most university careers, which in my opinion rob the life of people who are dedicated to that, and much less I wanted to have frustrations when I was older for not doing what my heart dictated.
I remember that when I was 8 years old I woke up one morning excited to tell my mom what I wanted to be when I grew up and sure of myself I told her I would be a painter, because I had the concept that being a painter would let me live a quiet life full of colors; my mom's face was not very pleasant and that made me completely forget this idea.
But curiously years later, while I was trying to find a career, I explored several careers such as Administration and Law, but I did not manage to continue because deep down I did not want a life full of numbers and solving problems in court, so yes, I chose to listen to my inner child, taking the idea of when I was 8 years old and I enrolled in Visual Arts.
It was a good decision, the best I had made at that time, I deeply believe that we should never repress what our mind and heart desires because nothing positive comes out of it, on the contrary doing what you want fills you with good things, satisfaction, good pride and the feeling of being fulfilled.
For my part, I am glad to have enough courage to venture with that decision, because I was never a creative person and although since I was 8 years old I knew what I wanted to do when I grew up, I never took a brush and a canvas to enter this world, I never explored with drawings or colors other than to do my homework at school.
It was not until college that I could understand more clearly that creativity is synonymous with freedom, freedom of thought to create alternate realities, to bring to the tangible world what we have already created with our imagination; it may seem illogical to think that someone who lacks these qualities would want to be an artist, and yes, even I questioned it, I constantly wondered if I was following the right path and the only thing that helped me to continue was the satisfaction of knowing that I was doing what really made me happy.
But the circumstances of life always surprise, I had to live situations that left me in a creative lethargy, as if I was in such a deep sleep that although I wanted to wake up I could not because my body was still tired, longing to write, paint, draw, but without enough energy and enthusiasm to even imagine what I was going to create, I simply found myself without this freedom that characterizes creativity and therefore, I did not end up feeling satisfied with what I had decided for my professional life.
They were long years in which I worked to recover, or rather, to establish a firm connection with creativity, but all my attempts were unsuccessful; when I took a pencil to draw the tip never touched the paper, when I painted on a canvas the work was never finished, when I wrote a story or poetry I ended up throwing away the pages I managed to fill.
There was a time when I came to feel that "creating" was similar to working in an office doing accounts, coming to consider art as a responsibility in which I had to meet certain parameters, which in the end came to be my own expectations.
I realized that I was being my own obstacle, I was that face of rejection that many put on when they asked me what I did for a living, it was no one else but me who was setting limits that were only in my head, believing that it was about my personal aspirations, wanting to achieve an identity in the artistic world when things in art are totally the opposite.
I finally understood that you can't create without first freeing your imagination, without any pretensions other than expressing your ideas and emotions, and then evaluate if it fits into any category or if it can actually generate a new artistic current.
With art you never know, you can never predict, much less force, with art there are no pretensions, we can only be free with it, it has no time or space, art only exists when it is needed, it is not before or after. For my part, I understood that studying art does not make me an artist, maybe a scholar in the area, but not an artist and I am fine with that.
I will be an artist when I need to be, when I have recovered my creativity to one hundred percent; maybe it will never happen or maybe at my 80 years I will be the most influential artist of all times; maybe this time of zero creativity will become my first work of art, or maybe this unforeseen lethargy will be all I live with art, I don't know and I am fine with that.