Hispaliterario / El niño de la bicicleta [ESP - ENG]
Foto de Jess Zoerb en Unsplash
No me gusta el trabajo, a nadie le gusta; pero me gusta que, en el trabajo, tenga la ocasión de descubrirme a mí mismo.
— Joseph Conrad
Cuenta la leyenda del barrio que un niño salía de su casa en bicicleta cada tarde para adentrarse al bosque. Llevaba linterna y mucha agua por si pasaban horas y anochecía. Se dice que atravesaba el riachuelo e iba más de allá de los árboles frondosos.
A la gente le encanta la fantasía, por eso los vecinos inventaban que se había encontrado con una bruja; una mujer ermitaña que yacía al pie de una colina seca. Nunca se supo si esto era verdad, pero el niño volvió tarde de su faena. Su madre, quien trabajaba hasta muy tarde, no le prestaba mucha atención, pero sí que estaba muy consciente de los comentarios de sus vecinos.
Una tarde; como todas, el niño se alistó para ir de nuevo al bosque. La señora Romina, la vecina de enfrente, lo miraba con intriga; pues era para ella raro un niño sin amigos que prefería la soledad. Su mirada sobre él se mantuvo fija hasta que el niño se perdió rápidamente en una de las fauces del bosque.
Ese día no era como los otros, pues hubo una tormenta que arropó todo el vecindario. Las ventanas, las puertas y los orificios más ínfimos fueron tapados para que no se filtrara ninguna gota de agua intrusa. El bufido de los gatos del barrio resonaba tan fuerte como el estruendo del clima hostil, este hecho hizo que los vecinos más supersticiosos fueran invadidos por un intenso miedo. Y del niño de la bicicleta, de él nada se supo esa noche. La señora Romina se quedó pegada frente a la ventana hasta que no pudo más y se fue dormir.
A la mañana siguiente, antes del que el sol y sus destellos iluminaran las casas, se escuchó el rechinido de un metal moviéndose a gran velocidad. La señora Romina ya estaba levantada con su café en mano y, casualmente, vio como el niño entró a la casa de enfrente dejando su bicicleta en el patio.
Le entró un gran alivio, pero a la vez surgieron incógnitas en su cabeza: «¿Dónde pasó toda la noche? ¿Acaso fue a la casa de la bruja? ¿Qué pasa en la cabeza de ese niño?», y las preguntas seguían dentro de la mente de la mujer mayor de canas brillantes.
Todo estuvo tranquilo durante días, pero con una notoria diferencia. A los vecinos más chismosos les extrañaba que el niño de la bicicleta ya no iba al bosque cada tarde. Fue tan extraño para ellos que algunos hasta llegaron a un consenso de averiguar que pasaba. Quizás su madre lo regañó por haber pasado la noche fuera de casa o quizás estaba muy enfermo.
Para resolver el enigma, la señora Romina fue la elegida por la comunidad; ya que era la persona que disponía de más tiempo y, además, vivía frente a la casa del niño. La mujer mayor aceptó y una tarde, mientras preparaba el café, llenó su termo especial hasta el tope y se quedó sentada frente a la ventana vigilando la casa de su vecino.
No pasó nada interesante durante las primeras horas y ella comenzó a aburrirse. Se le acabó el café del termo y decidió preparar más, pero cuando estuvo a punto de levantarse, notó que algo extraño se movía al lado de la casa del chico.
Parecía un rastrillo gigante con dos cuernos, la señora Romina se acomodó mejor los lentes y trató de divisar a todo lo que daba. Se dio cuenta que no era un rastrillo, sino un árbol muy delgado con ramas retorcidas que simulaban ser brazos y piernas, y un rostro que parecía pintado con crayola negra.
La criatura llevaba al chico de la bicicleta sobre la parte trasera de su tronco y velozmente se dirigió al bosque. La señora Romina salió de su casa gritando a todo pulmón, pero era demasiado tarde. Se paró sobre el patio delantero de la casa del niño y divisó una hoja de papel sobre la grama.
Todo parecía un cuento de hadas, pues; en ese extraño papel que sostenía con su mano, estaba retratado el dibujo del monstruo, con el niño en su espalda con una capa de superhéroe.
FIN
I don't like work, nobody likes it; but I like that, at work, I have the opportunity to discover myself.
— Joseph Conrad
Neighborhood legend has it that a boy used to leave his house every afternoon to ride his bicycle into the woods. He carried a flashlight and plenty of water in case hours passed and it got dark. It is said that he would cross the creek and go beyond the leafy trees.
People love fantasy, so the neighbors invented that he had met a witch; a hermit woman lying at the foot of a dry hill. It was never known if this was true, but the boy returned late from his chores. His mother, who worked late, did not pay much attention to him, but she was well aware of the comments of her neighbors.
One afternoon; like all afternoons, the boy got ready to go to the forest again. Mrs. Romina, the neighbor across the street, watched him with intrigue; for it was rare for her that he was a friendless child who preferred solitude. Her gaze remained fixed on him until the boy was quickly lost in one of the maw of the forest.
That day was not like other days, for there was a storm that swept over the whole neighborhood. Windows, doors and the tiniest orifices were covered so that no drop of intruding water could seep in. The snorting of the neighborhood cats resounded as loudly as the roar of the hostile weather, this fact caused the most superstitious neighbors to be invaded by an intense fear. And of the boy with the bicycle, nothing was heard from him that night. Mrs. Romina stayed glued in front of the window until she could no longer stand it and went to sleep.
The next morning, before the sun and its flashes illuminated the houses, the creaking of metal moving at high speed was heard. Mrs. Romina was already up with her coffee in hand and, by chance, she saw how the boy entered the house across the street leaving his bicycle in the yard.
A great relief came over her, but at the same time questions arose in her head: "Where did he spend the whole night? Did he go to the witch's house? What's going on in that boy's head?", and the questions continued inside the mind of the older woman with shiny gray hair.
All was quiet for days, but with one noticeable difference. It was strange to the more gossipy neighbors that the boy with the bicycle no longer went to the woods every afternoon. It was so strange to them that some even reached a consensus to find out what was going on. Maybe his mother scolded him for staying out all night or maybe he was very sick.
To solve the riddle, Mrs. Romina was the one chosen by the community; since she was the person who had the most time and, moreover, lived across the street from the boy's house. The older woman accepted and one afternoon, while preparing coffee, she filled her special thermos to the top and sat in front of the window watching her neighbor's house.
Nothing interesting happened for the first few hours and she began to get bored. She ran out of coffee in the thermos and decided to make more, but just as she was about to get up, she noticed something strange moving next to the boy's house.
It looked like a giant rake with two horns, Mrs. Romina adjusted her glasses and tried to make out everything she could see. She realized that it was not a rake, but a very thin tree with twisted branches that looked like arms and legs, and a face that seemed to be painted with black crayon.
The creature carried the bicycle boy on the back of its trunk and swiftly headed into the forest. Mrs. Romina came out of her house screaming at the top of her lungs, but it was too late. She stood in the front yard of the boy's house and spotted a sheet of paper on the grass.
It all looked like a fairy tale, for on that strange piece of paper she held in her hand was a picture of the monster, with the boy on his back wearing a superhero cape.
THE END
Texto traducido con Deepl | Text translated with Deepl
Esta es mi participación al reto Hispaliterario invito a @nancybriti1 y a @ramisey a participar.
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es una buena forma de decir que el niño no era tomado en cuenta y vivía en su propio universo
Así es, prefería estar en su mundo que con las personas que vivían en su entorno. Gracias por tu comentario.
saludos @universoperdido La descripción del monstruo es muy detallada y aterradora lo que hace que la historia sea aún más emocionante. Me encanta cómo el niño se convierte en un héroe es la historia muy bien escrita que mantiene al lector en vilo hasta el final
Hola amiga @faniaviera
Si, lo primero en que pensé fue en esa visión del niño siendo una especie de salvador encima del monstruo. Muchas gracias por tu comentario, me alegra que te haya gustado.
De algún modo, aquello que murmuraban los vecinos era cierto, pues la fantasía de que el niño había encontrado a un ser mágico en el bosque se hizo realidad. Excelente historia, amigo. Saludos.
Sí, ahora el niño es feliz y seguro hará cosas grandes junto al monstruo. Gracias por comentar, amigo. Saludos de vuelta.
¡Felicitaciones!
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Saludos @universoperdido, una historia divertida también impredecible con esa mezcla de suspenso e ingenuidad. He disfrutado al leerla
Saludos @universoperdido muy entretenida la historia, como todas las que siempre haces.