[ESP-ENG] EL SEÑOR DE LOS GATOS
Foto de Alexander Andrews en Unsplash
Los cuarenta son la edad madura de la juventud; los cincuenta la juventud de la edad madura.
Forty is the middle age of youth; fifty is the youth of middle age.
— Victor Hugo
E S P A Ñ O L
EL SEÑOR DE LOS GATOS
Paulina siempre tuvo el presentimiento de que algo no estaba bien con Damián. Era su hijo de ocho años con una personalidad diferente al resto de los niños. Buscaba la soledad en vez de la diversión, no se interesaba por los juguetes ni por la televisión, sino por los espacios exteriores de su casa. El pueblo donde vivían estaba rodeado de abundantes vegetaciones, con extensiones de bosques sobre largos kilómetros de distancia, a travesados por caminos elaborados por la mano humana.
El lugar era perfecto para conectarse con la naturaleza y la población era pequeña, con cercanías al centro del lugar donde se hallaba el mercado, la plaza y la escuela. Paulina y su esposo Claudio amaron la zona por su abundancia en grandes espacios naturales, y se quedaron allí para criar a su único hijo. Desde luego, a medida que Damián crecía, amó estos lugares con excelso sentimiento reservado. Paulina siempre veía como su pequeño hijo se perdía en una de las gargantas del bosque, y luego volvía antes de terminar el atardecer.
No podía percibir nada más en él, a excepción de su mirada fría y distante. A medida que crecía su cabello se volvía más castaño y brillante, como si la causa fuese algún nuevo tónico para el cabello. Sus ojos color ámbar brillaban o cambiaban a violáceos en algún punto del día. Su sonrisa —si es que había —, era un esbozo retorcido e insólito. Su andar era como el de un adulto; calmado y precavido. Casi nunca se expresaba con palabras o con algún gesto en particular, en su lugar usaba señas, apuntando las cosas con los dedos.
Para su cortar edad, Damián demostraba mucha inteligencia y un uso de la gramática bastante superior a la de cualquier otro adulto académico. Sus padres lo observaban asombrados y orgullosos por el talento magnánimo de su hijo, pero a Paulina parecía perturbarle, pues ella veía cosas en él temibles e insólitas; una madre es mucho más perceptible que un padre cuando se trata de los hijos, y ella siempre tuvo la idea lacerante de que algo en Damián no estaba bien.
El suceso más extraño que Paulina pudo presenciar de Damián ocurrió una tarde, mientras ella salía al patio a recolectar algunas hojas de Jamaica para hacer un té, cuando divisó de repente a un gato, que la miraba fijamente posado en una enorme roca. Ella solo notó lo lindo que era y no le dio importancia, así que continuó. Pero el felino comenzó a maullar de repente, emitiendo un sonido bastante turbulento y extraño. Paulina se acercó para ver que le ocurría al minino, pero este gruñó y soltó un bufido al tener a Paulina casi enfrente, luego se fue de un brinco y corrió hacia el otro lado del monte.
Mientras Paulina observaba al animal marcharse, divisó a la distancia al pequeño Damián, parado completamente quieto mirando al horizonte. Paulina se acercó para ver que hacía su hijo, y notó que a sus pies había muchos gatos; estaban quietos, mirándolo fijamente y sin emitir ningún sonido al principio, parecían pequeñas estatuas de pelo. Luego comenzaron a maullar todos al mismo tiempo, parecía un concierto de terror ante los ojos Paulina. Hubo un instante en que Damián volteó la mirada hacia su madre y esta era diferente, casi monstruosa, pero aun conservando su identidad humana. Eran sus ojos; esas dos cuencas que causaron malos pensamientos en la mente de Paulina. Los ojos de Damián no eran humanos en ese instante; eran enormes, amarillos y fulminantes, como los de un felino.
Después de ese suceso, Paulina miraba a Damián con miedo y algo de desprecio. Pensaba que un mal sobrenatural cohabitaba con él, o que él era la encarnación pérfida de algún demonio. No sabía cómo hablar de este tema con Claudio, pensaría que está loca, y el monstruo de su hijo pondría a su padre contra ella, pues su esposo amaba mucho a su Damián, por lo que decidió planificar mejor las cosas.
Decidió pedir ayuda, pero lamentablemente no lo hizo a tiempo, pues una noche, el mal cobró la suficiente fuerza para cometer su primera fechoría. Paulina despertó con una sensación seca en su garganta, así que fue hacia la cocina por un vaso con agua y, al terminar de beber, notó que en la ventana había un par de gatos grises observándola fijamente. Ella los observó espantada, casi por un minuto, parecía que Paulina había caído en un trance, pero finalmente despertó y corrió a la habitación con su marido, para encontrarse con la espantosa escena de Claudio devorado por una gran camada de gatos.
Paulina, con los ojos desorbitados, retrocedió dos pasos y soltó un grito desgarrador. Corrió hacia el teléfono de la cocina y llamó a la policía inmediatamente, explicó cómo pudo y luego rompió en llanto. Durante los quince minutos de espera, hubo excelsa calma. Los oficiales llegaron, tuvieron que derribar la puerta pues nadie les abría. Al entrar, encontraron a Paulina en un rincón; llorando y temblando, en la habitación principal estaba el cuerpo mordisqueado y abierto de Claudio, y en el otro cuarto, se hallaba Damián dormido apaciblemente.
Las explicaciones de Paulina no fueron suficientes para las autoridades, por lo que tuvo que ir a juicio por el supuesto asesinato de su marido. El jurado, al ver que la acusada no estaba bien de la cabeza, la declararon culpable y el juez la sentenció a un centro psiquiátrico hasta que su salud mental mejore. Paulina no supo más de Damián después de eso, tampoco quiso hacerlo, para ella él era un monstruo; una aberración del infierno. Juró que sobreviviría y saldría de aquel lugar, para luego matar a ese demonio antes de que asuma una posición mucho peor.
FIN
E N G L I S H
THE LORD OF THE CATS
Paulina always had a feeling that something wasn't right with Damián. He was her eight-year-old son with a personality different from the rest of the children. He sought solitude instead of fun, he was not interested in toys or television, but in the outdoors. The village where they lived was surrounded by lush greenery, with stretches of forest for miles around, crisscrossed by man-made paths.
The place was perfect for connecting with nature and the population was small, with close proximity to the center of town where the market, plaza and school were located. Paulina and her husband Claudio loved the area for its abundance of great natural spaces, and stayed there to raise their only child. Of course, as Damián grew up, he loved these places with exalted reserved feeling. Paulina would always watch as her little son would lose himself in one of the forest gorges, and then return before the sunset was over.
She could perceive nothing else in him, except for his cold and distant gaze. As he grew older his hair grew browner and shinier, as if the cause was some new hair tonic. His amber eyes would glow or change to violet at some point during the day. His smile, if there was one, was a twisted and unusual outline. His gait was like that of an adult; calm and cautious. He almost never expressed himself with words or any particular gesture, instead he used signs, pointing at things with his fingers.
For his young age, Damien demonstrated a great deal of intelligence and a use of grammar far superior to that of any other academic adult. His parents watched in awe and pride at their son's magnanimous talent, but Paulina seemed disturbed by it, for she saw things in him that were frightening and unusual; a mother is much more perceptive than a father when it comes to her children, and she always had a nagging idea that something about Damien was not right.
The strangest event Paulina ever witnessed from Damien occurred one afternoon, while she was out in the yard gathering some hibiscus leaves to make tea, when she suddenly spotted a cat, staring at her, perched on a huge rock. She just noticed how cute it was and thought nothing of it, so she continued on. But the feline suddenly started meowing, emitting a rather turbulent and strange sound. Paulina approached to see what was happening to the kitten, but it growled and snorted as Paulina was almost in front of it, then jumped up and ran to the other side of the hill.
As Paulina watched the animal go, she spotted little Damien in the distance, standing completely still and staring at the horizon. Paulina approached to see what her son was doing, and noticed that at his feet there were many cats; they were standing still, staring at him and not making a sound at first, they looked like little furry statues. Then they began to meow all at the same time, it seemed like a concert of terror before Paulina's eyes. There was an instant when Damien turned his gaze to his mother and it was different, almost monstrous, but still retaining its human identity. It was her eyes; those two sockets that caused evil thoughts in Paulina's mind. Damien's eyes were not human at that moment; they were huge, yellow and withering, like those of a feline.
After that event, Paulina looked at Damián with fear and some contempt. She thought that a supernatural evil cohabited with him, or that he was the perfidious incarnation of some demon. She did not know how to talk about this subject with Claudio, he would think she was crazy, and the monster of her son would turn his father against her, for her husband loved her Damien very much, so she decided to plan things better.
She decided to ask for help, but unfortunately she did not do it in time, because one night, the evil became strong enough to commit its first misdeed. Paulina woke up with a dry feeling in her throat, so she went to the kitchen to get a glass of water and, as she finished drinking, she noticed a couple of gray cats staring at her in the window. She watched them in fright, almost for a minute, it seemed that Paulina had fallen into a trance, but she finally woke up and ran to the bedroom with her husband, to find the frightening scene of Claudio devoured by a large litter of cats.
Paulina, wild-eyed, took two steps back and let out a piercing scream. She ran to the kitchen phone and called the police immediately, explained how she could and then burst into tears. During the fifteen minutes of waiting, there was exalted calm. The officers arrived, had to break down the door as no one would open it. Upon entering, they found Paulina in a corner; crying and trembling, in the main room was the chewed open body of Claudio, and in the other room, Damian was peacefully asleep.
Paulina's explanations were not enough for the authorities, so she had to go to trial for the alleged murder of her husband. The jury, seeing that the defendant was not right in the head, found her guilty and the judge sentenced her to a psychiatric center until her mental health improved. Paulina never heard from Damián after that, nor did she want to, for her he was a monster; an aberration from hell. She swore she would survive and get out of that place, and then kill that demon before he assumed a much worse position.
THE END
Escrito por @universoperdido. 22 de Junio del 2022
Written by @universoperdido. June 22, 2022
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A mí no me gustan los gatos, al tenerlos cerca pienso que en cualquier momento brincaran encima de mi para hacerme daño con sus garras y colmillos 😅
Y ahora después de leer este cuento, menos me gustaran jajaja
Buena historia
Los gatos son muy tiernos, esta historia la hice por un gato que se la pasa afuera de mi casa y siempre cuando puedo lo observo.
Gracias por leerme, amiga. Saludos.