[ESP-ENG] EL AMANTE DE LOS MUERTOS (II)
Foto de K. Mitch Hodge en Unsplash
¡Oh, memoria, enemiga mortal de mi descanso!
O memory, mortal enemy of my rest!
— Miguel de Cervantes
E S P A Ñ O L
SEGUNDA PARTE
Nunca me detuve, jamás quise detenerme. Mi gallardo corazón anhelaba y yo cumplía sus caprichos. Me di cuenta que mis sentimientos represores son la consecuencia de los ideales de una sociedad hipócrita, que restringe los placeres, los goces, las ganas. Rompí de nuevo los esquemas pasado ya mucho tiempo, en el que ya soy un adulto con una familia, sin embargo, nunca desapareció mi gusto particular. Ahora lo acepto, lo acepto como algo importante de mi vida, alimentándome de los placeres que yo mismo me negué.
Continué disfrutando con mis amados muertos. Escondido en el cobertizo de una granja ruinosa; abandonada por una familia de ancianos antes de morir. Aprendí todo sobre el embalsamiento de cadáveres, erradicar las huellas con diferentes químicos, y también sobre el saneamiento total de la putrefacción. Allí, en ese lugar tan recóndito, llevaba a mis amantes y me complacía con ellos como siempre había querido, luego los devolvía sin levantar sospechas, aplicando meticulosamente el método aprendido y dejarlos como estaban.
Me había ganado el respeto y la confianza de mi jefe. Sus palabras halagadoras venían acompañadas con la llave del depósito de féretros de la funeraria, por lo que podía entrar y salir cuando quisiera, sin ninguna restricción. Terminaba mis labores acomodando las urnas y ataúdes en el depósito. No había nadie acompañándome, ya que solo conmigo bastaba. A veces me quedaba solo por horas ya que la oficina de administración quedaba al otro lado de la ciudad, mientras que, el depósito y el cuarto de embalsamiento, se hallaban juntos en el mismo lugar.
Habían pasado meses y el embalsamador aún me miraba con desprecio. Aparentemente no ha borrado ese momento de su memoria; ese instante inesperado en el que me vio encima del cadáver desnudo de esa chica. Su silencio siempre fue un misterio para mí, quería preguntarle por qué, pero nunca me atreví, así que seguimos con nuestras vidas, con nuestras labores, cada quien por su lado.
Era muy normal ver al embalsamador salir temprano de su lugar de trabajo. A veces se iba por horas y luego volvía, en otras no retornaba nunca. Cualquiera de los dos casos era mi momento, pues aprovechaba para sacar a los cadáveres del cuarto de embalsamiento y llevarlos a mi lugar secreto. El embalsamador, aunque era muy bueno en su oficio, era muy descuidado y torpe, y en uno de sus deslices aproveché y tomé la copia de la llave de la puerta de su lugar de trabajo para poder entrar allí. Hasta ahora no se ha dado cuenta, lo cual ha sido muy beneficioso para mí.
Entraba y salía cuando quisiera, y más aún, si sabía que dentro se hallaba un cuerpo apetecible. La precaución era mi talento y la capacidad de mantener todo desapercibido también. Sacaba los cuerpos en la camioneta, los llevaba al cobertizo; el cual no quedaba muy lejos de la funeraria, los colocaba con cuidado en una enorme cama que tenía preparada para esos hermosos momentos, y luego me disponía para tener relaciones con mis amantes muertos.
Cada experiencia era tan deliciosa. Siempre elegía a mujeres jóvenes aún frescas para sentir mi amor. Sus partes rígidas no eran impedimento para disfrutar el goce sexual, aunque sabía perfectamente que no tenían vida, me complacía más con la idea de que ellas disfrutaban cada momento conmigo. A veces sentía que me hablaban, me acariciaban con ternura o me susurraban al oído palabras afectuosas de agradecimiento. Después de estar satisfecho y compartir un momento ameno después del sexo, las devolvía a la funeraria rápidamente antes de que alguien se diera cuenta.
Estuve así por meses hasta que finalmente alguien se dio cuenta de mis amoríos. No fue el embalsamador, creo que ni se ha dado cuenta que aún tengo la copia de la llave, sino el familiar de uno de mis amantes. Nunca había sentido atracción por el cadáver de un hombre, pero en este caso fue diferente, pues el hombre atractivo y fornido que me había tocado poseía un semblante especial; no era la muerte que le sentaba bien a sus pálidas mejillas, sino por su apacibilidad que le hacía esbozar una imperceptible sonrisa, como si estuviera feliz por haber caído en ese sueño eterno.
Me hizo recordar a mi tía aquella vez, con sus expresiones tan rigurosas e infaustas, las cuales llamaron muchísimo mi atención. Necesitaba tener ese cuerpo pues tenía la idea de que era especial, y me convencí perdidamente por una ansiedad incontrolable. Ese día, el embalsamador había salido después de preparar el cadáver; como era lo normal, y aproveché para poder entrar al cuarto. Descuidado, olvidé cerrar la puerta con llave. No quise esperar a llegar al cobertizo, así que decidí tomar acción en ese mismo lugar.
No pensé en las consecuencias, sino en obtener, aunque un trozo de placer. Estaba desvestido sobre el cuerpo del hombre y, de repente, la puerta se abrió lentamente y una persona extraña entró: era el hermano del difunto, al verme sorpresivamente en el acto, comenzó a gritar con rabia. Traté de vestirme lo más rápido que pude y salí de allí. Tomé la camioneta y aceleré sin mirar atrás.
Me escondí en mi lugar secreto por horas, pero la policía no tardó en encontrarme. Me arrestaron abruptamente como si fuera un animal y me impusieron cargos graves. Toda la funeraria y mi esposa se enteraron y no tardaron en ponerse en mi contra. Me enviaron a un centro psiquiátrico especializado en casos como el mío y aquí permanezco hasta el día de hoy. No he visto ni a mi esposa ni a mi hijo de nuevo. Me hallaba solo, rodeado de tristes enfermos y enfermeros abusivos. Cada noche sueño; me desprendo de mi cuerpo y recito cosas placenteras del pasado, esas que espero algún día volver a disfrutar.
FIN
E N G L I S H
PART TWO
I never stopped, never wanted to stop. My gallant heart yearned and I fulfilled its whims. I realized that my repressive feelings are the consequence of the ideals of a hypocritical society that restricts pleasures, enjoyments and desires. I broke the schemes again after a long time, in which I am already an adult with a family, however, my particular taste never disappeared. Now I accept it, I accept it as something important in my life, feeding myself with the pleasures that I denied myself.
I continued to enjoy myself with my beloved dead. Hiding in the shed of a dilapidated farmhouse; abandoned by an elderly family before they died. I learned all about embalming corpses, eradicating traces with different chemicals, and also about total sanitation of putrefaction. There, in that secluded place, I took my lovers and indulged them as I had always wanted, then returned them without arousing suspicion, meticulously applying the method I had learned and leaving them as they were.
I had earned the respect and trust of my boss. His flattering words came with the key to the mortuary's coffin storage room, so I could come and go as I pleased, without any restrictions. I finished my work by arranging the urns and coffins in the morgue. There was no one to accompany me, since only me was enough. Sometimes I stayed alone for hours, since the administration office was on the other side of the city, while the morgue and the embalming room were together in the same place.
Months had passed and the embalmer still looked at me with contempt. Apparently he has not erased that moment from his memory; that unexpected instant when he saw me on top of that girl's naked corpse. His silence was always a mystery to me, I wanted to ask him why, but I never dared, so we went on with our lives, with our work, each one on his own.
It was quite normal to see the embalmer leave his place of work early. Sometimes he would leave for hours and then return, sometimes he would never come back. In either case it was my time, because I would take the corpses out of the embalming room and take them to my secret place. The embalmer, although he was very good at his trade, was very careless and clumsy, and in one of his slips I took advantage and took the copy of the key to the door of his place of work so I could enter there. So far he did not notice it, which was very beneficial to me.
I was in and out whenever I wanted, and even more so, if I knew that an appetizing body was inside. Caution was my talent and the ability to keep everything unnoticed as well. I would take the bodies out in the truck, take them to the shed, which was not far from the funeral home, place them carefully on a huge bed I had prepared for those beautiful moments, and then I would get ready to have sex with my dead lovers.
Each experience was so delicious. I always chose young women still fresh to feel my love. Their rigid parts were no impediment to enjoy the sexual enjoyment, although I knew perfectly well that they had no life, I was more pleased with the idea that they enjoyed every moment with me. Sometimes I felt them talking to me, caressing me tenderly or whispering affectionate words of appreciation in my ear. After being satisfied and sharing a pleasant moment after sex, I would quickly return them to the funeral home before anyone noticed.
I went on like this for months until finally someone noticed my love affairs. It wasn't the embalmer, I don't think he even realized I still had a copy of the key, but the relative of one of my lovers. I had never felt attraction for the corpse of a man, but in this case it was different, because the handsome and strong man who had touched me had a special countenance; it was not the death that suited his pale cheeks, but his gentleness that made him smile imperceptibly, as if he was happy to have fallen into that eternal sleep.
It reminded me of my aunt that time, with her rigorous and unhappy expressions, which caught my attention. I needed to have that body because I had the idea that it was special, and I was hopelessly convinced by an uncontrollable anxiety. That day, the embalmer had gone out after preparing the corpse, as usual, and I took the opportunity to enter the room. Carelessly, I forgot to lock the door. I didn't want to wait to get to the shed, so I decided to take action on the spot.
I did not think of the consequences, but of obtaining, albeit a piece of pleasure. I was undressed over the man's body and, suddenly, the door slowly opened and a strange person entered: it was the brother of the deceased, seeing me surprisingly in the act, he began to scream with rage. I tried to get dressed as fast as I could and got out of there. I took the van and accelerated without looking back.
I hid in my secret place for hours, but the police soon found me. They abruptly arrested me like an animal and charged me with serious offenses. The whole funeral home and my wife found out and soon turned against me. I was sent to a psychiatric facility that specializes in cases like mine and I remain here to this day. I have not seen my wife or my son again. I was alone, surrounded by sad sick people and abusive nurses. Every night I dream; I let go of my body and recite pleasant things from the past, things I hope one day to enjoy again.
THE END
Escrito por @universoperdido. 25 de Junio del 2022
Written by @universoperdido. June 25, 2022
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Esos encuentros sexuales con la muerte son una situación de la novedad de las relaciones sexuales entre los muertos viviente. Muy creativa cada día la muerte se demuestra que ella vida. Vida eterna.
Reflexión. Felicitaciones por tu post.
Gracias por leerme, amigo, y por tu aporte en tu comentario. Saludos.
Era de esperarse que lo descubrieran tarde o temprano, la verdad siempre será victoriosa. Con una noticia como esa, la esposa y la hija también han de estar traumadas. Fue un gusto continuar la lectura de la segunda parte. Saludos.
Exacto, una actividad tan deliberada al borde de los límites de la discreción, tarde o temprano se iba a saber. Saludos, @ramisey
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¡Gracias por el apoyo!
ésta segunda parte ha estado espectacular!! Qué maravilla jajajajaja, debí pedirte que me etiquetaras, pero ya veo que no fue necesario, muy buena historia amigo, demasiado buena!!!
Gracias, ha quedado más fuerte y con una conclusión que me pareció la adecuada. Agradecido nuevamente por leerme, amigo.