Trazos de una Separación.
Diego y Valentina se conocieron en la universidad, en una pequeña ciudad del interior de Colombia. Allí, entre los edificios de ladrillo rojo y las amplias áreas verdes, se enamoraron y soñaron con su futuro juntos.
Después de graduarse, se mudaron a la ciudad de Bogotá y comenzaron a trabajar en su propia empresa de diseño y tecnología. Su pequeña oficina estaba ubicada en una zona moderna y vibrante de la ciudad, con cafeterías y tiendas de moda por todas partes.
Durante los primeros años, todo parecía ir bien. Diego y Valentina eran muy felices juntos y su empresa estaba creciendo cada vez más. Pero a medida que pasaba el tiempo, las diferencias entre ellos se hicieron más evidentes.
Un día, después de una discusión acalorada sobre la religión, Valentina decidió que no podía continuar su relación con Diego. Se sintió muy frustrada y decidió buscar ayuda en su iglesia. Allí conoció a un hombre llamado Miguel, que la ayudó a conectarse con Dios y a encontrar la fuerza para seguir adelante.
Miguel y Valentina se encontraron en una pequeña iglesia en las afueras de la ciudad. La iglesia era un edificio modesto, de ladrillo rojo, rodeado de jardines y árboles frondosos. Los dos hablaban sobre la relación de Valentina con Diego y Miguel le decía que debía seguir su fe, porque era lo mejor para ella.
Diego intentó muchas veces acercarse a Valentina después de la ruptura, pero ella siempre se mostraba reacia a hablar con él. Una vez, cuando él la encontró en un café cercano a su antigua oficina, intentó de nuevo convencerla para que lo escuchara.
Valentina, por favor, no puedes dejar que la religión nos separe. Sé que somos diferentes, pero eso no significa que no podamos estar juntos. Siempre hemos trabajado juntos para superar cualquier obstáculo, ¿por qué no podemos hacer lo mismo ahora?, dijo Diego, con los ojos llenos de tristeza.
Diego, lo siento, pero nuestra relación ha terminado. Yo necesito a alguien que comparta mi fe y mi visión del mundo. Es lo mejor para mí y para mi vida, respondió Valentina, con voz firme.
Los dos se miraron por un momento en silencio, y luego Diego se levantó y se alejó del café, sintiendo un gran vacío en su corazón. A partir de ese día, se dedicó a trabajar duro en su empresa y a tratar de olvidar a Valentina. Pero nunca pudo sacarla completamente de su mente y su corazón.