Cuentos para Ania #5: Rosa

La imagen fue hecha y tomada por mí, es mía!!!

Había una vez en un pequeño mundo contenido dentro de una vasija, una reina tan bella como ninguna otra, que proclamaba ser la más hermosa, despertaba todos los días luciendo su traje de espinas erguida en el centro de aquella tierra, y con corana de pétalos, ella reinaba.

Era la preferida del jardinero de aquella casa, y como una niña pequeña, todos los días el jardinero la regaba dándole un baño de vida, hasta que el agua corría y llegaba a las demás plantas. Los helechos, como fieles plebeyos, a su lado, esperaban que el jardinero se cansara de regar la bella rosa.

A aquella reina, su orgullo la coronaba más que su corona de pétalos, y con su cuerpo espinoso, pinchaba a sus amigos los helechos, proclamando espacio para mostrar su belleza.

Era una planta orgullosa y reinaba con tiranía, robaba los rayos de sol más tiernos en la mañana, haciéndole sombra a las demás plantas.

Un día, comenzó a sentir sed, cansancio, su tierra se había puesto árida a causa del descuido del jardinero, y guardando sus fuerzas y el poco alimento que le quedaba, pretendía salvar su belleza, pero de nada le sirvió, ahora estaba indefensa, el hambre y la sequía extinguían su vida, y aferrándose a ella, extendía sus finas raíces buscando cobijo en las vasijas que estaban a su lado por un pequeño orificio, pero ahora, sus amigos los helechos a los que siempre había maltratado, defendían sus tierras repeliendo día y noche las raíces de ella.

Aquella reina se enfrentaba a la fragilidad de su destino, y no comprendía, durante toda su vida, como padre amoroso, el jardinero sonreía todos los días mientras le daba su baño de vida, ahora pasaba y no la miraba, ¿Es que ya no seré tan bella?, era el pensamiento que en su cabeza retumbaba, haciendo que la bella rosa, poco a poco se marchitara.

En una mañana tranquila, la rosa sintió unos pasos, llena de emoción y esperanza, se irguió y miró hacia donde los había escuchado, parece ser que el jardinero recobró la cordura, y viene a apreciar mi belleza, pensó la rosa, entonces el jardinero pasó y no miró, pero en sus manos cargaba las respuestas a las preguntas de la reina, otra flor, posiblemente más bella, pasaba justo delante de ella, y aunque muy diferente a la reina, el jardinero también la llamaba Rosa.

Otra rosa había ocupado el tiempo de aquel jardinero, ahora, todo lo tenía claro la reina de aquel jardín abandonado. Las brisas del viento trajeron las penas que envolvieron su tallo haciendo que este se curvara en posición de reverencia, por primera vez la reina agachaba su cabeza y se daba cuenta de lo grande que era su arrogancia.

El jardinero dio la vuelta, parece ser que estaba perdido, hacía mucho tiempo ya, que no atendía las plantas, y agachándose delante de la reina, miró a su hija en sus brazos, y le dijo:

__Mira hija, por ella te puse Rosa.

Aquellas palabras golpearon más fuerte que un huracán a la rosa, llevándose su vida de golpe, y regalándole una nueva, estremeciéndola tan fuerte que casi la desprende de la tierra, entonces una gota de rocío que había estado guardando para cuando calentara el día, salió de su escondite, y rodando por sus pétalos, cayó al suelo seguida por muchas más producto del riego del jardinero, de pronto, sintió como sus raíces dejaron de ser repelidas para ser abrasadas por las de los helechos, era una nueva vida que nació del orgullo que había muerto.