A mystery looms over the death of a young woman while her father, a centurion in the Roman army, is away at war. Upon his return, he must embark on a relentless search to find the person responsible.

   Los últimos rayos de un sol decadente, se muestran entre los majestuosos arcos de piedra que conforman el Coliseo, construido por el emperador Vespasiano y que hoy se luce imponente como una de las grandes obras del imperio. Anunciándole a este aguerrido gladiador que por fin se encuentra en las cercanías de Roma su ciudad natal. Bruno Gallo, fue convocado desde el frente de batalla donde condujo a la victoria a una de las legiones de centuriones, para que se apersonara con urgencia en la capital debido a la grave enfermedad de su hija, a quien había dejado como regente de la casona y haciendas que poseía como premios por parte del emperador a su valentía.

  Consciente de que no podía replegar a su ejército por un problema personal, decidió ceder el mando de la tropa y regresar en solitario a las tierras del imperio lo más rápido que pudo; sin embargo, fue un viaje agotador que le tomó varios días para poder atravesar las grandes montañas. Dejando una estela de polvo en el camino tras el rápido galopar de su corcel, logra presentarse a las puertas del asentamiento antes de que la primera estrella de la noche se manifestara en el cielo. A su llegada, la imagen de la tristeza presente en los esclavos de la fortificación le indicó un mal presagio que podría suponer lo peor, en su mente mil pensamientos se acumularon socavando su espíritu, ante la posibilidad de haber llegado demasiado tarde. Pero cuando cruzó el largo corredor que conducía a la habitación de su amada hija, una de sus asistentes le gritó rogando que apresurara su marcha porque la joven solo esperaba por él.

  La dureza de su rostro de fiero soldado se resquebrajó como un cristal de roca, cuando entró a la recámara para encontrar un escenario mortuorio apabullante instalado alrededor del cuerpo de la chica, quien apenas respiraba convaleciente de una fiebre muy alta que, la consumió poco a poco durante días. La tristeza derrumbó por completo la fornida musculatura del gigantesco hombre que sucumbió de rodillas a un costado de la cama, mientras sus ojos se inundaban de lágrimas, al sujetar la mano agonizante de su única heredera.

  Con sus últimas fuerzas, sintiendo como la guadaña de la muerte punza sobre su corazón para arrancarle el alma del cuerpo destruido por la enfermedad, la damisela alcanzó a dibujar una sonrisa en su cara llenándola por segundos la mirada del brillo que siempre la caracterizó, al tener a su padre finalmente junto a ella, pero antes de dar su último respiro, le murmuró unas palabras en voz baja, intentando que el aire que quedaba en sus pulmones fuera suficiente para expresar lo que quería, pero solo alcanzó a mencionarle que buscara la tablilla de plomo, antes de sucumbir por el acoso de la maldición que la llevó a la tumba.

  Mostrando el profundo dolor por perder a su única hija, Gallo explotó en un ataque de ira irracional destrozando todo a su paso, intentando descubrir el mensaje que le dio la chica con sus últimas palabras, por más que buscó en los muebles del lugar mientras gritaba enloquecido por la aflicción y sumido en un llanto incontrolable, no logró encontrar nada. Luego comenzó a interrogar a los esclavos y guardias del sitio para encontrar un sentido lógico o al menos simbólico a la dichosa pieza de metal, de la cual no conocía absolutamente nada, sin obtener hasta ese momento ni una pizca de información al respecto. Un par de días pasaron y los actos fúnebres se consumaron con la sobriedad y el lujo del caso, dado el importante poder militar que el apellido Gallo representaba en las filas de las legiones romanas, incluso al sepelio asistió un alto ejecutivo del senado quien le entregó al padre una misiva de condolencias escrita de puño y letra por el mismísimo Emperador Cayo Julio Cesar.

  Durante el entierro se presentó repentinamente un cortejo oscuro, era algo majestuoso por decir lo menos, pero tan abrumador que todos los presentes se quedaron desconcertados, ya que nunca habían visto algo así, lo que se evidenció aún más, cuando del carruaje descendió una mujer vestida totalmente de negro de pies a cabeza, cosa que impedía por completo conocer cualquier rasgo de su identidad, un séquito de escoltas muy bien armados le abrió paso entre la multitud de manera agresiva, conduciéndola directamente hasta donde estaba el desconsolado padre. Al estar frente a Gallo, la imponente señora le dio sus condolencias y luego se acercó a tocar el cadáver expuesto de la joven, al mismo tiempo que abrazaba al centurión hablándole directamente al oído, para manifestarle un secreto que solo él podía escuchar, mientras Bruno solo asentía con la cabeza demostrando el gran poder que tenía la sombría persona, que fue capaz de dejar a su merced a uno de los más poderosos generales de la época.

  Luego de concluir la conversación, la enigmática dama de finos modales simplemente se dio la vuelta para gritar, con una poderosa voz que retumbó hasta en los rincones del cementerio, las palabras: — Que la Diosa Minerva derrame sus bendiciones sobre todos ustedes y que el búho de la sabiduría los guíe en la campaña que están por emprender. Seguidamente, caminó de vuelta al cofre de madera negra con incrustaciones de oro que la transportaba, para perderse en la lejanía rápidamente, permitiendo que el acto de inhumación continuará. Sin embargo, el misterioso secreto que develó cambió por completo el semblante del Bruno Gallo, dejando de estar derrumbado, sumiso y triste, para ahora mostrarse erguido, furioso y con el fuego de la venganza en sus ojos, cosa que sin duda, desembocará en una cadena de crueles actos hasta que encuentre saciar su sed de sangre y el significado de la tablilla de plomo.

Continuará...

Esta historia es ficticia y no representa a nadie en particular.

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  The last rays of a decadent sun, are shown between the majestic stone arches that make up the Colosseum, built by Emperor Vespasian and today looks imposing as one of the great works of the empire. Announcing to this brave gladiator that he is finally in the vicinity of Rome, his hometown. Bruno Gallo was summoned from the battlefront where he led to victory one of the legions of centurions, to urgently appear in the capital due to the serious illness of his daughter, whom he had left as regent of the mansion and farms he owned as rewards from the emperor for his bravery.

  Aware that he could not withdraw his army because of a personal problem, he decided to relinquish command of the troops and return alone to the lands of the empire as quickly as he could; however, it was an exhausting journey that took him several days to cross the great mountains. Leaving a trail of dust on the road after the fast gallop of his steed, he manages to present himself at the gates of the settlement before the first star of the night manifested in the sky. Upon his arrival, the image of sadness present in the slaves of the fortification indicated to him a bad omen that could mean the worst, in his mind a thousand thoughts accumulated undermining his spirit, before the possibility of having arrived too late. But when he crossed the long corridor that led to the room of his beloved daughter, one of his assistants shouted to him, begging him to hurry his march because the young woman was only waiting for him.

  The hardness of his fierce soldier's face cracked like a rock crystal when he entered the chamber to find an overwhelming mortuary scene set up around the body of the girl, who was barely breathing, convalescing from a very high fever that, little by little, consumed her for days. The sadness completely collapsed the muscular musculature of the gigantic man who succumbed on his knees at the side of the bed, while his eyes flooded with tears, holding the agonizing hand of his only heiress.

  With her last strength, feeling the scythe of death stabbing at her heart to tear her soul from the body destroyed by the disease, the damsel managed to draw a smile on her face, filling her eyes for seconds with the brightness that always characterized her, having her father finally beside her, but before taking her last breath, she murmured a few words to him in a low voice, trying to make the air left in her lungs enough to express what she wanted, but she only managed to tell him to look for the lead tablet, before succumbing to the harassment of the curse that took her to the grave.

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  Showing the deep pain of losing his only daughter, Gallo exploded in a fit of irrational rage destroying everything in his path, trying to discover the message that the girl gave him with her last words, no matter how hard he searched the furniture of the place while screaming crazed by grief and immersed in uncontrollable crying, he could not find anything. Then he began to interrogate the slaves and guards of the place to find a logical or at least symbolic meaning to the blessed piece of metal, of which he knew absolutely nothing, without obtaining until that moment not a shred of information about it. A couple of days passed, and the funeral acts were consummated with the sobriety and luxury of the case, given the important military power that the Gallo surname represented in the ranks of the Roman legions, even the burial was attended by a senior executive of the Senate who gave the father a letter of condolences written in the handwriting of the Emperor Gaius Julius Caesar himself.

  During the funeral a dark procession suddenly appeared, it was majestic, to say the least, but so overwhelming that all present were bewildered, as they had never seen anything like it, which was further evidenced, when from the carriage descended a woman dressed entirely in black from head to toe, which completely prevented to know any feature of her identity, an entourage of very well-armed escorts made her way through the crowd aggressively, leading her directly to where the grief-stricken father was. When standing in front of Gallo, the imposing lady gave her condolences and then approached to touch the exposed corpse of the young woman, at the same time she embraced the centurion speaking directly into his ear, to tell him a secret that only he could hear, while Bruno only nodded his head demonstrating the great power of the somber person, who was able to leave at his mercy one of the most powerful generals of the time.

  After concluding the conversation, the enigmatic lady of fine manners simply turned around to shout, with a powerful voice that echoed even in the corners of the cemetery, the words:—May the Goddess Minerva shower her blessings on all of you, and may the owl of wisdom guide you in the campaign you are about to undertake. Next, she walked back to the black wooden chest inlaid with gold that carried her, to quickly lose herself in the distance, allowing the act of burial to continue. However, the mysterious secret that he unveiled completely changed the countenance of Bruno Gallo, from being collapsed, submissive and sad, to now being erect, furious, and with the fire of revenge in his eyes, which will undoubtedly lead to a chain of cruel acts until he finds satiate his thirst for blood and the meaning of the lead tablet.

To be continued...

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This story is fictional and does not represent anyone in particular.

This is an Original Story written by @susurrodelmisterio for Hive

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