La decisión de Ana

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La decisión de Ana

Ana se sentía atrapada en su vida. Tenía 35 años, un trabajo aburrido y monótono en una empresa de contabilidad, un novio con el que llevaba cinco años y que no le hacía feliz, y una familia que la presionaba para que se casara y tuviera hijos. Ana no sabía qué quería hacer con su vida, pero estaba segura de que no era eso.

Un día, mientras navegaba por internet, vio un anuncio de una agencia de viajes que ofrecía un paquete de seis meses para recorrer el mundo. Ana sintió una chispa de ilusión y curiosidad. ¿Y si dejara todo atrás y se embarcara en esa aventura? ¿Y si conociera otras culturas, otras personas, otras formas de vivir? ¿Y si se encontrara a sí misma en el camino?

Ana decidió llamar a la agencia y pedir más información. Le dijeron que el precio era muy asequible, que el viaje incluía alojamiento, transporte y actividades en cada destino, y que solo tenía que llevar una mochila con lo imprescindible. Le dijeron también que había plazas limitadas y que tenía que reservar cuanto antes.

Ana se quedó pensativa. Por un lado, le aterraba la idea de dejar su zona de confort, su rutina, su seguridad. Por otro lado, le emocionaba la idea de cambiar de aires, de romper con lo establecido, de arriesgarse. Ana se preguntó qué haría su yo ideal en esa situación. ¿Sería valiente o prudente? ¿Seguiría su corazón o su cabeza?

Ana recordó entonces las sesiones de psicología que había tenido hace unos años, cuando sufrió una depresión por la muerte de su padre. Su psicóloga le había enseñado a cuestionar sus creencias limitantes, a identificar sus valores y sus metas, y a tomar decisiones basadas en lo que realmente le importaba. Ana se dio cuenta de que hacía tiempo que no aplicaba esos principios en su vida.

Ana decidió hacer un ejercicio que le había propuesto su psicóloga: escribir una carta a su yo futuro, imaginando cómo sería su vida dentro de diez años si tomaba una u otra opción. Ana cogió papel y lápiz y se puso a escribir.

"Querida Ana,

Hoy es 23 de mayo de 2033. Tienes 45 años y estás felizmente casada con Carlos, tu novio de toda la vida. Tienes dos hijos preciosos, Pablo y Lucía, de ocho y seis años respectivamente. Vives en una casa bonita y cómoda en las afueras de la ciudad. Trabajas como jefa de contabilidad en la misma empresa donde empezaste hace quince años. Tienes un buen sueldo y un horario flexible que te permite conciliar tu vida laboral y familiar.

Tu vida es tranquila y ordenada. Sigues una rutina diaria que te da seguridad y estabilidad. Te levantas temprano, preparas el desayuno para tu familia, llevas a los niños al colegio, vas al trabajo, vuelves a casa, haces la cena, ves la tele y te acuestas. Los fines de semana los dedicas a hacer planes con tu familia o con tus amigos de siempre. Una vez al año te vas de vacaciones a algún lugar cercano y conocido.

Te sientes satisfecha con tu vida. Has cumplido las expectativas sociales y familiares. Tienes todo lo que se supone que debes tener para ser feliz: una pareja estable, unos hijos sanos, una casa propia, un trabajo seguro… No te falta nada material ni afectivo.

Sin embargo, a veces sientes que te falta algo más. Algo que no sabes definir ni expresar. Una sensación de vacío, de aburrimiento, de monotonía. Una nostalgia por lo que pudo ser y no fue. Una inquietud por lo que aún podría ser y no es.

Recuerdas aquel día en que viste aquel anuncio de viajar por el mundo durante seis meses. Recuerdas la ilusión que te hizo pensar en esa posibilidad. Recuerdas también el miedo que te dio dejarlo todo atrás. Recuerdas cómo decidiste no hacerlo, cómo elegiste seguir con tu vida tal como estaba.

Te preguntas qué habría pasado si hubieras tomado otra decisión. Te preguntas cómo sería tu vida si hubieras vivido esa aventura. Te preguntas si habrías sido más feliz o más infeliz.

No lo sabes.

Solo sabes que esa fue la decisión que tomaste.

Y esta es la vida que tienes."

Ana terminó de escribir la carta y la leyó en voz alta. Se sintió triste e insatisfecha al imaginar ese futuro posible. Se dio cuenta de que no quería esa vida para sí misma.

Ana cogió otro papel y escribió otra carta.

"Querida Ana,

Hoy es 23 de mayo de 2033. Tienes 45 años y eres una mujer libre e independiente. No tienes pareja ni hijos ni casa propia ni trabajo fijo. Tienes una mochila con lo imprescindible y un pasaporte lleno de sellos.

Tu vida es apasionante e impredecible. Sigues una filosofía nómada que te lleva a explorar el mundo sin ataduras ni compromisos. Te levantas cuando quieres, comes lo que encuentras, duermes donde puedes. Cada día es diferente al anterior y al siguiente. Cada lugar te ofrece algo nuevo por descubrir y aprender.

Te sientes realizada con tu vida. Has cumplido tus sueños más locos e inconfesables. Has visto maravillas naturales y culturales que jamás imaginaste. Has conocido gente increíble con historias fascinantes. Has vivido experiencias intensas y memorables.

Sin embargo, a veces sientes que te sobra algo más. Algo que no sabes definir ni expresar. Una sensación de soledad, de cansancio, de desarraigo. Una añoranza por lo que dejaste atrás y no volverá. Una preocupación por lo que vendrá después y no sabes.

Recuerdas aquel día en que viste aquel anuncio de viajar por el mundo durante seis meses. Recuerdas la emoción que te hizo sentir esa oportunidad. Recuerdas también el valor que tuviste para aprovecharla. Recuerdas cómo decidiste hacerlo, cómo elegiste cambiar tu vida radicalmente.

Te preguntas qué habría pasado si hubieras tomado otra decisión. Te preguntas cómo sería tu vida si hubieras seguido con tu rutina. Te preguntas si habrías sido más feliz o más infeliz.

No lo sabes.

Solo sabes que esa fue la decisión que tomaste.

Y esta es la vida que tienes."

Ana terminó de escribir la carta y la leyó en voz alta. Se sintió feliz e ilusionada al imaginar ese futuro posible. Se dio cuenta de que quería esa vida para sí misma.

Ana tomó una decisión.

Llamó a la agencia de viajes y reservó su plaza para el paquete de seis meses por el mundo. Llamó a su novio y le dijo que lo dejaba. Llamó a su jefe y le dijo que renunciaba. Llamó a su madre y le dijo que se iba.

Ana hizo las maletas y se fue al aeropuerto.

Ana empezó su nueva vida.

Una historia que refeja la importancia de decidir lo que nos gusta y no lo que vemos a simple vista

Espero que esta pequeña historia te guste 😊

Gracias por visitar el post
Gracias por Leer el pequeño cuento 😃.

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