El Garbanzo

A la entrada de El Garbanzo la triste estatua de Don Robusto parece aferrarse un poco a la vida a través de sus incontables historias...

-Te voy a dar una paliza-

Le grita Javier a José al entrar en aquel café.

José no contesta, nadie voltea tampoco. El silencio persiste entre los presentes como si aquel desafortunado sólo hubiera pensado su amenaza sin atreverse a decirla. Luego, igual de calmado como estaba, José le responde:

-Solo déjame terminar de tomar mi café...-

Mientras tanto, sentado en el retrete, Manuel se lamenta.

-Parece que por un buen tiempo esta será mi única oficina...Bueno, no digo que esté tan mal, al menos tengo un pequeño espacio donde pensar-

Después de seis meses buscando trabajo la locura empieza a hacer estragos. Limpia sus lentes con papel sanitario, coloca tres bolígrafos sobre su viejo portafolios y acomoda el celular a un lado por si le llaman de alguno de los cien negocios donde ha enviado su currículum.

Al otro lado del mostrador, Alejandro, el barista más joven en ese turno, seca sus lágrimas, su novia de toda la vida le ha pedido terminar la relación justo un día antes que él le pediría matrimonio. Se sirve un café capuchino con diez sobres de azúcar y se sienta con los demás clientes.

El gerente le hace señas para no armar un escándalo, pero él lo ignora, se cambia de sillón para quedar de espalda al mostrador y sube los pies en el taburete.

Ya un poco más calmado Javier pide un café expreso, pero Alejandro está indispuesto, como si por sus actos dijera que ha renunciado, mientras que Marcela, la aprendiz, no deja de hablar con su novio por teléfono, así que brinca el mostrador y se sirve solo el café.

Afuera del WC la fila se hace cada vez más larga. Al parecer Manuel se ha quedado dormido sentado en el retrete. El gerente toca enérgicamente la puerta sacando a Manuel de su trance. Todo asustado se sube los pantalones, recoge sus cosas y vale del baño.

-Está usted bien?-

Le pregunta el gerente ansioso de que no lo demande.

-Estoy bien amigo-

Le contesta Manuel al tiempo que tropieza dejando caer sus papeles.

Sobre el suelo se dispersan graciosamente los doscientos currículums que había mandado imprimir al mayoreo al tiempo que Manuel se pone de rodillas para levantarlos. Javier al verlos, libera una sonora carcajada.

-No son esos demasiados currículos? Que piensas usar una ametralladora de currículos para repartirlos?-

Cualquiera le hubiera privado de un par de dientes, pero en cambio Manuel solo atina a sonreír reconociendo que había exagerado

-Podria decirme que puesto de trabajo está buscando-

Le pregunta el gerente

-Soy especialista en preprensa, pero también hago algo de diseño gráfico-

-Entiendo, entonces usted le mueve a las máquinas que imprimen, podría ayudarme con mi impresora? de pronto dejó de funcionar-

-No mi amigo, eso es otra cosa. Lo que yo hago es corregir los archivos de diseño gráfico para que se impriman con más calidad-

-No entiendo muy bien, pero no le serviría trabajar para mí mientras encuentra algún trabajo de lo suyo, me acaba de renunciar mi barista y la verdad es difícil encontrar un joven que se quede mas de un mes-

-Si, porque no. Cuando empiezo?-

-Le parece bien ahora mismo?-

-Me parece bien-

Mientras tanto Alejandro observando a Marcela un tanto molesta al teléfono se pone enfrente de ella.

-Quieres salir conmigo?-

-Si porque no-

En eso llega Javier al mostrador

-Alguno de ustedes ha visto a José?-

-Ah está hora se va, pero mañana lo puedes encontrar aquí desde las siete de la mañana, el viene a esa hora todos los días-

Así pasa un día más en el café El garbanzo, dónde por cierto vengo todos los días a escribir mis historias.