Nonfiction: Dreaming of the trip (Eng/Esp)
When I was told at my job that I would be traveling to Chile for a two-month training, I was so excited that I started daydreaming.
I had never left my country, let alone traveled in an airplane, my imagination started to fly from that very moment.
I knew very little about the country I would visit, so the first thing I did was to look for information about its geography, its climate, its cities and its people. And as I did so, I dreamed of the day I would get there and what I would see.
I would sit at my desk in front of the computer. At that time, there were no cell phones, and I would take advantage of my lunch hour to look up information about the city and the university where I would go and how I would get there. The professor who would receive me had sent me a complete itinerary with a map and all the necessary information.
A co-worker who had lived in that country gave me some advice.
"Chileans are not very sociable, rather unfriendly"
"Where did you live?"
"I was in Santiago, the capital, and I didn't make many friends"
But I didn't imagine them that way. So I said to myself, I'll know when I'm there
I knew I would arrive in fall and I dreamed of trees with brown, yellow and reddish leaves, falling and covering the streets. I imagined walking in the rain and wearing a coat to protect me from the cold. A climate so different from the warm tropical climate of my country.
Chile, such a long country, as a song says.
The day I traveled to the airport from the city where I lived, I was a little nervous, even though I had imagined what it would be like when I got on the plane and when it took off. I was starting my adventure.
The driver of the institution that took me was a very nice and friendly man. I was alone and did not know very well what I had to do, and he seemed to realize it.
"I am going to accompany you to the airline ticket office, we are going to pick you up".
"Thank you, Mr. Julio. Anyone else would have left, your job is to bring me to the airport".
"Don't worry, I will accompany you until you go through customs"
And so he did and at that moment when I was going through the tunnel to get to the plane, I felt that my dream began to come true.
Coincidentally it was also the first trip on that big and beautiful plane and that for me was a sign that everything would go well. I sat in the window seat. There were several children on the flight, and they were given a model of the plane. At that moment, I would have liked to have been a child.
The plane raced down the runway and took off to lift off. I felt a knot in my stomach and held very tightly to the seat, and from that moment on what I had dreamed of fell short. That trip was so amazing to me that I remember many details even though more than twenty years have passed. And that experience meant that I have never been afraid of flying in an airplane.
We had a stopover in the city of Lima and many people got off, and I stayed alone in the three-seater seat and there I fell asleep, but not for long, I did not want to miss any detail. When I saw the city of Santiago de Chile surrounded by the high mountains of the Andean Cordillera in a sky full of little clouds, I was glad I had not been asleep.
I arrived in the big city and walked its streets for the first time on a night when it was still light at 8 pm, the last days of summer. The next morning, my first train ride south to the city of Chillán.
Out of ignorance, I bought a very cheap train ticket to Chillán. The seats were metal and very cold. Most of the passengers were peasants carrying sacks loaded with planting materials, and some were carrying chickens and rabbits. They talked a lot among themselves, and I loved that quick way of saying the words.
Maybe the trip took a little longer because it stopped in every town, but it was meant to be, and I had fun watching the scenery through some very large windows.
Passing through villages and fields with the mountain range always to the right, its snow-capped peaks and volcanoes, the cold and the heat of the earth's bowels combined in those high mountains. I arrived at my destination on a cold and rainy afternoon. I love the rain, and for me, it was the best welcome. The teacher was waiting for me at the train station, holding a sign with my name written on it.
"Welcome to Chillán, Morela!. Let's go this way". She was an energetic but kind woman.
"Thank you" I told her and as was my custom, I gave her a hug. She was surprised.
From that moment on, I stopped dreaming to live my life.
That of each one of the people who made me feel like a dear friend that is received with open arms, of the instant coffee that I got used to drinking every morning in the laboratory where I was studying, of the wonderful natural places, of the walks in the company of my friends proud of their country, their lakes, its fragrant coniferous forests, the copious in bloom, the snow that I could see very close coming down from the mountains, its handicrafts made of clay, its music listened to in the Peña de los Parra remembering Violeta Parra Chilean poet and singer, and even listening to the stories of the terrible earthquakes that are part of her life.
All of this exceeded my expectations, beyond what I had dreamed of. I learned not only what I was going to study but something more important, human warmth and solidarity have nothing to do with nationality. It was in every single person I met.
And as the Chileans say, Just like that!
Cuando me dijeron en mi trabajo que viajaría a Chile a realizar un entrenamiento por dos meses, me emocioné tanto que comencé a soñar despierta.
Nunca había salido de mi país y mucho menos había viajado en un avión, mi imaginación comenzó a volar desde ese mismo momento.
Conocía muy poco del país que visitaría, así que lo primero que hice fue buscar información sobre su geografía, su clima, sus ciudades y su gente. Y en la medida que lo hacía soñaba con el día en que llegaría allí y lo que conocería.
Me sentaba en mi escritorio frente a la computadora. En esa época no existían los teléfonos celulares, y aprovechaba mi hora de almuerzo para buscar información sobre la ciudad y la universidad donde iría y cómo llegaría hasta allí. La profesora que me recibiría me había enviado un itinerario completo con un mapa y todos los datos necesarios.
Un compañero de trabajo que había vivido en ese país, me daba algunos consejos.
—Los chilenos no son muy sociables, más bien son antipáticos.
—¿Dónde viviste?
—Estuve en Santiago, la capital y no hice muchos amigos.
Pero yo no los imaginaba de esa manera. Así que me dije, lo sabré cuando esté allá.
Sabía que llegaría en la época de otoño y soñaba con los árboles con las hojas de colores marrones, amarillos y rojizos, cayéndose y cubriendo las calles. Me imaginaba caminando bajo la lluvia y con un abrigo para protegerme del frío. Un clima tan diferente al cálido clima tropical de mi país.
Chile, un país tan largo, como dice una canción.
El día que viajé al aeropuerto desde la ciudad donde vivía, estaba un poco nerviosa, aun cuando yo me había imaginado cómo sería ese momento en que me subiera al avión y cuando este despegara. Estaba iniciando mi aventura.
El chofer de la institución que me llevó, era un señor muy amable y simpático. Iba sola y no conocía muy bien lo que tenía que hacer, y él pareció darse cuenta.
—La voy a acompañar hasta la taquilla de la línea aérea, vamos a buscarla.
—Se lo agradezco, Sr. Julio. Cualquier otro se hubiera ido, su trabajo es solo traerme hasta el aeropuerto.
—No se preocupe, la acompaño hasta que pase la aduana.
Y así lo hizo y en ese momento en que me dirigía por el túnel hasta llegar al avión, sentí que mi sueño comenzaba a hacerse realidad.
Coincidencialmente también era el primer viaje de ese avión tan grande y hermoso y eso para mí fue una señal de que todo iría bien. Me senté en el asiento junto a la ventana. Había varios niños en el vuelo y les regalaron un modelo del avión. En ese momento me hubiera gustado ser una niña.
El avión corrió por la pista y se despegó para levantar el vuelo. Yo sentí un nudo en el estómago y me sujeté muy fuerte del asiento y desde ese momento lo que había soñado se quedó corto. Ese viaje fue tan asombroso para mí que recuerdo muchos detalles aun cuando han pasado más de veinte años. Y esa experiencia hizo que nunca he tenido miedo de volar en avión.
Hicimos escala en la ciudad de Lima y se bajaron muchas personas y yo me quedé sola en el asiento de tres puestos y allí me quedé dormida, pero no por mucho tiempo, no quería perderme ningún detalle. Cuando vi la ciudad de Santiago de Chile rodeada de las altas montañas de la cordillera andina en un cielo lleno de nubecitas, me alegré de no haber estado dormida.
Llegué a la gran ciudad y caminé por primera vez sus calles en una noche donde todavía había luz a las 8 pm, los últimos días del verano. A la mañana siguiente, mi primer viaje en tren hacia el sur, hasta la ciudad de Chillán.
Por desconocimiento, compré un pasaje muy economico de un tren que iba hasta Chillán. Los asientos eran de metal y estaban muy fríos. La mayoría de los pasajeros eran campesinos que llevaban sacos cargados con materiales para la siembra y algunos llevaban gallinas y conejos. Hablaban mucho entre ellos y me encantó esa rápida manera de decir las palabras.
Tal vez el viaje tardó un poco más porque el tren se detenia en cada pueblo, pero así debía ocurrir y me diverti viendo el psisaje a través de unas ventanas muy grandes.
Atravesando pueblos y sembradíos con la cordillera siempre a la derecha, sus picos nevados y sus volcanes, el frío y el calor de las entrañas de la tierra combinados en esas altas montañas.
Llegue a mi destino en una tarde fría y lluviosa. Me encanta la lluvia y para mí fue la mejor bienvenida. La profesora me estaba esperando en la estación del tren, con un cartel donde estaba escrito mi nombre.
—¡Hola Morela¡ ¡Bienvenida a Chillán!. Vayamos por aquí. —Era una mujer enérgica pero amable.
—Gracias, —le dije y como era mi costumbre, le di un abrazo. Ella se sorprendió.
Desde ese momento dejé de soñar para vivir la realidad de cada momento.
De cada una de las personas que me hicieron sentir como un amigo entrañable que se recibe con los brazos abiertos, del café instantáneo que me acostumbré a tomar todas las mañanas en el laboratorio de la Universidad donde estaba estudiando, de los maravillosos lugares naturales, de los paseos en compañia de mis amigos orgullosos de su país, sus lagos, sus fragantes bosques de coníferas, el copihue en flor, de la nieve que pude ver muy cerca bajar de la montaña, su artesanía hecha de barro, su musica escuchada en la Peña de los Parras recordando a Violeta Parra poeta y cantante chilena, y aún también escuchar los cuentos de los terribles terremotos que forman parte de su realidad.
Todo esto superó las expectativas de lo que había soñado. Aprendí no solo lo que iba a estudiar sino algo mas importante, el calor humano y la solidaridad no tienen nada que ver con la nacionalidad. Estuvo en cada una de las personas que conocí.
Y cómo dicen los chilenos ¡Así nomás!
La traducción al inglés lo realicé en www.deepl.com
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What a story! Beautifully written.
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Cordialmente
El equipo de CHESS BROTHERS
Thank you very much @chessbrothers and happy day for you ✨️💐
Awnn, it's so sweet that your dream came into reality. When it comes to things we long for, we cat escape having crazy imaginations about them.
Sorry about the cheap ticket, hope your body didn't hurt when you alighted?
Some people are so welcoming, every moment around them makes everything beautiful.
I love the story and the closing sentences about human hospitality as having little to do with the country but with the individual; very true.
This is a beautiful travel short story, the words are beautifully arranged.
Thank so much @momins 💐
Greetings