A Rafael le encanta ir a la playa, él es un excelente nadador, aprendió desde muy joven cuando iba con sus amigos a las playas del litoral central. Él quiere que sus tres hijas aprendan a nadar como él, pero ellas son muy pequeñas y le tienen miedo al mar. Él se mete con ellas cargadas sobre sus hombros y las lanza al agua sobre las olas y cuando las ve que se hunden y comienzan a tragar agua, las ayuda a salir. ¡Que susto se llevan! pero Rafael no se ha dado cuenta que esa no es la mejor manera de enseñarlas.

Su esposa Lilia le reclama y le dice que así lo que va a lograr es que las niñas nunca aprendan a nadar y le tengan miedo al mar.

Hoy es un día de playa para la familia, y las niñas disfrutan mucho del paseo a pesar de ese empeño de su papá en enseñarlas a nadar. Ellas lo quieren mucho y es muy divertido salir con él de paseo, porque las consiente y les compra lo que ellas le pidan.

Llegan a playa, es muy bonita porque tiene muchas palmeras y la arena es muy blanca. Hay sombrillas multicolores para protegerse del sol, que ya se siente muy caliente. El mar está un poco picado, las olas revientan en la orilla y la blancura de su espuma se combina con la arena. La madre se encarga de colocar el mantel con la comida que ha llevado: pollo asado, bollitos, ensalada, una torta, galletas y refrescos. Todo muy sabroso.

Las niñas rápidamente se quitan la ropa y se quedan con su traje de baño. Mariela la mayor de 10 años y Josefina de 9 años, corren hasta la orilla pero su padre les advierte que no se metan al mar. Está demasiado fuerte y las olas las pueden revolcar, así que se quedan jugando haciendo castillos de arena y ayudando a Zulay, su hermanita más pequeña a recoger caracolas y a guardarlas en su tobito plástico de color rojo.

―¡De la que nos salvamos! ―le comenta Josefina a su hermana, ―papá no nos va a lanzar al mar esta vez.

―Ja,ja,ja tienes razón, acá estamos tranquilas sin tragar agua de mar, demasiado salada para mi gusto.

El día había estado muy sereno, pero unos nubarrones han oscurecido un poco el cielo y el mar... el mar se ha puesto más agitado, grandes olas se van formando y a más de uno han revolcado haciendo que se les caiga el traje de baño, las mujeres salen tapándose con los manos y brazos tratando de encontrar el sostén del bikini antes de que los curiosos se den cuenta.

A una señora muy pesada la ha revolcado una ola y ella no puede pararse para salir del mar, dos señores tratan de ayudarla pero a ellos tambien los revuelca otra ola y caen sobre la señora, que ha tragado mucha agua. Al fin logran salir con los cabellos todos revueltos y llenos de arena. Ja,ja,ja Mariela y Josefina no paran de reír.

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De repente se escuchan unos gritos pidiendo auxilio, unos muchachos que habían nadado muy adentro, están en peligro de ahogarse. En esta playa no hay salvavidas. Rafael los ve y como es muy valiente y excelente nadador nada hasta donde ellos están. Otros dos hombres también logran nadar hasta allá, pero las olas están muy fuertes y los van alejando de la costa. Por fin Rafael logra alcanzarlos, eran una muchacha y dos muchachos. Ayuda a la muchacha a salir y uno de los hombres la lleva hasta la orilla, vuelve para sacar a los otros dos y ahora también el señor que había nadado para ayudarlos se está cansando y tragando agua. Logra empujar a los dos muchachos con las piernas y ellos nadan hasta la orilla, pero el señor que se está ahogando lo agarra por el cuello en un intento de mantenerse a flote y comienza a hundirlo.

Mariela y Josefina se acercan al grupo de gente que se ha reunido en la orilla de la playa y se dan cuenta que su papá no ha podido salir del mar.

―¡Papá! !Papá! ―grita Josefina.

Su mamá y su hermanita también se acercan y gritan desesperadas.

Josefina se queda pensando y le dice a Mariela.

―¡Ya sé cómo podemos ayudar a papá, antes de que se ahogue!

―¿Como? si no hemos aprendido a nadar.

―Yo vi en una película que las personas hacían una cadena humana para ayudar a las personas que se estaban ahogando y así las pudieron sacar.

―Rápido… vamos a decirles a la gente, le dice Mariela.

Como por arte de magia aparece una cuerda muy larga y las personas comienzan a hacer una cadena hasta llegar a donde estaban el papá de las niñas y el hombre que casi lo ahoga y por fin logran rescatarlos.

Muchas gracias les dice Rafael quien agotado se tira en la arena. Sus hijas y su esposa corren a abrazarlo.

Los muchachos a los que había salvado se acercan a agradecerle.

―Señor fue usted muy valiente, ―le dice el mayor de ellos ―y además tiene unas hijas muy inteligentes, la idea que tuvieron para ayudarlo fue genial, le salvaron la vida.

Rafael se siente agradecido de sus hijas y orgulloso de que hubieran hecho lo necesario para ayudarlo. Las abraza y les dice que ya nos las obligará a meterse al mar para enseñarlas a nadar. ―Creo que las academias de natación son una mejor opción, ¿no les parece? Ellas sonríen y Josefina le responde, ―Estamos de acuerdo papi.

Muchas gracias por leer e invito a @jesustiano y a @bitacorafuchs a participar. Acá el enlace

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ENGLIS VERSION

This story is a tribute to my dad who loved the sea, of him I keep beautiful memories and some not so beautiful ... as when he wanted to teach us to swim, because he did it the way he learned.

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