Roberto abrió los ojos y vio el cielo oscuro lleno de estrellas, él se sentía muy mal, se sentía mareado, con náuseas y muy débil, él sentía que todo lo que estaba alrededor se movía en un movimiento ondulado, como si estuviese en una especie de cama de agua gigante, al tratar girar su cuerpo para intentar levantarse de la cama, sintió que estaba amarrado a la altura de la cintura, y cuando en la desesperación movió sus piernas, sus pies cayeron hacia abajo de la cama, tocando agua.

En ese momento, Roberto, se puso como loco y se desesperó, pero después un corto tiempo se dijo así mismo, “debes controlarte”, pero no le sirvió de mucho, hasta que abrió los ojos completamente, y vio como las estrellas, comenzaban a desvanecerse, al ser tapadas por nubes de lluvia, en ese momento se dijo así mismo con voz muy fuerte, debes controlarte.

Al hacerlo, algo se despertó en él, comenzó a hacer respiración controlada, y a los pocos segundos ya estaba tranquilo y comenzó a pensar en su situación. Lo primero que hizo, fue colocar las manos en la cuerda que tenía en la cintura, y consiguió el nudo. Al tocarlo, se dio cuenta de que era un nudo de amarre, como el que usan los camiones, así que haló la punta del nudo y lo soltó, pudiéndose soltar y luego levantar.

Cuando Roberto se paró, casi se cae, debido a que las olas del mar estaban empezando a crecer y estaba comenzando lloviznar. En ese momento, lo único que pudo decir Roberto, fue una expresión de asombro, y su rostro, generó una expresión de terror espantosa, al ver que estaba en un bote de madera en medio del océano, sin saber cómo había llegado allí.

Roberto comenzó a ver hacia los diferentes lados del bote, se dio cuenta de que el bote de madera donde él estaba, contenía algo que estaba tapado con una lona impermeable, y donde él estaba parado, era una tabla, donde antes estaba acostado. Al mirar hacia la parte de atrás, vio que el bote de madera, estaba amarrado a otro bote, a través de una fuerte cuerda. Pero el otro bote, era un bote de emergencia y salvamento, color rojo y naranja fluorescente.

El bote de salvamento, estaba como a tres metros del bote, donde estaba Roberto. Cuando él estaba tratando de hacer un análisis de su situación actual y de entender lo que pasaba, cayó un enorme rayo, que iluminó por segundo el mar, y luego sintió, como las gotas de lluvia comenzaron a caer sobre él.

Roberto comenzó a desesperarse de nuevo, ya que no tenía idea de lo que debí hacer. Él pensó en amarrarse a la cuerda del bote, de modo que si había una tormenta fuerte, no se caería del bote. También estaba pensando en meterse bajo la lona, y seguía pensando otras cosas, cuando escuchó una voz que gritaba su nombre.

La voz era de Susana, su novia, que estaba en el bote de salvamento, con su perro Gladius, que ladraba lleno de alegría al ver a su amo.

—Roberto, hala la cuerda y acerca los botes— gritó Susana con fuerza.
Roberto, efectivamente, haló la cuerda y logró acercar los botes, hasta el punto en que pudo pasarse al bote de salvamento, sin mayo esfuerzo.

Después de los abrazos, besos y saludos de Susana y, los ladridos y lamidas cariñosas de Gladius, Roberto, hizo la pregunta que le consumía los sesos.

—¿Susana, cómo es que estamos aquí en medio del océano? —dijo Roberto, con gran premura.

—Me imagino que no, recuerdas nada. Hace dos días, nos fuimos con Rubén y Karina a la casa de la playa.

En la noche, Rubén nos comentó, que le había comprado un bote de lujo a su tío, y ustedes empezaron a hablar del bote, y decidieron, salir a pasear. Así que todos nos montamos y nos fuimos de paseo.

En la noche, todos estábamos reunidos, conversando y bebiendo en la parte de afuera del barco, viendo las estrellas, y escuchando los cuentos de Rubén. Pero de un momento a otro, vimos unas luces en el agua. Las luces eran más grandes que el bote, y sentimos cómo el bote se elevaba del agua en ocasiones.

Rubén nos instruyó, para que llenáramos de inmediato el bote de madera con agua y alimentos y que lo amarráramos y lo selláramos con la lona impermeable. También nos dijo que amarráramos, el bote de salvamento, al bote de madera, por si hubiese necesidad de desplegarlo.

Hicimos todo sin problemas, pero siempre con las luces debajo de nosotros. Además de eso no hicimos nada, solo estábamos esperando que las luces se alejaran, ya que el motor del barco no funcionaba, no había comunicaciones y simplemente no podíamos hacer nada.

Después de un rato, Rubén trató de encender el motor nuevamente. Pero esta vez, las luces se movieron hacia arriba con fuerza, tú te caíste y te golpeaste la cabeza muy fuerte, quedando desmayado. En ese momento, Karina y yo, te subimos al bote con la ayuda de Rubén y te amarramos a la tabla.

De repente, sentimos cómo el barco empezó a elevarse de nuevo del agua, y en ese momento, Rubén decidió, liberar el bote. Cuando lo hizo, el barco se movió de lado y Rubén cayó hacia el otro lado del barco. Karina se bajó del bote de madera, para ir a ayudarlo, cuando el bote empezaba a bajar hacia el mar. Quedando así nosotros en el bote de madera y ellos en el barco.

En un momento Rubén pudo asomarse por una de las barandas del barco, y nos gritó que nos fuéramos, ya que a ellos, no lo dejaban salir del barco.

Yo hice lo que Rubén dijo, abrí el bote de salvamento, lo amarré y pasamos la primera noche juntos en el bote de madera. Hoy, hace muy poco tiempo, me acordé de que en el bote de salvamento, hay un aparato que da una señal de auxilio, así que acerqué el bote, para entrar y prenderla. Es esa cosa que, que está detrás de ti, y mientras lo hacía te oí gritar, después te llamé y acá estamos. —contestó Susana.

Roberto estaba pálido y muy nervioso, después de escuchar la historia. Ahora, él y Susana, sentían cómo las olas iban creciendo y cómo la lluvia se hacía cada vez más fuerte. Ambos bebieron agua y se abrazaron junto a Gladius.

En un momento, ellos estaban aterrados, sentían cómo la balsa de salvamento se levantaba varios metros de altura, y después se deslizaba hacia abajo con fuerza, para subir de nuevo.

En un momento, de locura, ellos decidieron abrir un poco el cierre de seguridad, de la ventana plástica del bote de salvamento, para ver si podían ver algo, en ese momento cayó un rayo, y ambos vieron, como una enorme ola de unos diez metros de altura, se dirigía hacia ellos y se dieron cuenta de que ese sería su fin. Ellos se abrazaron, y abrazaron a Gladius, esperando el golpe final.

En ese momento, Roberto empezó a gritar, y todos los que estaban en la piscina de la casa de Rubén, salieron corriendo hasta la cama playera donde él estaba durmiendo él, con Gladius a sus pies.

Cuando Rubén, Karina y Susana, llegaron a su lado y lo despertaron. Roberto los abrazó con mucha fuerza y cuando se tranquilizó, le contó su pesadilla, y cómo pensó que los había perdido.

Todos los miraron y hablaron con él, y posteriormente, al ver que Roberto, seguía nervioso por el sueño, Susana le dijo "Queda tranquilo, solo fue una pesadilla, además, las cosas no siempre son lo que parecen, así que tu sueño puede tener un significado bueno". Todos vieron a Susana, y terminaron riendo de lo que había dicho alegremente.

Gracias por leerme.