Diana era una joven de dieciséis años, muy alegre y que, como cualquier adolescente, estaba llena de sueños, ilusiones y expectativas sobre su futuro.

La vida en la secundaria donde ella estudiaba, se asemejaba mucho a un lienzo en blanco, rodeado de cientos de pintores, listo para que cada uno de ellos pintara, las experiencias que aún tenían por vivir en el transcurso de años.

Karen, una muchacha de la misma edad que Diana, era un ingreso en la escuela. En un principio los estudiantes, veían a Karen como a una chica rara, dado que su personalidad era diferente a la de las demás chicas; ella era tranquila, solitaria y siempre estaba alegre, además les parecía que Karen había encontrado una profunda apreciación por la belleza de las pequeñas cosas de la vida, que era muy diferente a los gustos de la mayoría de los muchachos de la escuela.

A Karen se le veía, que disfrutaba de cada momento que vivía, reía siempre, hablaba de la belleza, de todo lo que la rodeaba y veía, la gente veía como ella, disfrutaba de cosas muy sencillas, como, de la brisa que movía su cabello, del calor del sol en su piel, de la visión de las estrellas en la noche o de simplemente disfrutar al máximo por solo comerse un dulce. Eso hacía que muchos la viesen como una persona rara y extraña, en ese ambiente.

Pero en un momento, la vida de Diana y Karen se cruzó, cuando el profesor de ciencias las asignó trabajar juntas en un proyecto, donde además de hacer investigación documental, debían hacer actividades de campo.

Diana, al ver que la habían colocado con Karen, se sintió incómoda, ya que como las demás chicas de su grupo, veía a Karen como una persona inusual o rara y, la verdad es que Diana, no entendía su enfoque tranquilo, amable, amoroso y apacible ante la vida.

Pero a la medida que Diana pasaba tiempo y compartía más con Karen, empezó a conocerla y tomarle cariño de verdad.

Karen, al ver que Diana se abría con ella y que estaba naciendo una amistad entre ambas, comenzó a compartir con ella, su amor por la poesía, la literatura y la música, y además le mostraba a Diana un mundo que hasta entonces ella desconocía.
Diana, intrigada por la personalidad de Karen, le preguntó; – ¿Dime algo, por qué no te gustan las típicas actividades de diversión, tener novios y amigas para salir con ellas?

– Sabes Diana, no es que no me guste, sino que hay veces que no hay tiempo para perderlo, y la vida es un gran regalo, aunque efímera, y cada minuto que tenemos en ella, es un tesoro que no debemos desperdiciar. Y además de divertirse haciendo tonterías, paseando en un centro comercial comprando cosas. También debemos aprender a disfrutar del sol, las estrellas, la brisa, y todo lo que nos rodea, ya que eso es un regalo que recibimos y debemos disfrutarlo al máximo.–

En uno de sus viajes juntas para buscar rocas en la montaña, Diana le ofreció a Karen una barra de proteína. Karen cerró los ojos y saboreó cada bocado de la barra como si fuera un manjar exquisito.

Diana, sorprendida, le dijo – A veces que era extraña, a lo que Karen simplemente sonrió y respondió: "A veces, las cosas más simples son las más especiales."

En uno de sus paseos al campo para realizar el trabajo de ciencias, Karen llevó a Diana a un prado lleno de flores. Ella le pidió a Diana que cerrara los ojos y respirara profundamente y soltara el aíre despacio de sus pulmones una y otra vez. Diana la obedeció y cuando vio que Diana estaba relajada y sin tensión, le dijo que debía inhalar el aire profundamente y le dijo que sintiera,
Diana, en ese momento, percibió un aroma embriagador, con el olor de las flores y la grama húmeda. Karen, sonrío, le dijo que siguiera con los ojos cerrados, la tomó las manos y la guio a un rincón del prado, y le dijo “Siente”.

En ese instante, Diana, escucho la tenue música del riachuelo cercano que llenó sus oídos, con una dulce, embriagadora y relajante melodía. "¿Sientes la diferencia?", le preguntó Karen. Y antes de que Diana le contestara, ella le dijo, “Ahora amiga mía, ya sabes lo que es pasar por un lugar sin disfrutarlo o conocerlo, o lo que es experimentarlo plenamente".

Este tipo de actividades, hizo que la amistad entre Diana y Karen floreciera y se fortaleciera en poco tiempo.

Diana tenía un par de días sin saber de Karen, y aunque la llamaba, no recibía respuestas de ella. Fue a su casa a buscarla y no consiguió a sus padres, ni a nadie que le informara sobre ella.

A la mañana siguiente, estando Diana en clases, le llegó la noticia de que Karen estaba en el hospital; ya que estaba enferma y su enfermedad se había agravado.

Diana, no sabía nada de la enfermedad de Karen, al preguntar en el hospital por ella, la madre de Karen la abrazó y le dijo que le quedaba muy poco tiempo a su hija. Karen nunca había mencionado su enfermedad a Diana.

Diana entró a ver a Karen a la habitación del hospital, tenía lágrimas en los ojos y un dolor angustiante y terrible por el miedo de perder a su amiga.

Diana, le tomó la mano a Karen y le preguntó ¿Por qué nunca me dijiste nada? Mientras el llanto recorría su rostro.

La respuesta de Karen, como siempre, fue una lección para Diana de la valentía y sinceridad de su amiga.

– Diana, yo quería una amiga real, alguien que me quisiera y compartiera conmigo por lo que soy, y no por lástima a causa de una enfermedad. Y gracias a la vida te encontré a ti, y estoy muy agradecida por eso.–

Diana estuvo al lado de Karen hasta el día en que ella partió. En el funeral, Dina habló de Karen y compartió con todos la lección que ella le había enseñado: la de disfrutar cada momento de la vida, apreciar las pequeñas cosas y amar profundamente a tus amigos, familiares y todo lo que te rodea. "Más que una amiga, Karen era mi hermana, y nunca la olvidaré". Declaró emocionada, mientras se retiraba con un llanto sincero que cubría su rostro.

Años después, mientras Diana caminaba por un parque, se sentó en un banco, cerró los ojos y respiró profundamente. En ese momento, ella sintió aroma de las flores que había en el aire, eso la hizo recordar a su querida Karen.

En ese momento, sintió que el viento le traía un cálido abrazo de su amiga, como si Karen estuviera presente a su lado, recordándole siempre, que cada momento de la vida es un tesoro que merece ser disfrutado plenamente por ella.

Gracias por leerme.