—Para dónde vas Karla.—

—A la universidad mamá—

—Creo que debes arreglar tu situación Humberto, él un buen muchacho y no mereces que lo desprecies de esa manera—

—En realidad mamá, es un fastidio, y además lo tengo comiendo de la mano, él no puede dejar de amarme, jamás ha visto tanta belleza en una sola mujer.—

—Karla, deberías de ser más humilde y tratar a la gente con respeto, uno no sabe las vueltas que da la vida y no siempre vas a estar rodeadas de amigos, ni siempre vas a ser la reina de la fiesta.—

—¡Ay mamá, qué fastidiosa eres, con tus consejos! Yo tengo todo controlado y sé lo que hago.— Dijo Karla antes de tomar su auto y partir a la universidad.

En el traslado de su casa a la universidad, Karla sufrió un accidente, cuando un vehículo no se paró en un semáforo al venir distraído y al no verla se llevó el auto de Karla, provocando un choque tremendo que dejó a Karla inconsciente.

Karla no supo de sí en mucho tiempo, al comenzar a recuperar el conocimiento, no sabía en donde estaba y no sentía su cuerpo, se sentía como en un profundo sueño, y cuando comenzó a abrir los ojos, no tenía ni idea de donde estaba, solamente escuchaba gritos y golpes y perdió de nuevo el conocimiento.

Los golpes que Karla escucho, era el que ocasionaban los bomberos, golpeando las puertas para entrar al auto para poder sacarla y llevarla al hospital de la Universidad Central de Venezuela, que era el hospital más cercano del lugar donde ella había sido golpeada por el auto.

A las horas del accidente, llamaron a la señora Nancy, mi vecina, y le informaron que su hija había sufrido un accidente y estaba internada en el Hospital Universitario. La señora Nancy, muy nerviosa, llamó a la casa, habló con mi madre, le comentó lo que pasó y tomamos el auto para llevarla al hospital.

Cuando llegamos con la señora Nancy al Hospital, la acompañamos a la sala de emergencias, ya que ella estaba muy nerviosa, ahí ella habló con el médico y le preguntó como estaba su hija. El médico le informó que la situación era grave, por el hecho de que había tenido fuertes lesiones en las piernas y al parecer también tenía una lesión en la columna y una fractura compleja en un brazo, además de otras contusiones y golpes.

La señora Nancy, se puso a llorar y se abrazó a mi mamá, después de un tiempo, empezaron a llegar familiares, amigos y compañeros de clases de Karla y el novio que ella tenía en ese momento.
Entre las personas que estaban ahí en la emergencia, también estaba un muchacho que me habían presentado, que se llamaba Humberto, que estaba perdidamente enamorado de Karla.

A Karla la operaron y salió bien de la operación; sin embargo, el médico dijo que ella pasaría mucho tiempo en recuperación de la operación, una vez que pasara por ese proceso, debería pasar por otro nuevo proceso que era el de rehabilitación.
Karla es una muchacha muy hermosa, además es muy popular y hasta cierto punto una líder de su grupo de amigos. Eso hizo que, un principio, la habitación del hospital universitario donde ella estaba hospitalizada, estuviese llena de gente y de amigos. Además de contar con la presencia del novio y la visita constante y permanente de Humberto, que no dejaba de visitarla y de estar con ella.

Al poco tiempo, Karla fue enviada a su casa, donde debía pasar su recuperación, para luego ir a los procesos de rehabilitación.
En un primer momento, había gente que venía a visitarla todo el tiempo; sin embargo, a la medida que iban pasando las semanas, la cantidad de gente que venía a verla, empezó a disminuir drásticamente.

Las personas que siempre se mantenían con Karla, era su amiga y vecina de toda la vida, Ana y Humberto. De hecho, tanto Humberto como Ana, ayudaban a la señora Nancy y a mi mamá, con los curetajes de la pierna donde Karla tenía unos clavos, que le salían de la pierna y daban una imagen dantesca y dolorosa. Yo la ayudé, un par de veces haciendo las curas, pero los que más tiempo pasaban con ella eran Ana y Humberto, ya que la señora Nancy, mi madre y yo trabajábamos.

Después que le quitaron a Karla el yeso de la otra pierna y le hicieron las nuevas radiografías, el médico vino a verla a la casa, con una fisioterapeuta que le iba a ayudar con la rehabilitación.
Ese día la iban a parar de la cama por primera vez en un par de meses. El novio de Karla, que ya casi no iba a verla, estaba en la casa, ya que la señora Nancy le había llamado para que apoyara a Karla.

Cuando Karla fue ayudada a levantarse de la cama, la imagen fue terrible, sus piernas no la sostenían, ella solo tenía algo de fuerza en un brazo, puesto que el otro, donde tenía el yeso, estaba flaco, débil y debía pasar por terapia para poder moverlo y llevarlo a su estado anterior. La imagen fue tan impactante, que el novio se fue del cuarto y por cierto después de ese día la abandono y nunca más volvió a la casa.

Karla al ver la expresión de la cara de todos los presentes y al ver las lágrimas en los ojos de su madre, a quien se le partía el alma al ver tanto sufrimiento en su hija, preguntó. —¿Qué pasa conmigo, doctor?—

—Tranquilícense todos, sobre todo tu Karla, lo que está pasando es normal, pasaste por un trauma muy grande, tus músculos están muy débiles por la inactividad, ahora viene otro proceso, que será fuerte y doloroso, pero al avanzar, estarás cada vez mejor, es un proceso que lleva tiempo y necesito que estés tranquila, segura y optimista de que todo saldré bien.— Dijo el médico a Karla y a todos los presentes.

A partir de esa semana, ya a Karla ni la llamaban, ni la visitaban los amigos que tanto quería y que la hacían sentir tan bien y tan superior a los demás. Solo estaban su mamá, mi mamá, Humberto, Ana y yo ocasionalmente.

Karla estaba deprimida ante esa situación, me imagino que ella sentía que había perdido su popularidad y tal vez no se sentía querida, por las personas que ella creía le debían de querer.
Un día, estando yo con ella y su mamá en el cuarto, ella estaba llorando por el dolor que le causaban los ejercicios, que le hacían en las piernas y en el brazo.

Yo la ayudaba con esos ejercicios, ya que me enseñó como hacerlo la fisioterapeuta. Eso pasó, debido a que los costos médicos de la fisioterapia eran muy altos y solo se le podía pagar para que viniese una vez a la semana. Así que cuando no la ayudaba yo, la ayudaba Humberto o Ana, con los ejercicios de la pierna y brazo, haciendo lo que nos había enseñado la fisioterapeuta.

Cuando le estaba haciendo los ejercicios a Karla ese día, su madre hablaba con ella y le decía —Acuérdate de lo que te dije de la gente, de la necesidad de ser amable y de la necesidad de respetar los sentimientos y las buenas intensiones de los demás. Y ahí tienes, tu novio, el cuerpo bonito te abandono, pero Humberto, al que siempre despreciabas está contigo, Ana, que siempre te ha querido como una hermana, fue abandonada por ti, porque decidiste pasar más tiempo con las muchachas de la universidad, y ninguna de ellas está contigo, solo la gente que te ama, se ha mantenido junto a ti en todo momento.—

—Tienes razón mamá, qué tonta y que mal amiga he sido.— Dijo Karla.

—No mi amor, lo que eras es una persona inmadura y la vida te está enseñando a madurar y lo hace a su manera, con un golpe fuerte para que aprendas de verdad.— le dijo su madre.

Karla a partir de ese momento comenzó a cambiar, empezó a tratar a la gente con cariño, con amor y empezó a disfrutar de la compañía, de la gente que le rodeaba y se fue alejando, de sus visiones necias e infantiles.

Efectivamente, la vida le enseñó a madurar y a cambiar su actitud y su forma de actuar y valorar a las personas. Ahora Karla, lejos de ser una muchacha atorrante y pedante, es una chica encantadora, muy humana y servicial.

Aprendió a ser humilde y aprendió a aceptar a los demás. Pero eso lo aprendió, después de una situación que la puso en cama y le hizo depender de los demás hasta para tomar un vaso de agua, ella pasó por una dura prueba y todos aprendimos de la vida, al convivir ese proceso junto a ella.

Ahora Karla ya camina, aunque hay veces que se le inflama la pierna, tiene varios meses de novia con Humberto y realmente formó una familia más estable, con su madre, con Ana, con Humberto y con sus vecinos de toda la vida.

Pero realmente fue un largo y duro camino, para esa niña, para aprender a ser más humilde y para aprender a tratar y respetar a los demás.

Gracias por leerme.