UNOS CON LA NATURALEZA // ONE WITH NATURE

Imagen tomada de Pixabay: https://pixabay.com/es/photos/paisaje-autopista-tormenta-nubes-7930849/

CASTELLANO

La naturaleza es la mejor forma de reflejarnos débiles, y desligarnos de esa vanidad que nos hace sentir eternos y poderosos dentro de nuestras barreras emocionales egocéntricas. Las ciudades, gigantes de hierro y concreto, nos protegen de los peligros de la vida salvaje, esa misma vida en la que alguna vez formo parte de nuestro estilo pero con la diferencia que no era una elección sino más bien una imposición natural. La supervivencia natural no era nuestro estilo de vida, era nuestra vida.

Cuando salimos de nuestras ciudades nos sentimos vulnerables al perder todas las comodidades a las que estamos acostumbrados, como por ejemplo el agua caliente, la ausencia de insectos, el aire acondicionado o la calefacción dependiendo el caso, los caminos de concreto, la cercanía de los lugares, la facilidad para satisfacer nuestras necesidades básicas; pero esto sucede generalmente cuando las personas van a visitar a los familiares que tienen en otras regiones del país que habitan donde a menudo se trata de poblaciones rurales donde la vida es muy rústica y dura para los ratones de ciudad. Cuando era chico e iba a visitar a mi abuela en el interior del país, siempre me fastidiaba el calor intenso porque estaba acostumbrado al clima templado de la ciudad de Caracas, además de la cantidad de mosquitos que plabagan el lugar por las tardes y las noches, donde lo único positivo que podía encontrar eran los ríos y balnearios en las cercanías del sector, además de los servicios públicos que en ese tiempo tenían un funcionamiento correcto y por lo menos cuando el calor era insoportable podía uno desquitarse en la regadera del baño. De lo único que me arrepiento es de no haber tenido la edad suficiente para asesinar el calor con unas cuantas cervezas bien frías, que por esos tiempos me parecían muy económicas y accesibles según recuerdo a comparación de lo que tenemos actualmente.

Con el paso del tiempo los servicios fueron desmejorando, por lo que el racionamiento del agua hizo aún más insoportable la estancia en aquella casa pues, ya no podíamos apaciguar nuestro sufrimiento con el agua fresca de las tuberías, y tampoco podíamos asistir a los balnearios adyacentes debido a que la delincuencia en la zona era alta, por otro lado el río al que siempre íbamos se había secado de un momento para otro por la construcción de muchas zonas residenciales cercanas que fueron aniquilando la fuerza de la corriente hasta reducir un torrente imparable a charcos exporádicos según las estaciones del año. La vida se fue haciendo más difícil en aquel lugar, sin embargo mi abuela seguía adaptándose a las dificultades hasta el día de su muerte; hoy sólo quedaron recuerdos de lucha, felicidad y nostalgia en aquel lugar, ya nada volverá a ser igual a aquellos días aunque el gobierno se disponga a recuperar todo cuanto se ha perdido, el avance del hierro y el concreto a través de la vegetación parece ir destruyendo las vidas que en algún momento conocimos.

Quisiera que mis hijos hubiesen tenido la fortuna de vivir algo parecido a aquello que yo tuve la fortuna de vivir, aunque llegué a despreciarlo en aquel momento, hoy en día lo añoro con tanta tristeza que sólo pienso en que el futuro está lleno de gris para las futuras generaciones, ese gris de ciudad que extermina los verdes alrededores a donde pertenecimos en un pasado ¿Qué será de las próximas generaciones cuando tengan que ir fuera de sus ciudades y vivir por un momento con la naturaleza? ¿Se llevarán la ciudad completa en una mochila? ¿Harán de concreto todos los caminos por donde pasen? ¿Hasta qué extremo llegarán los gigantes de hierro y concreto que merman poco a poco la vida rural a la que muchos pertenecemos? Es tan necesario que lo rústico se haga parte de nosotros porque quizás en un futuro, cuando falle la energía no renovable, cuando se venza el concreto y se oxiden los metales, cuando las tempestades naturales arrastren todo lo que el hombre ha logrado, nos hará mucha falta la vida rural para no tener que sufrir tanto por prescindir de un teléfono.

Es por eso que no está de más visitar los campos, los pueblos, acampar en la intemperie, hacer cursos de sobrevivencia, tener contacto con la naturaleza, escapar de las paredes de concreto, respirar el aire rústico de los espacios abiertos, llenarnos de tierra, picarnos de mosquitos, sudarnos del esfuerzo, volvernos animales nuevamente para retomar esa vida de donde provenimos todos y no olvidar que aunque pensemos, hablemos, construyamos y destruyamos, somos unos con la naturaleza.

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ENGLISH

Nature is the best way to reflect us weak, and to detach us from that vanity that makes us feel eternal and powerful within our egocentric emotional barriers. Cities, giants of iron and concrete, protect us from the dangers of the wild life, that same life that was once part of our style but with the difference that it was not a choice but rather a natural imposition. Natural survival was not our lifestyle, it was our life.

When we leave our cities we feel vulnerable when we lose all the comforts we are used to, such as hot water, the absence of insects, air conditioning or heating depending on the case, concrete roads, the proximity of places, the ease of satisfying our basic needs; but this usually happens when people go to visit relatives they have in other regions of the country where they live where often these are rural populations where life is very rustic and hard for city mice. When I was a kid and went to visit my grandmother in the interior of the country, I was always annoyed by the intense heat because I was used to the temperate climate of the city of Caracas, in addition to the number of mosquitoes that plague the place in the afternoons and evenings, where the only positive thing I could find were the rivers and spas in the vicinity of the sector, in addition to the public services that at that time had a proper functioning and at least when the heat was unbearable one could take it out in the shower of the bathroom. The only thing I regret is not having been old enough to kill the heat with a few cold beers, which at that time seemed very cheap and accessible as I remember compared to what we have today.

With the passage of time the services were deteriorating, so the water rationing made the stay in that house even more unbearable because we could no longer appease our suffering with fresh water from the pipes, and we could not go to the adjacent spas because crime in the area was high, On the other hand, the river we always used to go to had dried up suddenly due to the construction of many residential areas nearby that were annihilating the force of the current until it reduced an unstoppable torrent to exporadic puddles according to the seasons of the year. Life became more difficult in that place, however my grandmother continued adapting to the difficulties until the day of her death; today only memories of struggle, happiness and nostalgia remained in that place, nothing will ever be the same as in those days although the government is willing to recover everything that has been lost, the advance of iron and concrete through the vegetation seems to be destroying the lives that we once knew.

I would like my children to have had the fortune of living something similar to what I had the fortune of living, although I came to despise it at that time, today I long for it with such sadness that I only think that the future is full of gray for future generations, that gray of the city that exterminates the green surroundings where we belonged in the past. What will become of the next generations when they have to go outside their cities and live for a moment with nature? Will they take the whole city with them in a backpack? Will all the roads they pass through be made of concrete? To what extreme will the iron and concrete giants that little by little erode the rural life to which many of us belong go? It is so necessary that the rustic becomes part of us because perhaps in the future, when non-renewable energy fails, when concrete expires and metals rust, when natural storms sweep away everything that man has achieved, we will need rural life so that we do not have to suffer so much for not having a telephone.

That is why it is not superfluous to visit the fields, the villages, camp in the open, take survival courses, have contact with nature, escape from concrete walls, breathe the rustic air of the open spaces, fill ourselves with earth, get bitten by mosquitoes, sweat from the effort, become animals again to resume that life from which we all come and not forget that although we think, speak, build and destroy, we are one with nature.

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