Una negra mariposa / A black butterfly / @oacevedo
Estimados compañeros de #WritingClub. El relato que les presento a continuación lo escribí especialmente para participar en el Writing Club Special Contest: Gothic Stories, pero por razones técnicas no pude publicarlo en el plazo fijado dentro de la bases del concurso.
Aquí se los presento para contribuir con este interesante concurso aunque sea a modo de participación simbólica.
Ferthewriter, en Wikipedia
Una negra mariposa
Esa noche nosotros éramos siete milicianos espadas en mano haciendo guardia en el pasillo superior del palacio y ya la teníamos acorralada en la parte más alta del fortín donde no tenía posibilidad ninguna de que pudiera escapar. Unos minutos antes las alarmas habían sido activadas con los trompetazos de los centinelas, cuando de pronto vimos aparecer como surgida de la nada a la mujer de pelo largo, bruno, sucio y muy enmarañado, rezongando unas frases ininteligibles entre los labios. Ella buscaba llegar a la torre más alta del bastión y al saberse descubierta se quedó observándonos con una mirada impetuosa, casi despidiendo fuego por los ojos. Después cubrió su rostro sepulcral con un velo negro y emprendió veloz carrera en dirección a la cumbre del torreón.
Sí, señor juez, estoy seguro. Claro que estoy seguro de que era la misma mujer que nuestro rey Fornicio había hecho encerrar durante el verano en la catacumba más profunda del castillo. Yo ni queriendo podré olvidar nunca jamás sus hondos ojos aciagos. Aquella vez cuando la arrastramos por los pies a la celda donde sería confinada ella desembuchó unas retahílas de palabras incoherentes que ninguno de nosotros comprendió. Pero aun sin entender lo que esa mujer decía sentimos que algo se nos pudría interiormente. Yo no sé explicarlo bien, señor magistrado, pero sus palabras fueron como gusanos pestilentes que jorungaran adentro de nuestros cuerpos e iban provocando con su baba una sarna incontrolable, un picor, una comezón como de zarzas venenosas que en el plazo de muchos días nos hizo arrancar la piel con las uñas. Era ella, sí, claro que era ella, señor delegado, era ella, de eso sí estoy completamente seguro.
El caso es que esa noche que yo ahora, temeroso de Dios, le relato de manera voluntaria para la santa institución que usted representa, bajo juramento de decir la verdad, y solo la verdad de cómo sucedieron los hechos, so pena de la condenación eterna de mi alma si miento, esa noche, le repito, cuando ya la teníamos rodeada y a nuestra merced sin ninguna posibilidad de escape, la mujer se transformó ante nuestras miradas asombradas en una gran mariposa peluda, de pelambre azabache, grande y gorda como una calabaza de feria. Una de esas mariposas horrendas que cuando baten sus alas traen mala sombra y mala pata, traen cuitas y llantos, traen desgracias, desdichas y muerte al lugar donde se encuentran.
Nosotros, conteniendo el pavor, le acercamos los hachones flamantes para ver si así podíamos conjurar ese demoníaco sortilegio porque debíamos cumplir con las órdenes expresas que habíamos recibido de las autoridades principales. Pero enseguida escuchamos un aleteo que nos pasmó la sangre en las venas. Ella revoloteó en círculos sobre nuestras testas erizadas, en cosa de un segundo la vimos filtrarse por el resquicio de una ventana entornada y salir batiendo sus alas apestosas, volar hasta perderse dentro de la noche oscura.
A la mañana siguiente, señor jerarca, cuando el rey Fornicio se enteró del acontecimiento montó en una cólera incontrolable. Dio gritos enervados a sus chambelanes para que averiguaran al detalle de qué manera había ocurrido el suceso. Asimismo dio órdenes destempladas a los obedientes sacerdotes de la corte para que trajeran de nuevo, al precio que fuera, utilizando cualquier tipo de arte, evidente u oculto, a La negra mariposa como nosotros ya la llamábamos en secreto por los suntuosos pasillos del alcázar.
La ira del rey fue despiadada. De los siete milicianos que hicimos ronda esa noche funesta cuatro fueron declarados cómplices de los enemigos del rey y fueron lanzados de cabeza en los tenebrosos calabozos del tormento. En las noches siguientes se escuchaban sus alaridos desgarradores que atravesaban las paredes de las cárceles, trepaban las murallas, ascendían como la mala hiedra por las torres y se alejaban en los aires como aves rapaces hasta desaparecer paulatinamente algunas leguas más allá del fortín. El suplicio de mis antiguos compañeros de armas fue de tan inhumana manera que todos los campesinos y súbditos del reino estuvieron al tanto de sus mortales lamentos hasta el punto de que las copiosas habladurías dieron paso a las tantas quimeras que se concibieron acerca de lo que había sucedido en el seno del palacio.
Se dijo en las correderas públicas que fue el mismísimo rey Fornicio en persona quien se encargó durante largos siete días con sus noches, con extravagantes instrumentos de tortura, de hacerles revelar algo de lo cual no tenían ni la más vaga idea los infelices prisioneros. Se dijo que el rey no comía ni dormía porque él mismo se hallaba preso de una saña ruin que le consumía las entrañas. Al parecer eso que fue lo que se dijo entonces por ahí, señor del sacro jurado, aunque no lo puedo asegurar porque yo, junto a los dos restantes centinelas que hicimos ronda esa nefasta noche en la que vimos con nuestros propios ojos (que se han tragar la tierra) la maravillosa metamorfosis de humana a animal, yo fui incomunicado, a pan y agua, en las prisiones del rastrillo, para improbables futuras averiguaciones. Y no fui liberado sino hasta que la plebe tumultuosa, sublevada por el espanto, el asco y la ira, irrumpió al palacio para arrebatar, con mil manos frenéticas, de la cabeza del rey convertido en cadáver su corona.
La verdad verdadera es que muchos vecinos aseguraron y aseguran aún, después de pasar tantas lunas, que esa mujer, Xismena, la hermana mayor de Fornicio, la primogénita que estaba destinada por mandato divino de Dios y de las leyes terrenales a convertirse en la reina heredera, hizo en su cruel cautiverio un pacto con el ángel maligno cuando se enteró de que Ancor, su padre, el anciano y querido rey, había exhalado su último suspiro entre espantosas convulsiones algunos meses después de que Fornicio en su desmedida ambición la hubiera hecho prisionera. Sí, se lo vuelvo a repetir una y otra vez, ilustrísimo, es la misma mujer que en el verano nosotros habíamos hecho presa por ordenanza expresa del monarca y que murió de inanición este invierno en la mazmorra más profunda del castillo.
Aún dicen las malas lenguas que el mismo día de su muerte Xismena escribió con su escasa sangre en las paredes: “Me comeré tu monstruoso corazón, hermano Fornicio”. Ahora usted está aquí, caballero Inquisidor, acompañado de su venerable comitiva, para investigar con lujo de detalles los hechos ocurridos. Su altísima señoría está presidiendo este prestigioso tribunal con el fin de encontrar una verdad misericordiosa dentro del impío palacio. Para dispensarle el viático al más allá al malhadado rey Fornicio, después de que su cohorte personal lo encontrara en pelotas sobre el lecho mortuorio, con un nauseabundo charco de sangre sobre el pecho, el cuerpo lleno de erupciones, destilando olor a azufre, mirando fijamente con los ojos abiertos sin vida la cúpula de su regio aposento donde agitaba sus asquerosas alas, ¡Ave María Purísima!, una gigantesca mariposa negra con manchas rojas.
Dear fellow #WritingClub. The story that I present to you below was written especially to participate in the Writing Club Special Contest: Gothic Stories, but for technical reasons I could not publish it within the deadline set in the contest rules.
Here I present them to you to contribute to this interesting event, even if it is as a symbolic participation.
Ferthewriter, en Wikipedia
A black butterfly
That night we were seven militiamen, swords in hand, standing guard in the upper corridor of the palace and we had her cornered in the highest part of the fort where she had no chance of escaping. A few minutes before the alarms had been activated with the trumpeting of the sentries, when suddenly we saw the woman with long, brunette, dirty and very matted hair appear out of nowhere, mumbling unintelligible phrases between her lips. She was trying to reach the highest tower of the bastion and when she knew she was discovered, she stared at us with an impetuous look, almost giving off fire from her eyes. Then she covered her sepulchral face with a black veil and started to run quickly towards the top of the tower.
Yes, sir judge, I am sure. Of course I am sure that she was the same woman that our King Fornicius had had locked up during the summer in the deepest catacomb of the castle. I will never be able to forget her deep sorrowful eyes. That time when we dragged her by the feet to the cell where she was to be confined, she uttered a string of incoherent words that none of us understood. But even without understanding what that woman was saying, we felt that something was rotting inside us. I do not know how to explain it well, lord magistrate, but her words were like pestilential worms that burrowed inside our bodies and provoked with their slime an uncontrollable scabies, an itch, an itch like poisonous brambles that in the course of many days made us tear off our skin with our fingernails. It was her, yes, of course it was her, sir delegate, it was her, of that I am absolutely sure.
The fact is that that night that I now, fearing God, tell you voluntarily for the holy institution that you represent, under oath to tell the truth, and only the truth of how the events happened, under penalty of eternal damnation of my soul if I lie, that night, I repeat, when we had her surrounded and at our mercy without any possibility of escape, the woman was transformed before our astonished eyes into a big hairy butterfly, jet-haired, big and fat as a fairground pumpkin. One of those hideous butterflies that when they flap their wings bring bad shadows and bad legs, they bring sorrows and cries, they bring misfortunes, misfortunes and death to the place where they are.
We, containing our fear, approached the flaming torches to see if we could conjure that demonic spell because we had to comply with the express orders we had received from the main authorities. But immediately we heard a fluttering that made our blood run cold in our veins. She circled over our bristling heads, and in a second we saw her filter through the crack of a cracked window and fly out, flapping her stinking wings, flying off into the dark night.
The next morning, lord hierarch, when King Fornicio heard of the event, he flew into an uncontrollable rage. He gave enervated shouts to his chamberlains to find out in detail how the event had occurred. He also gave intemperate orders to the obedient priests of the court to bring back, at whatever cost, using any kind of art, obvious or hidden, The black butterfly as we already called her secretly through the sumptuous corridors of the palace.
The king's wrath was merciless. Of the seven militiamen who made the rounds that fateful night, four were declared accomplices of the king's enemies and were thrown headlong into the tenebrous dungeons of torment. In the following nights their heart-rending screams could be heard piercing the walls of the prisons, climbing the ramparts, ascending the towers like ivy and flying away like birds of prey until they gradually disappeared a few leagues beyond the fort. The torture of my former comrades-in-arms was so inhuman that all the peasants and subjects of the kingdom were aware of their mortal lamentations to such an extent that copious gossip gave way to the many chimeras that were conceived about what had happened in the bosom of the castle.
It was said in the public corridors that it was King Fornicius himself who took it upon himself for seven long days and nights, with extravagant instruments of torture, to make them reveal something of which the unhappy prisoners had not the vaguest idea. It was said that the king neither ate nor slept because he himself was a prisoner of a dastardly cruelty that consumed his entrails. Apparently that is what was said at the time, sir of the sacred jury, although I cannot say for sure because I, along with the two other sentries who made the rounds that fateful night in which we saw with our own eyes (which have swallowed the earth) the wonderful metamorphosis from human to animal, I was incommunicado, on bread and water, in the prisons of the rake, for improbable future inquiries. And I was not released until the tumultuous plebs, revolted by horror, disgust and anger, stormed the palace to snatch, with a thousand frenzied hands, from the head of the king turned corpse his crown.
The real truth is that many neighbors assured and still assure, after so many moons have passed, that that woman, Xismena, the elder sister of Fornicio, the first-born who was destined by divine mandate of God and of the earthly laws to become the heir queen, made in her cruel captivity a pact with the evil angel when she learned that Ancor, her father, the old and beloved king, had breathed his last amidst dreadful convulsions some months after Fornicius in his inordinate ambition had taken her prisoner. Yes, I repeat it again and again, illustrious, it is the same woman that in the summer we had made prisoner by express order of the monarch and that died of starvation this winter in the deepest dungeon of the alcazar.
Evil tongues still say that on the very day of her death Xismena wrote with her scanty blood on the walls, "I will eat your monstrous heart, brother Fornicio." Now you are here, lord Inquisitor, accompanied by your venerable retinue, to investigate in detail the events that occurred. Your most high lordship is presiding over this prestigious tribunal in order to find a merciful truth within the impious palace. To dispense the viaticum to the afterlife to the ill-fated King Fornicio, after his personal cohort found him in his balls on the mortuary bed, with a nauseating puddle of blood on his chest, his body full of eruptions, exuding the smell of sulfur, staring with open eyes lifelessly at the dome of his royal chamber where a gigantic black butterfly with red spots flapped its filthy wings, Ave Maria Purisima, a gigantic black butterfly with red spots.
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Saludos, upupu!
El concurso ya ha cerrado hace dos días atrás. Muy pronto se vendrán más iniciativas y concursos, recuerda siempre checar la fecha del vencimiento del mismo para que puedas entrar a tiempo.
@therealmonokuma, gracias por la información de las futuras actividades en Writing Club.
Tendré en cuenta su oportuno comentario para las próximas oportunidades. Saludos.
Good writers everything is going well with you, that's a good taste of writing
Grateful for your visit and comment, @infotechmedia. Greetings.
Me contenta mucho, @mayvileros, recibir su importante apoyo. Saludos.
¡Excelente relato! la mariposa negra hizo de las suyas entre los guardianes del reino y acabó con todo poco a poco; me pude imaginar los aposentos de la pobre mujer y su estado de miseria ante el cautiverio obligado que mantuvo hasta el final de sus dias... ¡Suerte, saludos!
Hola, @brujita18. Me alegra un mucho tu comentario a mi publicación porque por tu nombre de usuario adivino que debes ser dueña de las claves que involucran la magia.
Gracias, amable amiga por tu hermosa presencia en esta ventana. Te deseo mucha suerte en el concurso. Saludos.
Hola amigo @oacevedo. Me hiciste reír con tu comentario amable pero divertido; algo de eso hay según me dicen jajajaja. Muchas gracias y suerte también para ti ¡Saludos!
Excelente relato, lástima que no le dio el tiempo para participar.
Una historia que no deja de presentar esa parte que todo ser hace lo que sea por el Poder.
Saludos
Gracias por tu gran apoyo, amiga @mercmarg.
Sí, me hubiese gustado mucho haber llegado a tiempo para participar de manera activa en el concurso. Será en la próxima ocasión, Dios mediante. Saludos.
¡Gran relato! La narración atrapa, el lenguaje del personaje principal me recuerda un poco a los campesinos y lugareños que suele crear Stephen King en sus grandiosas historias; asimismo, también me trae recuerdos del tipo de narrativa clásica. Un total acierto este relato, la trama es muy buena. Ese detalle de la gran mariposa negra es increíble.
Es una lástima que no hayas logrado publicarlo dentro del plazo del concurso, porque estoy segura de que éste habría sido uno de los títulos ganadores.
¡Gracias por compartir!
Muchas gracias, amiga @nafonticer, por tus elogiosas palabras acerca de mi relato.
También yo lamento no haber podido publicar dentro del plazo establecido en las bases.
Será para una próxima oportunidad. Recibe un afectuoso saludo de mi parte.
A pesar de no llegar a tiempo siempre estás con tus excelentes e impecables historias @oacevedo.
Qué bueno encontrarte de nuevo aquí, @evagavilan2. Tus palabras son el mayor premio.
Te saludo, con un fuerte abrazo.