Al despuntar una mañana, observé en el cuarto de mamá, unos zapatos de tacón alto y de punta muy fina. Tan fina era, que cuando lo calcé, mi pie era tan pequeño, que desaparecía dentro de aquellos hermosos y gigantes zapatos, forrados en satén negro, hechos a su medida. Ella, cuando se arreglaba para asistir a algún compromiso social, llámese trabajo, reunión u otros, se convertía en toda una modelo. Hasta su peinado era un espectáculo de glamour. Creo que mi hermana menor, heredó su coquetería en el vestir y lo elegante de su porte. Tenía un vestido de flores, ajustado desde la cintura hasta más abajo de la rodilla, parecía una sirena. Se ponía unas medias negras de nilón, con una vena tras la corva, que la hacían ver elegante y muy sensual. Esa es mi madre y la que se puso sus zapatos altos y salió a taconear era yo, creyendo que ya era una mujer.

Me sentí mujer, cuando ¡Por fin!, llegó la menstruación, yo tenía amiguitas que ya se habían desarrollado, o les había llegado la regla A mí me preocupaba lo tardía que me llegó. Imagínense a los 12 años, ya estaba entrando a la secundaria. ¿Qué tal? Realmente entre las etapas de la vida que me han hecho sentir mujer, esa en particular, la odié. Nunca me gustó esa rutina tan brutal y de hecho, me parecía algo que nunca debió suceder. Fue traumático para mí. Pero de no ser por esa “brutal rutina” No hubiesen ocurrido tantas cosas hermosas en mi futuro presente.

Hay otros momentos en los que me empodero, y es cuando me solidarizo con aquellas mujeres que hoy están pasando por momentos difíciles, por miles de razones, por el maltrato, por el daño psicológico, por las injusticias que se han cometido contra ellas, y que las leyes lejos de cumplir con su deber, no dan su apoyo. Por estas y otras muchas razones, me siento más mujer, para defender, apoyar y ser una voz en defensa de los derechos que con el paso del tiempo, como que han disminuido, en vez de avanzar a favor de las mujeres que sufren. Las mujeres han luchado año tras año por ocupar el lugar que les corresponde en este mundo. Solo es justo que en pleno siglo XXI se tengan en cuenta y se apliquen medidas que protejan a la mujer desde su nacimiento.

No tengo nada en contra de los hombres, solo pido que se cumplan las leyes y que se respete y valore la imagen de la mujer. Soy mujer y siento que tengo que dar gracias a Dios por haber unido un día a mis padres y haber nacido mujer, producto del amor mutuo. Recordemos que la Tierra tiene nombre de mujer.