Risinstar- La historia de la semana: La dama mariposa
La dama mariposa
Como los críticos comentaban, Tilly era una joven promesa del piano a la que auguraban un futuro exitoso. Billy, un viejo amigo de Pierre, le había hablado de ella:
_Debes escucharla. Tilly, no solo es hermosa, tiene una magia que no es de este mundo. Sé que te va a encantar. –le dijo y le dio su número. Al principio Pierre pensó que Tilly sería como las otras pianistas, pero no. Tilly era diferente. Y eso lo supo inmediatamente que la vio: aquella chica con anteojos, con ropa de algodón holgada, sin maquillaje, no lucía como la estrella de la que todos hablaban.
_¡He escuchado hablar mucho de ti! –le confesó y le dio la mano. Tilly le devolvió el saludo y sonrió levemente. Parecía una chica muy joven, casi una niña, con aquella ropa.
_Billy es mi mejor publicista –expresó con cierta timidez.
_No solo Billy, todos los periódicos hablan muy bien de ti –afirmó Pierre mientras metía el equipaje de Tilly en el carro.
Al llegar a casa, Pierre se convirtió en un excelente anfitrión: no solo le había mandado a preparar algunas exquisiteces, también le mostró a Tilly algunos instrumentos musicales de su colección:
_Este violonchelo me costó una fortuna –confesó con orgullo Pierre.
_¿Y lo tocas? –preguntó Tilly de forma curiosa y tocó el instrumento levente como si fuera una caricia.
_No. Jamás. Soy un amante de la música, pero soy muy mal músico. Creo que en mi otra vida sí fui músico, pero en esta, solo sirvo para admirar y respetar al que hace música –expresó Pierre con cierta tristeza y pena.
_Debe ser muy extraño tener un instrumento tan hermoso como este y no tener el deseo de tocarlo –expresó y Pierre sintió que quien hablaba era un alma vieja, antigua, de esas que han vivido por muchos años.
_Bueno, voy a arreglarme. El concierto es dentro de dos horas –expresó Tilly y Pierre la condujo a la habitación.
_”Me parece que Tilly es publicidad engañosa” –pensó, pero se acomodó en una de las butacas de la primera fila.
Las luces del escenario se apagaron y luego una luz, blanca, brillante, se posó sobre un piano. De inmediato, otra luz alumbró a Tilly quien venía trajeada bellamente. Pierre quedó embelesado: la belleza de Tilly, hasta ahora oculta para Pierre, brotaba como si fuera ella toda una diosa.
La chica hizo una reverencia al público y se sentó de espalda. Una melodía que envolvía los sentidos comenzó a surgir y como si fuera un sueño, los hombros de Tilly se movían como si en vez de brazos tuviera alas y en vez de tocar, estuviera volando. Los ojos abiertos de Pierre asombrados por tanta belleza, descubrió en ese instante, como es que las orugas se vuelven mariposas.