Risinstar- La historia de la semana: La dama mariposa


Imagen de Pixabay editada en Canva

La dama mariposa

Detrás de Tilly, estaba el público. Su espalda se arqueaba y sus hombros se abrían a medida que sus dedos tocaban las teclas. Las notas del piano se escuchaban por todo el salón y la gente estaba extasiada ante la maestría de aquellas manos. Dentro del público embelesado estaba Pierre, quien la había recogido en el aeropuerto y le estaba dando alojamiento en su casa.

Como los críticos comentaban, Tilly era una joven promesa del piano a la que auguraban un futuro exitoso. Billy, un viejo amigo de Pierre, le había hablado de ella:

_Debes escucharla. Tilly, no solo es hermosa, tiene una magia que no es de este mundo. Sé que te va a encantar. –le dijo y le dio su número. Al principio Pierre pensó que Tilly sería como las otras pianistas, pero no. Tilly era diferente. Y eso lo supo inmediatamente que la vio: aquella chica con anteojos, con ropa de algodón holgada, sin maquillaje, no lucía como la estrella de la que todos hablaban.

_¡He escuchado hablar mucho de ti! –le confesó y le dio la mano. Tilly le devolvió el saludo y sonrió levemente. Parecía una chica muy joven, casi una niña, con aquella ropa.

_Billy es mi mejor publicista –expresó con cierta timidez.

_No solo Billy, todos los periódicos hablan muy bien de ti –afirmó Pierre mientras metía el equipaje de Tilly en el carro.


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El viaje estuvo lleno de música y algunas palabras. Pierre acaparaba la conversación, mientras Tilly se conformaba con asentir o responder con algunos monosílabos. Pierre la veía y no había nada en ella que le hiciera pensar que era una estrella: en apariencia, no había nada extraordinario, nada diferente. “Más que una mariposa, parece una oruga”, pensó Pierre recordando los titulares de algunos periódicos que llamaban a Tilly “La dama mariposa”.

Al llegar a casa, Pierre se convirtió en un excelente anfitrión: no solo le había mandado a preparar algunas exquisiteces, también le mostró a Tilly algunos instrumentos musicales de su colección:

_Este violonchelo me costó una fortuna –confesó con orgullo Pierre.

_¿Y lo tocas? –preguntó Tilly de forma curiosa y tocó el instrumento levente como si fuera una caricia.

_No. Jamás. Soy un amante de la música, pero soy muy mal músico. Creo que en mi otra vida sí fui músico, pero en esta, solo sirvo para admirar y respetar al que hace música –expresó Pierre con cierta tristeza y pena.

_Debe ser muy extraño tener un instrumento tan hermoso como este y no tener el deseo de tocarlo –expresó y Pierre sintió que quien hablaba era un alma vieja, antigua, de esas que han vivido por muchos años.

_Bueno, voy a arreglarme. El concierto es dentro de dos horas –expresó Tilly y Pierre la condujo a la habitación.


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El teatro estaba repleto de gente: todos querían ver la maravilla que era Tilly. Pierre, que había compartido unas horas con ella, no se hacía mucha expectativa:

_”Me parece que Tilly es publicidad engañosa” –pensó, pero se acomodó en una de las butacas de la primera fila.

Las luces del escenario se apagaron y luego una luz, blanca, brillante, se posó sobre un piano. De inmediato, otra luz alumbró a Tilly quien venía trajeada bellamente. Pierre quedó embelesado: la belleza de Tilly, hasta ahora oculta para Pierre, brotaba como si fuera ella toda una diosa.

La chica hizo una reverencia al público y se sentó de espalda. Una melodía que envolvía los sentidos comenzó a surgir y como si fuera un sueño, los hombros de Tilly se movían como si en vez de brazos tuviera alas y en vez de tocar, estuviera volando. Los ojos abiertos de Pierre asombrados por tanta belleza, descubrió en ese instante, como es que las orugas se vuelven mariposas.


HASTA UNA PRÓXIMA OPORTUNIDAD, AMIGOS

La imagen principal es de libre uso y editada en Canva, y el texto fue traducido con Deepl Translate



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