So, then, returning to the present, the 2021 man walked towards his last key. When he stood in front of the door, his bony, calloused hands grasped the key hastily. The corners of Man 2021's mouth were turned down, his eyes were dull and his hair was thinning: in short, he was greatly diminished. However, when the last key opened the door, man 2021 sighed with a sigh of pleasure as one who has walked a long way and at last arrives home.

The images are free and the text is mine, translated with Deepl.

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El mundo de las llaves
Llevaba en su muñeca tatuado un número, que por su opacidad, se presumía la cantidad de tiempo que lo tenía tatuado en el brazo. Algunos, con los tatuajes más nítidos que él y con cifras más largas, caminaban apresurados por su lado, sonriendo, gritando, con el cuerpo erguido y con un olor particular a limpio. En cambio, los que como él tenían los números borrosos, se reconocían desde lejos por tener el cuerpo encorvado y un olor sulfuroso que denotaba la antigüedad de los cuerpos.
Él era el hombre número 2201. Su rostro era amarillento, grisáceo; su delgadez extrema era tal que parecía una sombra, vaga e inexistente, desdibujada; caminaba con un paso indeciso, lento, apesadumbrado que recordaba todas las vidas que había tenido. Por eso se reconocía su pasado y por las múltiples llaves que llevaba en su cuello.
En aquel mundo, solo si lograbas acumular el número de llaves que llevabas tatuado en el brazo, podías obtener la última llave: aquella que abría la última puerta de la última vida que debías vivir. El hombre 2201 llevaba 2200 llaves, las cuales indicaban las 2200 puertas que había abierto y por ende, las 2200 vidas que había tenido.
Hizo un viaje en el tiempo, cuando obtuvo sus primeras llaves. En esa época su cuerpo tenía otra postura y un olor fresco, también tenía muchos amigos. Las llaves eran fáciles de obtener:
_Las primeras vidas son buenas, pero no tan divertidas –escuchaba que decían algunos compañeros, con una voz pícara y un rostro jocoso.
_Me dicen que hay vidas donde no tienes que trabajar y solo comes y duerme. ¿Eso es cierto? –le había preguntado el 2021 a uno que tenía tatuado el número 115. El hombre asintió, pero agregó inmediatamente:
_Eso puede ser bueno, pero llega un momento que es súper aburrido y llegas a cansarte.
Pero el hombre 2201 no veía nada negativo en aquello y quiso abrir la puerta de aquella vida. Entonces vivió meses sin trabajar, solo comer y dormir. Recordaba la vida infantil, en la que no tenía que hacer absolutamente nada. “Vivir sin responsabilidades, atenido a los otros, puede ser gratificante”, pensaba el hombre 2201 con satisfacción. Pero a diferencia de lo que era en aquella vida, aquí el hombre 2201 ya era grande y veía cómo se le pasaban las horas durmiendo. Entonces cerró la puerta y abrió otra por recomendación de otros:
_Hay una vida estupenda, donde tampoco trabajas y está llena de fiesta y derroches. No duermes porque en las noches la gente aún está despierta y se pierde la noción del tiempo.
El hombre 2201 estaba cansado de dormir, por lo que esta vida le parecía pertinente.
_Ya dormí suficiente, así que no me importará permanecer despierto. Abriré esa puerta. Y así lo hizo. Abrió la vida de las criaturas nocturnas que despilfarraban el sueño, el dinero y su juventud. Fue en aquella época, rememora el hombre 2201, que empezó a sentir a aquel olor a ácido, a cañería abierta: sin lugar a dudas, su cuerpo estaba envejeciendo.
Fue aquel olor el que disparó las alarmas de su mente. Aquel mundo estaba perfectamente construido. Cada vida tenía sus ventajas y desventajas. Si pasabas mucho tiempo en una vida, cómo lograrías obtener todas las llaves requeridas para poder abrir la última puerta. Mientras más anciano te hicieras, más difícil sería lograr y hacer lo que aquel mundo te exigía.
Entonces, el hombre 2201 empezó a vivir todas las vidas necesarias, sin perder mucho tiempo en ellas, solo lo indispensable. Fue así que vivió la vida de millonario, la de trabajador compulsivo, pero como en las anteriores vidas: había cosas buenas y cosas malas. También abrió la puerta de la vida de un enamorado y aunque le hubiese gustado vivir permanentemente en esa vida, su compañera, que era la mujer 3052, decidió terminarla un día:
_No te das cuenta del error y de la trampa. Mientras más jóvenes, mayor será el número de llaves que debemos obtener. Nuestra vida deberá ser más acelerada, sin detenernos mucho tiempo en cada experiencia, porque de lo contrario, jamás lograremos el objetivo- exclamaba la mujer 3052 quien todavía olía a flores y a nuevo, y tenía muy pocas llaves en su haber.
El detalle de aquello es que después de salir de una vida, no podías volver a ella: las puertas después de cerradas no podían ser abiertas por ti. Así que esa fue la única vida de enamorado que tuvo el hombre 2201. También hubo otras vidas en las que quiso permanecer más tiempo, pero se le hizo difícil: como la vida de padre, de amigo, de alumno y maestro. Con cada vida, su cuerpo se iba encorvando cada día más y su piel transpiraba aquel olor de hoja marchita y madera podrida, prueba inequívoca del paso del tiempo.
Así, entonces, volviendo al presente, el hombre 2021 caminaba rumbo a obtener su última llave. Cuando estuvo frente a la puerta, sus manos huesudas y encallecidas, tomaron la llave con premura. La comisura de la boca del hombre 2021 habían bajado, sus ojos no tenían brillo y tenía poco cabello: en pocas palabras, estaba muy disminuido. Sin embargo, cuando la última llave abrió la puerta, el hombre 2021 suspiró complacido como aquel que ha caminado mucho y por fin, llega a casa.