Fiction: The island / La isla (ENG/ ESP)

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The island

Alonso had left his house at about 7:00 a.m., as usual. He had taken the bus and had been the first to arrive at his office. Also as usual, he had got on the computer and started his work: he considered himself the best programmer in the world. When the staff arrived, after an hour, they neither greeted Alonso nor looked at him. That was always the case, so Alonso was used to it and almost thought he was invisible.

On his way home, hunched over and tired, he stopped to tie the braids on his shoes when a man stood in front of him with a microphone and a camera:

"We want to ask you some questions! If you answer them correctly, you'll win a trip to an island paradise,” said the man with an euphoria that was too theatrical to be true. Alonso became nervous and was about to answer that he was not interested, when the man began to ask him very easy questions:

"What is the capital of the United States?" -he asked and put the microphone close to his mouth.

"Washington,” Alonso answered mechanically. And so he went on answering question after question, so easy that even an elementary school child could answer. When he gave the last answer, the man, with learned joy, congratulated him and handed him an envelope:

Here is your prize: a plane ticket to an island paradise! -After handing over the ticket, the man left the same way he had arrived: without anyone noticing. Alonso took the envelope without knowing what to do and without really knowing what had happened. It was on the bus ride home that he thought about what he would do with that prize:

"I haven't taken a vacation in years and at work, no one will miss me. No one is waiting for me at home either, so there is no inconvenience for me to make that trip,” he thought, looking out the dirty window of the public transport and seeing the number of anonymous people walking outside.


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He made the trip in a small plane and was surprised that there were no other passengers. The staff treated him like a king, so much so that Alonso felt intimidated for a moment. When they arrived at the island there was an entourage waiting for him and amidst flowers, music and food they welcomed him:

"Welcome, Senor Alonso! We have been waiting for you,” said a well-dressed man, and a large group of people began to applaud. Alonso turned as red as a tomato: he was not used to being the center of attention. Nervous, he could only say:

"Very grateful, very grateful, very grateful!"

After the festive welcome, they took him to the hotel, where they were also waiting for him. Without knowing how, everyone knew him and greeted him. In the street, downtown, in the market, wherever Alonso walked, people greeted him. He imagined that being an island, everyone knew each other and he was the only stranger. It was the same response he imagined when he saw the same people every day: the waitress, the cab driver, the baker. He would always bump into them and Alonso would greet them because he remembered them from the welcome.

On the island, Alonso was entitled to all kinds of food and entertainment. In fact, he received a receipt to pick up some suits and a pair of shoes made to his specifications. At first he was puzzled when he saw that the suit and shoes were similar to those worn by all the inhabitants of the island, but then he thought it might be a way to make him feel more at home. And for the first time Alonso felt part of something.


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A week into his stay, Alonso was taken to a large theater. He was astonished when he saw that all the inhabitants of the island were there. He was equally surprised when he saw a large screen projecting everything Alonso had done on the island. Hidden cameras had recorded Alonso's day-to-day life, his reaction and the reaction of the people he had come across. At the end of the projection, people applauded and Alonso felt affected. At that, the speaker confessed to him:

"Alonso, you have been selected to live eternally on the island, as the programmer of the island, with the right to have food and house, also clothes. The only condition, you will live here without pay, just doing your job until death". -He kept silent, then asked: “Do you accept?"

Alonso looked at all those people he knew, who were looking at him attentively, he remembered his job where nobody knew about him, also his empty house and happily, as if he was answering the question of his life, he said:

"Yes I do, yes I do!!!!" -then all present applauded and the speaker, invited Alonso to sit with the audience. Immediately, he took the microphone again and with real enthusiasm, announced:

"Drum roll, folks: We've recruited the architect we needed!" -The audience began to applaud again, while Alonso saw how a hunched and haggard boy appeared on the screen, and then a boy with a microphone and a camera approached him and said, “We want to ask you some questions!

"We want to ask you some questions! If you answer them correctly, you will win a trip to an island paradise,” said the man with an euphoria that was too theatrical to be true.

All images are free of charge and the text is my own, translated in Deepl

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Thank you for reading and commenting. Until a future reading, friends


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La isla
Alonso había salido de su casa como a las 7 de la mañana, como siempre. Había tomado el autobús y había sido el primero en llegar a su oficina. También como siempre, se había metido en la computadora y había comenzado su trabajo: él mismo se consideraba el mejor programador del mundo. Cuando el personal llegó, después de una hora, ni saludaron a Alonso ni lo miraron. Eso ocurría siempre, por lo que Alonso ya estaba acostumbrado y ya casi creía que era invisible.
De regreso a su casa, encorvado y cansado, se detuvo a amarrarse las trenzas de los zapatos cuando un hombre se plantó frente a él con un micrófono y una cámara:
_¡Queremos hacerte unas preguntas! Si las contestas correctamente, te ganarás un viaje a una isla paradisiaca –expresó el hombre con una euforia demasiado teatral para ser cierta. Alonso se puso nervioso y ya iba a contestar que no estaba interesado, cuando el hombre comenzó a hacerle preguntas muy fáciles:
-¿Cuál es la capital de los Estados Unidos? –preguntó y le puso el micrófono cerca de la boca.
_ Washington –respondió Alonso mecánicamente. Y así fue respondiendo preguntas, tras preguntas, tan fáciles que hasta un niño de primaria podía responder. Cuando dio la última respuesta, el hombre con una alegría aprendida, lo felicitó y le entregó un sobre:
_¡¡Aquí está su premio: un boleto de avión a una isla paradisiaca!! –luego de entregar el boleto, el hombre se marchó como había llegado: sin que nadie se diera cuenta. Alonso tomó el sobre sin saber qué hacer y sin saber, realmente, lo que había ocurrido. Fue en el autobús de regreso a casa, que pensó lo que haría con aquel premio:
_Tengo años que no tomo unas vacaciones y en el trabajo, nadie me echará de menos. Tampoco nadie me espera en casa, así que no hay inconvenientes de que haga ese viaje –pensó mirando por la ventana sucia del transporte público mirando la cantidad de seres anónimos que caminaban afuera.
El viaje lo hizo en una avioneta y se sorprendió que no hubiese más pasajeros. El personal lo trató como un rey, tanto que Alonso, por un momento se sintió intimidado. Cuando llegaron a la isla había una comitiva esperándolo y entre flores, música y comida le dieron la bienvenida:
_¡Bienvenido, señor Alonso! Lo estábamos esperando, dijo un hombre bien trajeado y un grupo de personas, muy numeroso, comenzó a aplaudir. Alonso se puso rojo como un tomate: no estaba acostumbrado a ser el centro de atención. Nervioso, solo pudo decir:
_¡Muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido!
Después de la festiva bienvenida, lo llevaron al hotel, en donde también lo estaban esperando. Sin saber cómo, todo el mundo lo conocía y lo saludaba. En la calle, en el centro, en el mercado, por donde Alonso caminaba, la gente lo saludaba. Se imaginó que al ser una isla, todos se conocían y él era el único extraño. Igualmente fue esa misma respuesta la que imaginó cuando diariamente veía a las mismas personas: la camarera, el taxista, el panadero. Siempre tropezaba con ellos y Alonso los saludaba porque los recordaba de la bienvenida.
En la isla, Alonso tenía derecho a todo tipo de comida y divertimento. De hecho, recibió un recibo para retirar unos trajes y unos pares de zapatos confeccionados a su medida. Al principio quedó desconcertado cuando vio que el traje y los zapatos eran parecidos a los que llevaban todos los habitantes de la isla, pero luego creyó que podía ser una forma de hacerlo sentir parte de aquella comunidad, y se sintió satisfecho.
Cuando se cumplió una semana de su estadía, Alonso fue llevado a un gran teatro. Quedó pasmado cuando vio que todos los habitantes de la isla se encontraban allí. Igual sorpresa tuvo cuando vio que a través de una gran pantalla, se proyectó todo lo que había hecho Alonso en la Isla. Cámaras ocultas habían grabado el día a día de Alonso, la reacción de él y la reacción de las personas con las que se había cruzado. Al final de la proyección, la gente aplaudió y Alonso se sintió afectado. En eso, el orador le confesó:
Alonso, tú has sido seleccionado para vivir eternamente en la isla, como el programador de la isla, con el derecho a tener comida y casa, también ropa. La única condición, vivirás aquí sin cobrar nada, solo haciendo tu trabajo hasta la muerte. –guardó silencio, luego preguntó ¿Aceptas?
Alonso miró a toda aquella gente conocida, que lo miraba atentamente, recordó su trabajo donde nadie sabía de él, también su casa vacía y alegremente, como si tuviera respondiendo a la pregunta de su vida, dijo:
_¡¡Sí acepto, sí acepto!! –entonces todos los presentes aplaudieron y el orador, convidó a Alonso a que se sentara con el público. Inmediatamente, volvió a tomar el micrófono y con verdadero entusiasmo, anunció:
_¡Redoble de tambores, amigos: Ya reclutamos al arquitecto que necesitábamos! –el público comenzó a aplaudir nuevamente, mientras que Alonso vio cómo aparecía en la pantalla, un chico encorvado y ojeroso, y luego use le acercaba un muchacho con un micrófono y una cámara que le decía:
_¡Queremos hacerte unas preguntas! Si las contestas correctamente, te ganarás un viaje a una isla paradisiaca –expresó el hombre con una euforia que efectivamente era demasiado teatral para ser cierta.





























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Interesante ejemplo de desequilibrio que encanta, seduce, y al cabo del tiempo agobia. Muy bueno, @nancybriti1, querida.

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Querida, a propósito de isla, cómo está eso por allá? Cómo estás tú? Un abrazo

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¿Esto? 😅 No hay manera de describir esto. De mí, pues he estado sobreviviendo. No pensando mucho en eso, para no añadir estrés al asunto. Es lo que corresponde. 😉

¿Y allá? Ya sé la situación pero tú, cómo te va.

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An island looking for people to work there reminded me of certain countries that offer work to immigrants. The story is very entertaining to read.

Thanks for sharing your story with us.

Excellent day.

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I must admit that the story could be developed further. It is dystopian and real, we see games on TV that seek to create different environments. Greetings and thanks for your comment

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