King Caesar was furious and ordered his army to go against the people. Upon hearing this, one of his advisors wisely said:

"My lord, listen to the people" - but the king was full of anger and without realizing it said:

"They will never overthrow me. I will never listen to them. I am the king".

At that instant there was not a thunderbolt that ended the life of the monarch and made him disappear, as the oracle had predicted, but there was a massive rebellion of all the subjects of the kingdom, so strong and definitive that King Caesar had to escape and disappear forever.

All images are free of charge and the text is my own, translated in Deepl

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Nunca digas nunca
Cuando el anciano rey murió, fue fácil escoger al hombre que reinaría en aquel pueblo. El príncipe César era el escogido, no solo porque era el único hijo del rey, sino porque toda la vida se había preparado para ello; es decir, aquel era su destino.
Al principio el pueblo estuvo muy contento con el nuevo rey que no solo mantenía las leyes de su padre, quien siempre había sido un rey bueno, noble e inteligente sino que también había anunciado nuevos decretos que favorecía a la gente. Uno de los nuevos decretos era que todo aquel que trabajara la tierra, era dueño de la tierra que trabajaba. Esto trajo que todos quisieran trabajar un pedazo de tierra para obtener los papeles de propiedad que otorgaba el reino.
El rey era un hombre bueno, pero muy joven, por lo que a veces se dejaba llevar por algunos consejeros. Esta manía de escuchar a los otros, hizo que se rodeara de algunos videntes o hechiceros que de acuerdo con lo que veían, aconsejaban al rey:
_Es mejor que no venda las armas porque puede necesitarla –decía uno.
_No asista a esa fiesta porque es una trampa –recomendaba otro.
_No venda el oro ahora, porque el mercado del oro va a tener un aumento en seis meses –anunciaban y el rey obedecía sin preguntar mucho: con los ojos cerrados. Tanto así que una vez, uno de los videntes vaticinó:
_Nunca diga nunca porque eso hará que desaparezca –profetizó y a partir de ese instante, el rey César eliminó la palabra “nunca” de su vocabulario.
Pero la juventud del rey también hizo que se alocara y tuviera algunos excesos. Como por ejemplo: mandó a remodelar el castillo para hacerlo más moderno, también adquirió caballos para competencias, mandó a traer de otros países telas y joyas para su esposa, y hasta ordenó que cada día sirvieran manjares y bebidas en la mesa como si se celebrara una fiesta.
Todas estas decisiones desproporcionadas hicieron que el reino adquiriera deudas, por lo que el rey se vio en la necesidad de buscar dinero a toda costa y fue así que, a pesar de los consejos de sus asesores, el rey decidió desalojar a los pobladores de sus tierras:
_Todo lo que hagan, todo lo que se produzca en cada centímetro de las tierras de este pueblo, le pertenece al rey –proclamó el rey César y toda la gente comenzó a abuchearlo. Frutos, ganados, alimentos, todo pasaba a manos del reino con un solo decreto.
Aquella decisión trajo un gran descontento en la población, la cual comenzó a buscar la forma de destronar al monarca. Protestas, resistencia, incluso algunos prendieron fuego a sus cosechas para que el rey no se beneficiara de ellas, ya que sabían que aquellas medidas eran para mantener el estilo de vida ostentoso del gobernante.
Esta reacción incendiaria, hizo que el rey César se molestara tanto que ordenó que todo aquel que actuara de esa forma, fuese arrestado y metido a la cárcel para crear el miedo. Pero sucedió todo lo contrario: cuando el pueblo vio la represión, valientemente salió a las calles a protestar reclamando sus derechos.
El rey César estaba furioso y ordenó que su ejército fuese en contra del pueblo. Al escuchar aquello, uno de sus consejeros dijo sabiamente:
_Mi señor, escuche al pueblo –pero el rey estaba lleno de ira y sin darse cuenta dijo:
_Nunca van a derrocarme. Nunca voy a escucharlos. Yo soy el rey
En ese instante no hubo un rayo que acabase con la vida del monarca y lo hiciera desaparecer, como había vaticinado el oráculo, pero sí hubo una rebelión masiva de todos los súbditos del reino, tan fuerte y definitiva que el rey César debió escapar y desaparecer para siempre.