"Did you know you're getting a promotion today?" -She asked bluntly, and her words were an unexpected blow. Esteban stammered. Then he answered:

"Yes" -covering his face with a glass of whiskey.

"I congratulate you,” Eva uttered those words wearily.

"You're not forgetting what happened this week, are you? I told you there is nothing between me and her,” muttered Esteban between his teeth, then he left. Eva watches her husband's back walk away. That back that has been the evidence: marked, with minimal nail lines.

"You're crazy. Things are not as they seem" -Eva remembered what Esteban told her at night and she feels the acidity coming back, she has a volcano erupting in her stomach, in her chest: a pain so strong that it has charred her heart and turned it to ashes.

All images are free of charge and the text is my own, translated in Deepl

Thank you for reading and commenting. Until a future reading, friends

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Todo lo que no ocurre
Eva se ha despertado con acidez en el estómago. A pesar de los antiácidos que se ha tomado en la noche, su estómago es una sopa hirviendo. Aunque hubiese querido no asistir al almuerzo de los nuevos socios de la empresa, sabe que Esteban, su esposo, no aceptará que ella evada aquel compromiso:
_Sabes de sobra que no podemos dejar de asistir a esos eventos porque de ellos depende mi ascenso –le repite cada vez que Eva intenta negarse a acudir a esas reuniones sociales.
Por eso se toma dos pastillas más y bebé dos vasos de agua. Mira el reloj y sabe que le queda poco tiempo, pero Estaban también se lo recuerda:
_El almuerzo es a la 1. Debes arreglarte. Tienes una cara como si no hubieses dormido nada –le dice mientras se mete al baño a ducharte.
_Me duele el estómago –dice Eva sentada en la orilla de la cama.
_Eso te ocurre siempre y siempre se te pasa. –afirma categóricamente Esteban después de 10 minutos, cuando sale del baño- Si es por lo que ocurrió esta semana, ya olvídalo. Alístate pronto que se hace tarde.
A la 1 en punto, Eva y Esteban hacen su entrada en la casa donde se hará el almuerzo. La gente animada le da la bienvenida a la pareja. Como el aceite y el agua, cuando entran a la casa, Eva y Esteban se separan. Él va con un grupo de empresarios bien vestidos y a ella le toca estar en una de las esquinas. Hasta ella llegan algunas mujeres, esposas de los ejecutivos:
_¡Tienes una cara de trasnochada! –dice una de las mujeres indiscretamente.
_Hubieses utilizado un poco de maquillaje para ocultar esas ojeras –aconsejó otra besándole una de las mejillas.
Eva aprieta los puños y siente que una gota de sudor baja por su rostro. Se niega a detenerla y deja que la gota de sudor siga bajando por su cuello. >Esteban conversa animadamente con los otros invitados y hasta Eva, llegan las carcajadas masculinas.
Las otras mujeres también voltean a ver a los hombres que ríen:
_Parece que se divierten –afirmó una mujer que en ese instante tomaba una copa de vino entre sus manos de uñas afiladas.
_ Seguro hablan de carros, de juegos o de esas cosas que tanto les divierten –anotó otra mujer con tono maternal.
_Al parecer el nuevo socio será Esteban –secreteó la mujer de la copa.
_Debes estar muy orgullosa y contenta por él, Eva. Esteban es un esposo tan amable, cariñoso, responsable –dijo la de la voz maternal.
Eva permaneció callada mientras las mujeres se esmeraban en elogiar a su esposo. Como garras que descienden hacia ellas, Eva siente que cada comentario busca herirla:
_Supuestamente el ascenso se hará hoy y ya está lista la nueva oficina –dijo la mujer bebiendo un sorbo de vino.
Eva se siente presa de aquel círculo. La acidez la siente como un aguijón, como un mordisco: se sabe vulnerable en aquel momento, por eso calla.
En ese instante, Eva ve que la mujer con la copa se separa del grupo de mujeres y va hacia el grupo de hombres. Se detiene al lado de Esteban y su mano sin copa, con uñas puntiagudas, acaricia el hombro, lo masajea, mientras su boca se acerca a su oreja. Le dice algo, bajito, rápido, luego los dos sonríen. >Luego se va y detrás de ella van los ojos de Esteban que permanece sonriendo.
Desde hace rato Eva está sola cuando ve que Esteban camina hacia ella. Su rostro es indescifrable, un poema sin rima, de versos libres:
_¿Sabías que te darán un ascenso hoy? –preguntó de rompe y sus palabras fueron un golpe inesperado. Esteban tartamudeó. Luego respondió:
_Sí –tapando su rostro con un vaso de whisky.
_Te felicito –Eva pronunció aquellas palabras con cansancio.
_No olvidas lo que pasó esta semana. ¿Cierto? Ya te dije que entre ella y yo no hay nada –murmuró Esteban entre dientes, luego se marchó. Elvira mira la espalda de su esposo alejarse. Esa espalda que ha sido la evidencia: marcada, con mínimas líneas de uñas.
_Estás loca. Las cosas no son como parecen –recordó Eva que le dijo Esteban por la noche y siente que la acidez vuelve, tiene un volcán en erupción en el estómago, en el pecho: un dolor tan fuerte que le ha carbonizado el corazón y se lo ha hecho cenizas.