Ficción: El beso que jamás nos dimos/ The kiss we never gave each other


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El beso que jamás nos dimos

Cuando Antonio José regresó de la marina, vino con toda la intención de declararle su amor a Leticia. Viajando por muchos países y mirando el mar inmenso y azul noche y día, el joven marino tomó la decisión de decirle a Leticia que fueran novios y cuando la chica le dijera que sí, darle el beso que tenía guardado solo para ella.

Por eso, cuando Antonio José bajó del barco, fue a su casa y luego de haberse arreglado, sin esperar mucho tiempo, fue a casa de la joven. Allí, rodeada de admiradores, encontró a Leticia como siempre: bella, feliz, risueña. Intercambiaron varias palabras, las que normalmente se dicen dos amigos luego de no haberse visto por tantos meses. No hubo intención en la chica de acercase a él, tampoco en Antonio José hubo la intención de exponer sus sentimientos.


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Con los meses, Antonio José volvió al barco y no supo si antes de montarse, ser sincero con Leticia, pero vio a la joven tan llena de nube, tan llena de sol, tan fresca, que prefirió dejar en su pecho aquel amor como un paquete que jamás ha sido abierto. Entonces se dedicó a su profesión y a su carrera, navegar por todo el mundo, y como joven al fin: de dedico a vivir su vida.

En cada puerto encontró un amor y en cada uno dejó muchos besos. Tanto así que luego de años, se casó con una chica extranjera y tuvo bellos hijos iguales a ella. Formó una familia y tuvo una casa, y se dedicó a navegar por varios mares. Los años, como días que comienzan y terminan en un abrir y cerrar de ojos, hicieron de Antonio José de un chico con sueños a un adulto cansado. El tiempo lo había llevado a lugares inimaginables y a hacer lo que siempre quiso.


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En el crepúsculo de su vida, por esos juegos que la vida te hace para reírse en tu cara, Antonio José se encontró a Leticia y el corazón viejo le latió como le latía en aquellos años mozos, en mitad del mar, lejos de tierra. Se acercó a ella y ella, no tuvo reparos en abrazarlo. Conversaron como dos amigos que después de años, por casualidad se encuentran.

_¿Y te sientes feliz, Antonio José? –dijo Leticia con la madurez de una señora casada.

_Sí lo soy, pero mi vida sería otra. Yo hice mi vida lejos por nuestro beso.

_¿Nuestro beso? ¡Si jamás nos besamos, chico!

_Justamente: el beso que jamás nos dimos cambió el rumbo de mi vida. Porque así como las cosas suceden para cambiar nuestro destino, también las que no ocurren cambia nuestro rumbo. –y después de aquellas palabras, los dos ancianos rieron con gusto.

Todas las imágenes son gratuitas y el texto fue traducido con Deepl.

HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS

[Click here to read in englis]
When Antonio José returned from the navy, he came with every intention of declaring his love to Leticia. Traveling through many countries and looking at the immense blue sea night and day, the young sailor made the decision to tell Leticia that they would be sweethearts and when the girl said yes, to give her the kiss he had saved just for her.
So, when Antonio José got off the ship, he went home and after getting ready, without waiting long, he went to the young woman's house. There, surrounded by admirers, he found Leticia as always: beautiful, happy, laughing. They exchanged several words, those that normally two friends say to each other after not having seen each other for so many months. There was no intention in the girl to approach him, nor in Antonio José to expose his feelings.
With the months, Antonio José returned to the ship and did not know if before getting on board, to be sincere with Leticia, but he saw the young woman so full of cloud, so full of sun, so fresh, that he preferred to leave in his chest that love as a package that has never been opened. Then he devoted himself to his profession and his career, sailing all over the world, and as a young man at last: he dedicated himself to live his life.
In each port he found a love and in each one he left many kisses. So much so that after years, he married a foreign girl and had beautiful children just like her. He formed a family and had a house, and sailed several seas. The years, like days that begin and end in the blink of an eye, turned Antonio José from a boy with dreams into a tired adult. Time had taken him to unimaginable places and to do what he always wanted.
In the twilight of his life, for those games that life plays to laugh in your face, Antonio José met Leticia and his old heart beat as it did in his younger years, in the middle of the sea, far from land. He approached her and she had no qualms about hugging him. They talked like two friends who after years, by chance, meet.
And do you feel happy, Antonio José? -said Leticia with the maturity of a married lady.
Yes I am, but my life would be different. I made my life far away for our kiss.
Our kiss? We never kissed!
Precisely: the kiss we never kissed changed the course of my life. Because just as things happen to change our destiny, so do things that don't happen change our course. -And after those words, the two old men laughed with pleasure.



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