Luego de todo el trabajo y de los miles de millones de dólares invertidos, por fin podían presentar su gran invento: un androide creado para la venta, construido con una tecnología tan precisa y avanzada que el robot podía realizar las actividades humanas sin necesidad de ningún comando u orden. Otra de sus características más publicitadas era que sus rasgos, tan delicados y ambiguos, podían perfectamente convertirlo en un robot femenino o masculino, dependiendo de los requerimientos del cliente.

Sus creadores, frente a todos los comerciantes interesados, dieron prueba de su gran invento. Para ello, entraron a la configuración del Android247Xy y con solo pulsar, de manera fácil y sin ninguna complicación, la opción Female, el robot comenzó a hacer, de acuerdo a la programación, lo que cualquier chica hubiese podido hacer según los estándares sociales. Permaneció callada, con las piernas cruzadas, en algún momento sugirió que podía traer café y de hecho se levantó e hizo un perfecto café en tan solo un minuto.

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Los empresarios estaban delirando con el comportamiento del Android247Xy, ya que como femenina fue coqueta, servicial y presta a complacer a los presentes. No faltó quien señalara que debían conocer cómo actuaría el robot es forma masculina, por lo que los inventores no dudaron en accionar el dispositivo y ponerlo en modo Man. Entonces, como por obra de magia, el Android247Xy asumió comportamientos rudos, fuertes, de mucho carácter. Demostró fuerza física rompiendo algunos objetos, también propició algunos debates sobre temas trascendentales. Los presentes estaban muy satisfechos, porque ellos, todos hombres de negocio, habrían querido ser como aquel robot: joven, fuerte e inteligente sin mucho esfuerzo.

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Alguien, un empresario no tan exitoso, preguntó qué tal era el Android247Xy demostrando sentimientos.

_Todo lo que deba hacer, de acuerdo a los establecido, lo hará. Si alguien muere, lo lamentará. Si alguien cuenta un chiste, aplaudirá. Si debe pedir disculpa, la expresará. –dijo uno de los desarrolladores y para certificar lo que decía, hizo que el robot hiciera lo que él acaba de afirmar: reír, lamentarse, disculparse. Pero si bien es cierto que el Android247Xy hizo cada una de estas cosas, no había ningún tipo de expresión en su rostro. Sus rasgos inamovibles, sus ojos quietos, nos expresaban absolutamente nada: solo el ruido de su caparazón de acero, expresaba la risa, el llanto, el lamento. Entonces, los empresarios estuvieron de acuerdo que no tenía falla y en caso de no servir, podían desconectarlo o venderlo por piezas en talleres de basuras tecnológicas, donde iban a parar la mayoría de los inventos humanos.

HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS