Andrien era un experto cocinero del famoso restaurant francés La Belle Vie. Los dueños del local, aunque estaban encantados con su trabajo y su éxito, lo mantenían escondido porque Andrien era un pequeño ratón y algunos comensales eran susceptibles y podían salir corriendo al ver a semejante animal maniobrar con los alimentos.

_¡Queremos ver al cocinero y felicitarlo! -decían los comensales satisfechos y llenos.
_¡Es imposible! -se disculpaban- Es una persona muy reservada y tímida y huye del contacto con los otros.

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Adrien era consciente de su talento, por lo cual alardeaba y se jactaba con los otros ratones:

_Con esta profesión estoy por encima de ustedes. Mientras que ustedes se pelean por las sobras o migas del queso, yo puedo comer de cualquier cosa que haya en la alacena, decía Adrien mientas comía tortillas de arroz, semillas y legumbres. Los otros ratones lo miraban con desprecio porque Adrien se creía un humano y no un ratón como ellos.

_Los dueños son mis amigos y todos me idolatran. Soy la estrella de La Belle Vie. -gritaba Adrien cada vez que podía, llenándose de orgullo y soberbia.

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Pero cierto día, mientras el restaurant estaba lleno y los clientes esperaban sus platos, en la cocina se sintió un fuerte olor a gas doméstico: había una fuga en el horno. Inmediatamente empezaron a desalojar el restaurant y entre los comensales había un gato hambriento, que en vez de irse a la calle, fue rumbo a la cocina. Allí, en pleno alboroto, miró a Adrien y le saltó encima. Al día siguiente, los dueños de La Belle Vie pidieron disculpas por lo acontecido y aprovecharon a solicitar un nuevo cocinero.

_{Esta es mi participación de esta semana en Cuéntame una historia, de la comunidad de @freewritehouse. Si quieres participar, aquí te dejo la invitación.}

HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS