En aquella habitación oscura, solitaria y pequeña se guarda un secreto. Sobre la mesa, al lado de una muñeca de porcelana y de un espejo antiguo, está el retrato de una mujer anciana. Es una mesa de madera, que está pegada de la pared y está cerca de la ventana. La mujer de la fotografía tiene unos 60 años, lleva en su cuello una cadena con un dije en forma de delfín. Su cabeza, con su cabellera plateada, está ladeada. Su rostro lleno de arrugas no sonríe, simplemente mira a la cámara con un sentimiento de tristeza. El marco del portarretrato está agrietado, viejo y descolorido como si tuviera muchos años.

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En ese instante entra una joven de unos 20 años. Su nombre es Akira. Se nota que Akira está cansada. No solo es su rostro, es la forma encorvada de su cuerpo. Lleva en su mano una bolsa plástica y dentro de ella un plato de sagú. Lo saca y comienza a comer lentamente mientras se dirige a la ventana. La noche avanza afuera y es una boca de lobo capaz de engullir a la gente.

_{Imagen diseñada en Canva}

Akira se mete un bocado en la boca y luego otro. Aquel plato de comida es su único alimento en el día. Cuando no queda nada en el plato, lo pone sobre la mesa, cerca del espejo y el portarretrato. En eso mira a la muñeca, la toma entre sus manos y le habla:

_Sabes que no puedes tener eternamente esa piel de porcelana, que debes envejecer y dejar que te humillen. ¿Lo sabes, verdad? Luego, ella misma, tomó la cabeza de la muñeca e hizo un movimiento afirmativo como si la muñeca le hablara.

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Después, como en un ritual mil veces ejecutado, Akira puso sobre el portarretrato un pañuelo blanco y otro sobre el rostro de la muñeca. Frente al espejo, Akira comenzó a despojarse de su ropa que poco a poco empezó a caer en el suelo. Frente al espejo antiguo, Akira vio la cadena con el dije de delfín sobre su cuello. Pero también vio como su pelo comenzaba a ponerse blanco y su piel a marchitarse. Ladeo la cabeza y miró su reflejo con tristeza. Antes de irse a la cama, Akira quitó los pañuelos blancos que había colocado sobre el portarretrato y la muñeca. No hubo sorpresa en sus ojos cuando descubrió que ahora la muñeca era una anciana hecha de tela y en el portarretrato la miraba una joven Akira, todavía doncella.

Esta es mi participación para la iniciativa semana de la comunidad de Freewriters: Cuéntame una historia. Para esta iniciativa me gustaría invitar a mis amigos @alidamaria e @hiramdo. Si deseas participar, aun está a tiempo y aquí te dejo el post de invitación