Toda la humanidad estaba agitada por la información que se había hecho pública, se aproximaba un meteorito que por su tamaño, trayectoria y velocidad impactaría en sólo 72 horas contra el planeta, las películas de Hollywood, la literatura de ciencia ficción, los profetas, adivinos y hasta los religiosos, había tenido razón cada uno a su manera, pues el fin del mundo como se había vaticinado se aproximaba. Ramón como de costumbre se levantó temprano, se estiro y mientras se dirigía a al baño con la botella de champú en una mano y el jabón en la otra, pensó en que apenas con sólo 25 años probablemente su vida terminaría dentro de apenas tres día.

Recordó aquel episodio de los Simpson, en donde toda el pueblo de Sprinfield estaba amenazada con ser destruida por un meteorito, el impacto era inminente y no había posibilidad de escape, solo Lisa la inteligente hija de Homero y Marge, se había mostrado optimista en que el meteorito se desintegraría al ingresar a la atmosfera, ojala aquello se repitiera y el planeta se salvará. Una mueca que quiso ser una de sonrisa apareció en su casa, pero aquello era solo un comic, un famoso comic.

Aquel día, aquella mañana sería inolvidable para Ramón, porque justamente el inmenso meteorito como estaba previsto, ingreso al planeta, como por obra de Dios para algunos, de la naturaleza o de la providencia para otros, el gigante meteorito al igual que en el episodio de la icónica serie televisiva, se desintegro, solo una especie de arenilla o pequeños trozos como del tamaño y peso de aquel sujetador de papel, que ahora Ramón utilizaba para organizar toda aquellos papeles y recortes de periódico, deseaba guardar sobre aquel evento histórico que cambiaría la humanidad para siempre y que acrecentó la creencia de que la serie los Simpson tenía el don de predecir el futuro.