Alone in a pine forest | El Vallecito, Mérida (ENG/ESP)

ENGLISH

A few days after ending up on the local news as a person who had to be rescued on a moor mountain when I just wanted to go camping, my boyfriend and I ventured into the pine forest of the Vallecito.

We set off early in the morning. On the way to the bus stop to go to the Vallecito pine forest, my boyfriend as usual was walking down the street with his camera in hand taking pictures. By the way, all the images in this post were taken by him, you can check out his beautiful work at @laimagenhabla.

We got on a bus on our way to Tabay and asked the driver to drop us off halfway to walk along the road that would take us to our destination. On the road, we saw some cyclists doing their morning routes, and Mérida is a fantastic place for this, with roads full of nature and slopes of varying intensities.

El Vallecito is a small rural community in the state of Merida, Venezuela. It is located very close to the city, only 15 to 20 minutes away by bus. Few people live there and most of them are dedicated to cattle raising or similar activities. I got to know this beautiful place a few years ago with some friends, one day we decided to venture there because we had heard that the pine forest that surrounds the Vallecito community is even more beautiful than the popular Bosquepino in the city of Merida.

My boyfriend was excited to see a new place, and upon arriving at the Vallecito, he took pictures of every cow and landscape he saw. We walked through the houses and after passing under a wire fence (which would seem illegal, but the locals were the ones who told us to do it), we walked through a funny field full of holes where you could easily get muddy or sprain your ankle.

We went even deeper into the mountain and I quickly realized that this route had been untraveled for some time, as the trail was littered with spider webs. I wouldn't necessarily consider myself a fearful person, I love a wilderness adventure, but I have to say that insects and I don't get along at all.

I was thankful I wore appropriate clothing at that time because it saved me from being bitten by multiple spiders on our way to the pine forest.

A few cobwebs later, we finally made it to the forest and I was relieved because I honestly didn't remember the trail very well and was afraid of being in the local media again as "lost" or something. Once had been enough.

We spent a very nice afternoon, in the deep silence of the forest. We were the only two people in the whole forest. Us, the wonderful smell of pine resin, the sound of rustling branches on the tops of the many pine trees bumping against each other because of the wind, and nothing else.

We sat down for lunch among some fallen logs, stretched a bit, tried to do some sort of "couple yoga" that didn't go so well, and wandered through the small forest until there was no more path.

By the afternoon, we returned safe and sound to the city, full of the smell of resin and with our hearts a little fuller.

All images belong to @laimagenhabla.

ESPAÑOL

Unos días después de haber terminado en las noticias locales como una persona que debía ser rescatada en una montaña paramera cuando solo quise salir a acampar, mi novio y yo nos aventuramos en el bosque de pinos del Vallecito.

Partimos desde temprano en la mañana. En el camino hacia la parada de bus para dirigirnos al Vallecito, mi novio como siempre caminaba por la calle con su cámara en mano tomando fotografías. Por cierto, todas las imágenes de este post fueron tomadas por él, pueden echar un vistazo a su hermoso trabajo en @laimagenhabla.

Nos montamos en un bus que iba camino a Tabay, y le pedimos al chofer que nos dejara a medio camino para caminar por la carretera que nos llevaría a nuestro destino. En la vía, vimos algunos ciclistas que cumplían con sus rutas mañaneras, y Mérida resulta un lugar fantástico para ello con carreteras llenas de naturaleza y desniveles de variadas intensidades.

El Vallecito es una pequeña comunidad rural en el estado Mérida, Venezuela. Está ubicada muy muy cerca de la ciudad, a apenas unos 15 o 20 minutos en bus. Allí vive poca gente y la mayoría se dedica a la ganadería o actividades similares. Yo conocí este hermoso lugar hace unos años con unos amigos, un día que decidimos aventurarnos ya que habíamos escuchado que el bosque de pinos que rodea al Vallecito, es incluso más hermoso que el popular Bosquepino de la ciudad de Mérida.

Mi novio estaba emocionado por conocer un lugar nuevo, y al llegar al Vallecito, le tomaba fotos a toda vaca y paisaje que veía. Nos adentramos entre las casas y al pasar por debajo de un alambrado (acto que parecería ilegal, pero en realidad los locales eran quienes nos lo indicaban), caminamos por un campo divertido lleno de huecos en los que fácilmente podías llenarte de barro o producirte un esguince en el tobillo.

Nos adentramos aún más a la montaña y rápidamente me di cuenta de que esta ruta tenía algún tiempo sin ser recorrida, ya que el camino estaba repleto de telarañas. Yo no me consideraría una persona miedosa necesariamente, de hecho, me encanta una aventura en la naturaleza, pero he de decir que los insectos y yo nos nos llevamos nada bien.

Agradecí usar ropa adecuada esa vez, porque eso me salvó de que no fuese picada por múltiples arañas en nuestra vía al bosque de pinos.

Unas telarañas más tarde, finalmente llegamos al bosque y me sentí aliviada, porque honestamente no recordaba muy bien el camino y me daba miedo salir en los medios locales de nuevo como "extraviada" o algo así. Ya una vez había sido totalmente suficiente.

Pasamos una tarde muy linda, en el profundo silencio del bosque. Éramos las únicas dos personas en todo el lugar. Nosotros, el maravilloso olor a la resina de pino, el sonido del crujir de las ramas en la copa de los múltiples pinos que chocaban unas con otras por el viento, y nada más.

Nos sentamos a almorzar entre algunos troncos caídos, nos estiramos un poco, intentamos hacer alguna especie de "yoga" en pareja que no salió muy bien, y recorrimos el pequeño bosque hasta que ya no había más camino.

Para la tarde, regresamos sanos y salvos a la ciudad, llenos de olor a resina y con el corazón un poquito más lleno.

Todas las imágenes pertenecen a @laimagenhabla.
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