Christmas is a table for eternity [Eng-Esp]

Hello friends of #tbt in these Christmas days, when memories emerge with more intensity, it becomes a companion and invites us to reflect on the past.This year, I want to open my heart and share with you a fragment of my story that still resonates in my soul: my experience as a nun in Colombia during 2009 since 2015.

I remember that year as a time of deep learning and transformation.Life in the convent was a contrast between the daily routine and the serenity offered by the environment.Located in the middle of lush landscapes, surrounded by mountains and rivers, the convent became a shelter where the chaos of the outside world seemed to fade.Every day it began with the song of the birds, a perfect prelude to the morning prayers that filled the air of spirituality and peace.

Christmas that year was particularly significant.The community joined in celebrations full of love and hope, decorating the convent with lights that illuminated the darkness of the night.I remember the candles lit in the chapel, whose flashes danced the beat of our worship.Each song of carols resonated with a deep feeling of unity and gratitude, reminding us of the true meaning of the season.

The afternoons were marked by the preparation of traditional meals, where the aroma of fritters and custard filled the air.Sharing those moments with the sisters was an invaluable gift; their laugh and warm created ties that last until today.In the midst of joy, there was also a space for reflection, and every prayer raised to heaven became an offering of love and hope for the world.

Today, looking back, I feel that those echoes of 2009 continue to resonate in my life.They taught me to cultivate peace in my heart and appreciate the beauty of community life.In this Christmas season, Colombia's memories remind me that, despite the distance and passage of time, love and faith always find a way to put us closer.

VERSION EN ESPAÑOL

La Navidad es una mesa para la eternidad.

Hola amigos de #tbt en estos días navideños, cuando los recuerdos afloran con más intensidad, la nostalgia se convierte en compañera y nos invita a reflexionar sobre el pasado. Este año, quiero abrir mi corazón y compartir con ustedes un fragmento de mi historia que aún resuena en mi alma: mi experiencia como monja en Colombia durante el año 2009 hasta el 2015.

Recuerdo ese año como un tiempo de profundo aprendizaje y transformación. La vida en el convento era un contraste entre la rutina diaria y la serenidad que me ofrecía el entorno. Situado en medio de paisajes exuberantes, rodeado de montañas y ríos, el convento se convertía en un refugio donde el caos del mundo exterior parecía desvanecerse. Cada día comenzaba con el canto de las aves, un preludio perfecto para las oraciones matutinas que llenaban el aire de espiritualidad y paz.
La Navidad de ese año fue particularmente significativa. La comunidad se unió en celebraciones llenas de amor y esperanza, decorando el convento con luces que iluminaban la oscuridad de la noche. Recuerdo las velas encendidas en la capilla, cuyos destellos danzaban al compás de nuestra adoración. Cada canto de villancICOS resonaba con un profundo sentimiento de unidad y gratitud, recordándonos el verdadero significado de la temporada.

Las tardes estaban marcadas por la preparación de comidas tradicionales, donde el aroma a buñuelos y natilla llenaba el aire. Compartir aquellos momentos con las hermanas fue un regalo invaluable; su risa y cálidez crearon lazos que perduran hasta hoy. En medio de la alegría, también había un espacio para la reflexión, y cada oración levantada al cielo se convertía en una ofrenda de amor y esperanza por el mundo.

Hoy, al mirar hacia atrás, siento que esos ecos de 2009 siguen resonando en mi vida. Me enseñaron a cultivar la paz en mi corazón y a apreciar la belleza de la vida en comunidad. En esta temporada navideña, los recuerdos de Colombia me recuerdan que, a pesar de la distancia y el paso del tiempo, el amor y la fe siempre encuentran la forma de unirnos.