Quesillo casero tradicional a mi estilo| | Postres de fin de semana [Es-En]

Nada más delicioso que un postre casero. De esos que te hacen imaginarlo en tu paladar y saborearlo, aun antes de que ocurra su elaboración. Así son los postres que se preparan con el cariño del hogar. Ese amor que le pones cuando alguien que es especial para ti, te pide que se lo elabores y pues, procedes con el mismo amor a hacer su sueño realidad.

Desde siempre, me ha encantado el quesillo, un postre sencillo, pero que va más allá de lo inimaginable en cuanto a su sabor y su textura. Esa que sientes a plenitud, cuando lo degustas y sabes que quedó delicioso, porque lo hiciste con muchísimo amor. A mi hijo Gabriel, le encanta el quesillo tanto como a mí. Es un postre que al elaborarlo, no dura mucho tiempo en el refrigerador, pues a cada rato, queremos comerlo.

Hacer quesillo es muy sencillo y en realidad, no requiere muchos ingredientes ni tanto esfuerzo para lo delicioso que queda. Existen muchas variedades de quesillo, a partir de la receta tradicional y resulta de agregar un ingrediente extra a la receta base.

Muchos le agregan maíz, calabaza (auyama), en mi caso, lo hago de forma básica y eso sí, me gusta agregarle lo que yo llamo, el toque satánico (una expresión de mi difunto padre), que es ese extra que le ponemos a las comidas y hace una diferencia. En este caso utilicé un pequeño chorro de licor (un ron que mi hijo tenía guardado desde la Navidad anterior).

Tan sencilla la receta como colocar el contenido de un pote de leche condensada, cinco huevos, la misma medida de la lata pero con leche completa líquida y el toque de ron. Licuar y reservar mientras hacemos el caramelo que le dará color a nuestro quesillo.

Para el caramelo se coloca media taza de azúcar en el envase donde va a ponerse el quesillo, y se pone a fuego lento a derretir hasta que adquiera el color caramelo que deseamos. En mi caso, dejo poner algo oscuro para que se vea bonito, además de sabroso. Una vez derretida el azúcar, esparcirla por todo el envase y colocar allí la mezcla reservada.

Cocinar en baño de María, bien sea en el fuego normal o en el horno. En mi caso, lo hice de forma normal en la cocina, durante una hora. Para comprobar que esté listo, se introduce un cuchillo y si sale seco, está listo. Se deja enfriar y luego se desmolda en un plato y ¡voalà! Yo lo dejo en la nevera a qué enfríe bien y lo como al día siguiente.

Debo acotar, que el quesillo no llegó a mitad de semana en la nevera. Darle felicidad a nuestros seres queridos y compartir amor a través de la cocina, es una linda forma de permanecer unidos y disfrutar del amor de familia. Gracias por llegar hasta aquí. Los veo en la próxima receta.