En la casa del vecino / At the neighbor's house

[ESP] Mi vecino es mi hermano


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[ESP]
La empatía es fundamental en las relaciones humanas, nadie puede vivir feliz ni en paz si está peleado con su prójimo; especialmente, con el que está más cerca, el vecino. La educación, el respeto y las buenas costumbres son preponderantes en el trato hacia los demás, nadie puede vivir aislado por completo de la sociedad porque somos gregarios por naturaleza.

      Exceptuando el chisme y cuánto sentimiento contrario al amor exista; lo que le ocurra a mi vecino, debe importarme. Nadie debería ser indiferente con lo que sucede a su alrededor porque de una u otra manera le atañe; dicho de otra manera, le puede salpicar.

      Esto también ocurre entre los gobiernos de países vecinos, no pueden ser indiferentes con lo que está sucediendo cerca de sus fronteras; porque de seguro, le afectará. Por esa razón; la comunidad internacional debe actuar si las circunstancias lo amerita. No estamos aislados, es un solo planeta y; aunque existan fronteras, existen leyes y organismos internacionales que velan por la paz de las naciones.

      El deber y el derecho no está reñido con la humanidad; todos, sin excepción, merecemos paz y mejor calidad de vida, nos merecemos vivir bien, con estabilidad emocional, política, social, cultural, religiosa y económica.

      Ningún gobierno puede escudarse en su soberanía o invocar el principio de la libre determinación de los pueblos, si está violando los más elementales derechos humanos; y peor aún, si está cometiendo crímenes tipificados en las leyes como de guerra o de lesa humanidad.

      Lo cierto es que ante tanta maldad e indiferencia, debemos actuar como nos dicta la conciencia, bajo el amparo de las leyes; además, debemos aferrarnos a la fe y la esperanza de vivir en un mundo mejor donde reine el respeto, la paz y el amor. Recordemos las palabras de Don Manuel Domingo y Sol, Mosensol:

No sabemos si estamos destinados a ser río caudaloso o si hemos de parecernos a la gota de rocío que envía Dios en el desierto a la planta desconocida. Pero más brillante o más humilde, nuestra obligación es cierta: no estamos destinados a salvarnos solos.


[ENG] My neighbor is my brother


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[ENG]
Empathy is essential in human relationships. No one can live happily or in peace if they are at odds with their fellow man, especially with the one who is closest to them, the neighbor. Education, respect and good manners are essential in dealing with others. No one can live completely isolated from society because we are gregarious by nature.

      Except for gossip and whatever sentiments are contrary to love, what happens to my neighbor should matter to me. No one should be indifferent to what happens around them because in one way or another it affects them; in other words, it can affect them.

      This also occurs between the governments of neighboring countries; they cannot be indifferent to what is happening near their borders; because it will surely affect them. For this reason; the international community must act if the circumstances warrant it. We are not isolated, it is a single planet and; although there are borders, there are laws and international organizations that watch over the peace of nations.

      Duty and right are not at odds with humanity; all of us, without exception, deserve peace and a better quality of life; we deserve to live well, with emotional, political, social, cultural, religious and economic stability.

      No government can hide behind its sovereignty or invoke the principle of self-determination of peoples if it is violating the most basic human rights; and worse still, if it is committing crimes classified in the laws as war crimes or crimes against humanity.

      The truth is that in the face of so much evil and indifference, we must act as our conscience dictates, under the protection of the law; furthermore, we must hold on to faith and the hope of living in a better world where respect, peace and love reign. Let us remember the words of Don Manuel Domingo y Sol, Mosensol:

We do not know whether we are destined to be a mighty river or whether we are to be like the drop of dew that God sends in the desert to the unknown plant. But, whether more brilliant or more humble, our obligation is certain: we are not destined to save ourselves alone.



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