El valor de un corazón (Esp/Eng)

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Francisco estaba seguro de que no quería ser padre. Se consideraba no solamente una persona bastante irresponsable consigo mismo, así que ni se imaginaba cómo podía ser encargarse de alguien más.

Sus problemas de autoestima lo habían llevado en más de una ocasión al diván del psiquiatra, quien se veía en dificultades para sacarlo de su estado, puesto que toda su experiencia no le daba para sacarlo del pozo, cada vez que decidía entrar en él.

Angélica, su novia, con quien ya vivía desde hace un par de años, no sabía como darle la noticia de que estaba embarazada. Pasó justamente en los días luego del cambio del anticonceptivo que se había colocado en el brazo.

Ella estaba consciente de los deseos de él, pero por su cabeza jamás pasó la idea de interrumpir el embarazo. Simplemente no podía jugar a ser Dios y desechar aquello que estaba creciendo dentro de sí. Así que armándose de valor, y con un panorama bastante incierto sobre lo que pasaría después, se sentó a conversarlo.

_Amor? necesitamos hablar...

En la cabeza de Francisco, esas palabras estaban asociadas con la idea de ser abandonado, nuevamente. Fueron tantas las ocasiones en que una conversación empezada con esa frase, implicaban que la relación había llegado a su fin.

_Tranquila. Te entiendo que no soy una persona fácil. Sólo dame tiempo para recoger mis cosas.-Replicó él.

_No cariño, no te voy a hablar sobre eso.

La tensión en la espalda de Francisco cedió, y él llevado de la mano de Angélica, se sentó a su lado en el sofá. Estaba contrariado. ¿Qué era entonces sobre lo que ella quería hablarle? Nunca se había comportado tan formalmente con él.

_ De antemano te digo, que yo ya tomé mi decisión al respecto y eso no va a cambiar. Sé que no estarás de acuerdo, pero hay cosas que simplemente, no estoy dispuesta a negociar.

Los nervios nuevamente se apoderaron de Francisco, y con las manos tapando su rostro replicó: Angélica, solo ve al grano!

_ Estoy embarazada, dijo ella en voz baja.

Parecía triste y feliz al mismo tiempo, mientras Francisco solo la veía con los ojos abiertos a más no poder.

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_Pero qué pasó? Si hasta te acompañé al médico ese día?... tu sabes que yo no...

Si! lo interrumpió ella. Lo sé, por eso solo te lo diré, y me iré yo. Este bebé va a nacer, aunque tu no desees ser padre.

En la cabeza de Francisco, las ideas iban en dos direcciones: ceder ante semejante noticia o dejarla partir. De cualquier manera iba a resultar doloroso para él, así que solo debía escoger la que considerara menos perjudicial.

_ No te vayas, dijo al cabo de un tiempo, que para Angélica resultó eterno. Ya veremos como lo resolvemos.

El embarazo resultó ser un tanto complicado para ella, y Francisco tuvo que ayudarla en muchas ocasiones, cuando las nauseas hacían que los días fueran terribles para Angélica.

Acostumbrado a ser él quien necesitara ayuda, todo este proceso le mostró la otra cara de la moneda, y lo ayudó a entender el amor que viene de la vocación al servicio hacia otros.

Conforme pasaba el tiempo, se hacía a la idea de que no podía ser tan malo después de todo. Si la vida lo había premiado con la posibilidad de ver el producto de su creación, era porque tenía un valor para el universo, uno que él se empeñaba en no ver ya ni sabía por cuáles razones.

Angélica, una vez pasado el primer trimestre, ya se había estabilizado y disfrutaba de sentir el movimiento de su bebé en el vientre. Junto con Francisco escogía con detalle cada pieza para hacerle su habitación, el lugar más lindo y cómodo posible. Para él, la vida se iba llenando de matices que nunca había visto, y todo ese proceso fue la mejor terapia para cambiar de actitud.

Los pensamientos suicidas se habían alejado por completo, y sentía que de ahora en adelante, a pesar de los miedos propios de la paternidad, iba a ser mucho mejor para los tres.

Había tomado un segundo trabajo en línea, con la idea de hacerse un fondo económico para su bebé. Ya la sola idea de pensar en lo que le deparaba el futuro era un éxito para su psiquiatra, quien poco a poco empezó a retirar el tratamiento, viendo que ya no lo estaba necesitando en las cantidades habituales.

Dejó solo una pequeña dosis profiláctica, puesto que los primeros días después del parto, podrían generar picos de estrés que quizás él no sabría como manejar.

El tiempo pasó rápido, y ya Angélica estaba a poco días del parto. Un dolor de cabeza inusual y repetitivo la hizo ir al médico antes de la última cita.

Mientras esperaban su turno, una sensación de calor que venía desde los pies, la hizo marearse y cae desmayada en el regazo de Francisco, sentado a su lado.

El equipo de emergencia del hospital acude al llamado y la llevan a la zona de observaciones, mientras Francisco bañado en lágrimas y desesperado, era contenido del otro lado de la puerta.

Nadie salía, nadie decía nada. Francisco se sentía inútil. Pensaba que quizás sus pensamientos anteriores de no querer ser padre le estaban pasando factura. Caminaba de un lado a otro. Empezó a comerse las uñas nuevamente. Todo el camino recorrido para salir del pozo en el que casi siempre había estado, se desdibujaba y era como si una sombra lo arrastrara nuevamente a él.

Un médico sale por fin a su encuentro. Su cara de cansancio no le dejaba entrever cuáles serían sus palabras.

_ Como está Angélica? Y el bebé? decía con desesperación mientras el médico lo tomaba del brazo y lo llevaba a sentarse.

Señor Álvarez, dijo con voz pausada mientras se sentaba a su lado. A su esposa le dio un ataque de preeclampsia, que es un aumento de la presión arterial y que...

YO SÉ QUE ES ESO! gritó desesperado Francisco. LE PREGUNTÉ COMO ESTÁN ELLA Y EL BEBÉ, siguió vociferando, a tal punto que dos funcionarios de seguridad se acercaron, pero fueron atajados por un gesto del médico.

_ Tuvimos que ingresarla para hacer una cesárea de emergencia, pero lamentablemente su señora no aguantó el procedimiento.

A Francisco el mundo se le vino abajo con esas palabras. Y ahora? era la pregunta que le retumbaba en cada célula de su cuerpo. En un despertar súbito del shock por el que estaba pasando, sólo atinó a decir: _ Y el bebé?

El médico, sin cambiar su expresión, sigue hablando: Fue una niña, a quien la madre solo llegó a llamar Victoria antes de perder el conocimiento.
Victoria dijo para si Francisco. Era justo el nombre que habían elegido si sería niña, puesto que durante todo el embarazo nunca se dejó ver el sexo y estuvieron con la incertidumbre de saber su género hasta último momento.

Pero está bien? dijo Francisco lleno de esperanzas.

-Victoria nació bien. Midió 49 centímetros y pesó 3.5 kilos. Está en observación. Dentro de un momento podrá pasar al retén para que la pueda ver, mientras tanto, debe pasar a firmar los documentos del deceso de su esposa, para poder seguir con lo que procede en estos casos.

Francisco se encontró nuevamente transitando en dos direcciones: la alegría por Victoria y la tristeza por perder al amor de su vida. Caminaba como un zombie junto al guardia de seguridad que lo acompañaba al área administrativa.

Firmó todo lo que le indicaron, hizo algunas llamadas a familiares de Angélica y se dirigió al retén.

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Ahí la llegó a ver, pequeñita e indefensa. Se parecía mucho a ella! No sabía cómo iba a poder tolerar verla sin recordar a Angélica y que la tristeza se hiciera presente.

Mientras la veía a través del cristal, un movimiento de enfermeras y doctores que entraron al área lo volvió a inquietar. Se llevaban a Victoria! y su desesperación se volvió a activar.

Y ahora qué? pensaba. No era ya suficiente con todo lo ocurrido un par de horas atrás?

Nuevamente los minutos se hicieron horas, hasta que otro médico, esta vez acompañado por un par de enfermeros, le dio la noticia. Victoria había nacido con una falla cardíaca, y acababa de fallecer.

Francisco se desmoronó. Alcanzó a ser atajado por los enfermeros, quienes lo sentaron y aplicaron primeros auxilios infructuosamente.

Nadie lo sabía, ni siquiera él mismo, pero su vida se había atado con un hilo invisible, a la existencia de su pequeña.

Ese día, la pequeña familia Álvarez Escobar, desapareció de la faz de la tierra.

Francisco was sure he didn't want to be a father. Not only did he consider himself to be quite irresponsible with himself, but he could not imagine what it would be like to take care of someone else.

His self-esteem problems had led him on more than one occasion to the psychiatrist's couch, who found it difficult to get him out of his state, since all his experience was not enough to get him out of the well, every time he decided to enter it.

Angelica, his girlfriend, with whom he had been living for a couple of years, did not know how to break the news that she was pregnant. It happened just in the days after the change of the contraceptive she had placed in her arm.

She was aware of his wishes, but the idea of terminating the pregnancy never crossed her mind. She simply could not play God and throw away what was growing inside her. So, plucking up the courage, and with a rather uncertain outlook as to what would happen next, she sat down to talk it over.

Hun? we need to talk...

In Francisco's head, those words were associated with the idea of being abandoned, again. There were so many occasions when a conversation started with that phrase, implying that the relationship had come to an end.

Calm down. I understand I'm not an easy person. Just give me time to get my things, he replied.

No honey, I'm not going to talk to you about it.

The tension in Francisco's back subsided, and he took Angelica by the hand and sat down next to her on the sofa. What was it then that she wanted to talk to him about? She had never behaved so formally with him.

_ Beforehand I tell you, I've already made my decision about it and that's not going to change. I know you won't agree, but there are things that I'm simply not willing to negotiate.

Nerves again took over Francisco, and with his hands covering his face he replied: Angelica, just get to the point!

I am pregnant, she said quietly.

She looked sad and happy at the same time, while Francisco just looked at her with wide eyes.

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But what happened? I even went with you to the doctor that day? You know I didn't...

Yes! she interrupted him. I know, that's why I'll just tell you, and I'll go. This baby is going to be born, even if you don't want to be a father.

In Francisco's head, the ideas went in two directions: give in to such news or let her go. Either way it was going to be painful for him, so he just had to choose the one he thought would be the least harmful.

Don't go, he said after a while, which for Angelica seemed like an eternity. We'll see how we solve it.

The pregnancy turned out to be somewhat complicated for her, and Francisco had to help her on many occasions, when the nausea made the days terrible for Angelica.

Used to being the one who needed help, this whole process showed him the other side of the coin, and helped him understand the love that comes from a vocation of service to others.

As time went on, he came to realize that he couldn't be so bad after all. If life had rewarded him with the possibility of seeing the product of his creation, it was because he had a value to the universe, one that he insisted on not seeing, and he didn't even know for what reasons.

Angelica, once the first trimester was over, had already stabilized and enjoyed feeling the movement of her baby in her womb. Together with Francisco, she chose in detail each piece to make her room the most beautiful and comfortable place possible. For him, life was filling up with nuances he had never seen before, and the whole process was the best therapy to change his attitude.

Suicidal thoughts were completely gone, and he felt that from now on, despite the fears of parenthood, it was going to be much better for all three of them.

He had taken a second job online, with the idea of building up a nest egg for his baby. Already the very idea of thinking about what the future held for him was a success for his psychiatrist, who gradually began to withdraw the treatment, seeing that he was no longer needing it in the usual amounts.

He left only a small prophylactic dose, since the first days after the birth could generate stress peaks that he might not know how to handle.

Time passed quickly, and Angelica was just a few days away from delivery. An unusual and repetitive headache made her go to the doctor before her last appointment.

While waiting for her appointment, a sensation of heat coming from her feet made her dizzy and she fainted in Francisco's lap, sitting next to her.

The hospital's emergency team responded to the call and took her to the observation area, while Francisco, bathed in tears and desperate, was restrained on the other side of the door.

No one came out, no one said anything. Francisco felt useless. He thought that perhaps his earlier thoughts of not wanting to be a father were taking their toll. He paced back and forth. He began to bite his nails again. All the way out of the hole he had almost always been in was blurring and it was as if a shadow was dragging him back to him.

A doctor finally comes out to meet him. His tired face did not let him know what his words would be.

How is Angelica? And the baby? he said desperately as the doctor took him by the arm and led him to sit down.

Mr. Alvarez," he said in a slow voice as he sat down next to him. Your wife had an attack of preeclampsia, which is an increase in blood pressure and that?

I KNOW WHAT THAT IS! shouted Francisco in desperation. I JUST ASKED HOW SHE AND THE BABY ARE DOING, he continued shouting, to such an extent that two security officers approached him, but were stopped by a gesture from the doctor.

We had to admit her for an emergency cesarean section, but unfortunately her wife could not endure the procedure.

Francisco's world came crashing down with those words. And now? was the question that echoed in every cell of his body. In a sudden awakening from the shock he was going through, he only managed to say: _And the baby?

The doctor, without changing his expression, continued speaking: It was a girl, whom the mother only managed to call Victoria before she lost consciousness.

Victoria said to himself Francisco. It was just the name they had chosen if it would be a girl, since during the whole pregnancy the sex was never revealed and they were uncertain about her gender until the last moment.

But she is fine? said Francisco full of hope.

-Victoria was born well. She measured 49 centimeters and weighed 3.5 kilos. She is under observation. In a moment she will be able to go to the hospital so that I can see her, in the meantime, she must sign the documents of the death of his wife, to be able to continue with the procedures in these cases.

Francisco once again found himself moving in two directions: joy for Victoria and sadness for losing the love of his life. He walked like a zombie with the security guard who accompanied him to the administrative area.

He signed everything he was told to sign, made some calls to Angélica's relatives and headed for the checkpoint.

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There he saw her, tiny and helpless. She looked so much like her! He did not know how he would be able to tolerate seeing her without remembering Angelica and being saddened.

While he was looking at her through the glass, a movement of nurses and doctors entering the area disturbed him again. They were taking Victoria away! and his despair was activated again.

What now? he thought. Wasn't it enough with everything that had happened a couple of hours ago?

Again the minutes became hours, until another doctor, this time accompanied by a couple of nurses, gave him the news. Victoria had been born with heart failure, and had just passed away.

Francisco collapsed. He managed to be tackled by the nurses, who sat him down and applied first aid unsuccessfully.

Nobody knew it, not even he himself, but his life had been tied by an invisible thread to the existence of his little girl.

That day, the little Álvarez Escobar family disappeared from the face of the earth.


Foto/Photo by: Tuva Mathilde Løland, Raspopova Marina and Debby Hudson (all from Unsplash)
Edición/Edited by @mamaemigrante using canva
Translated with Deepl



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No puedo creerlo 🥺 tenía la misma esperanza Francisco.

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Al final pudo encontrar la paz, cuando las siguió hasta el más allá

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Ok...se me hizo un nudo en la garganta. Después de.pelear contra sus demonios, demostrar el amor que tenía dejando de lado sus problemas para enfocarse en su familia termino todo así...ok...me voy a llorar a un rincón.

Usted si que es una mente siniestra que ni perdona a sus personajes 🥺🥺🥺

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Por un momento pensé que la bebé sería esa pequeña esperanza que lo haría ver la vida desde otra perspectiva, que triste ese final 🥺

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Qué fuertes y frágiles son los lazos que nos unen a los que amamos y a los sueños... Un texto muy conmovedor y triste que te deja un sabor de boca agridulce... Mis respetos!

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