Carta de un sobreviviente de guerra/ Letter from a war survivor
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Hoy quiero compartir con ustedes un relato que escribí, me sentí muy inspirada luego de haber leído uno delos libros de la trilogía "Century" de Ken Follet, específicamente "El Invierno del Mundo" en el cual somos testigos de las atrocidades vividas antes, durante y después de la segunda guerra mundial en Europa, y es algo que lamentablemente se ha repetido una y otra vez a lo largo de la historia, de hecho lo estamos viviendo actualmente en algunos países del mundo, no importa el país, ni el credo, ni el idioma, la guerra jamás dejará nada bueno, no es justificable bajo ningún concepto, por el contrario, la humanidad debería trabajar en conjunto para construir un mundo mejor.
Europa estaba casi completamente diezmada por la guerra y sus consecuencias, nuestros países fueron víctimas de gobiernos tiranos, de la hegemonía y más tarde de la ocupación que prometía salvarnos, los países que prometían ser nuestra esperanza nos trataron con la misma crueldad que nuestros anteriores verdugos, resulta duro ver como tus hijos te miran y encuentras en sus pequeños ojos el miedo reflejado, sobre todo cuando llega la noche y los soldados celebran su victoria, todavía retumba en los oídos el estruendo de la última bomba, los gritos de la última mujer ultrajada, el llanto de los padres que quedaron sin hijos. La energía eléctrica es intermitente, hay que aprovechar cuando la tenemos, el carbón se volvió tan escaso que quien lo tuviera sería considerado rico, de esta forma el invierno cae con rudeza sobre nuestras cabezas, los pocos hombres que quedan en la ciudad luego de haber combatido en el frente de batalla, o defendido su ciudad de la ocupación que venía a liberar y castigar al mismo tiempo, se dedicaban a reducir a trozos los pocos muebles que aún conservábamos, pues era mucho mejor tener fuego y calor que un costoso mueble del siglo XVII, nuestra vida se había simplificado, pues la muerte, el hambre y la enfermedad nos había igualado a todos, ya no había ricos ni pobres, solo personas sufriendo.
Conseguir alimentos, ropa o medicina era una tarea ardua, difícil y para algunas mujeres incluso denigrante, nadie que no la haya vivido en carne propia sabe lo horrible que es la guerra y lo que deja a su paso cuando finalmente se acaba, a veces quieres morirte, otras te aferras a la vida, sobre todo cuando ves a los niños jugando con los escombros de los edificios destruidos por las bombas, aprendes de ellos pues algunas veces lloran y sufren pero al poco rato juegan en medio los restos de su país. ¿Qué pensarán? me pregunto mientras trasporto un cubo con agua (un valioso botín) No podemos continuar así, pero los días pasan, también los meses y no encontramos ninguna salida.
Con el pasar del tiempo algunas industrias se levantan y eso permite que la situación mejore de cierta manera pero aún es dura, muy dura la vida aquí, finalmente encontramos una salida, y aunque nos llena de esperanzas, al mismo tiempo nos causa incertidumbre, miedo, angustia y nostalgia.
Gigante como un edificio está anclado en el puerto el barco que nos sacará del lugar que tanto amamos pero en el cual ya no podemos vivir, está llamando con su voz ronca y profunda a los pasajeros que pronto lo abordarán rumbo a tierras lejanas, muy lejanas, donde visten diferente y hablan otras lenguas, "América" un vasto continente lleno de prosperidad, "un paraíso" lo llaman algunos de mis compatriotas y eso parece ser, al menos por lo que pude apreciar en las postales, prados verdes que me recuerdan al lugar en el que yo jugaba en mi infancia, rostros sonrientes de personas que nunca han experimentado la crueldad y la brutalidad, industrias que prometen una nueva y mejor vida... Un nuevo llamado del gigante "Zeus" que invita a los pasajeros a abordarlo, me hace sobresaltar y me saca de mis pensamientos, miro por última vez las calles de mi ciudad y posteriormente los miles de brazos que se agitan para decir adiós.
Los días han pasado, la vida en el barco no es mucho mejor, hay muchas personas, demasiadas, algunas con rostros lánguidos y exangües, personas famélicas, tuberculosas cuya apariencia amenaza con dejar este mundo, a veces hace frío en la cubierta pero es mejor que soportar el sofoque de los camarotes atestados, sin embargo algunas veces las tormentas nos obligan a refugiarnos allí, arrepintiéndonos de haber abandonado la patria... nuestra patria, en otras ocasiones nos obligamos a pensar que todo estará bien, que falta poco para el arribo, aunque en realidad no tenemos idea de donde estamos, pero de pronto alguien saca un violín y nos ponemos a cantar las viejas canciones que nos enseñaron los abuelos y eso hace que la travesía sea más llevadera, todos cantan, a veces los franceses, otras los alemanes, los italianos, polacos y checos...
Finalmente llegamos, aquí comienza una nueva vida, delante tenemos futuro, esperanza, una vida nueva, pero también miedo... ¿nos aceptarán? ¿podremos adaptarnos? Atrás queda el dolor y las carencias, pero también nuestra patria, los recuerdos, nuestra vida, es inevitable no llorar, me duele lo que nos hicieron, quisiera que jamás hubiese pasado lo que pasó pero es una realidad ineludible. Quizá yo también termine por vestir diferente, por hablar otra lengua pero nunca perderé la esperanza de regresar, porque jamás dejaré de ser quien soy, sin embargo al menos me queda una gran enseñanza, en la guerra no hay ganadores, es un juego cruel en el que los soldados se vuelven peones, marionetas de personas que los manipulan para lograr sus propios intereses, mientras los civiles pagamos las consecuencias del odio de los que están arriba, nos usan como excusas, como escudos y a veces como aval, nadie nos comprende, nadie dice "ellos no tienen la culpa" o "¿Qué lograrán con hacerles eso?" los que no padecen ese infierno solo dicen "ese no es asunto mío" pero la realidad es que la guerra es un problema de todos, ese juego cruel que ya nunca más debería jugarse.
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Today I want to share with you a story I wrote, I felt very inspired after having read one of the books of the trilogy "Century" by Ken Follet, specifically "The Winter of the World" in which we witness the atrocities lived before, during and after the Second World War in Europe, and it is something that unfortunately has been repeated over and over again throughout history, in fact we are currently living it in some countries of the world, no matter the country, no matter the creed, no matter the language, war will never leave anything good, it is not justifiable under any concept, on the contrary, humanity should work together to build a better world.
Europe was almost completely decimated by the war and its consequences, our countries fell victim to tyrannical governments, to hegemony and later to the occupation that promised to save us, the countries that promised to be our hope treated us with the same cruelty as our former executioners, It is hard to see how your children look at you and you find the fear reflected in their little eyes, especially when night falls and the soldiers celebrate their victory, the sound of the last bomb still echoing in your ears, the screams of the last woman outraged, the cries of the parents left without children. Electricity is intermittent, we must take advantage of it when we have it, coal has become so scarce that whoever had it would be considered rich, so winter falls harshly on our heads, the few men who are left in the city after having fought on the battle front, or defended their city from the occupation that came to liberate and punish at the same time, they were busy cutting to pieces the few pieces of furniture we still had, for it was much better to have fire and warmth than an expensive 17th century piece of furniture, our life had been simplified, for death, hunger and disease had made us all equal, there were no longer rich and poor, only people suffering.
Getting food, clothes or medicine was an arduous task, difficult and for some women even degrading, no one who has not lived through it knows how horrible war is and what it leaves in its wake when it is finally over, sometimes you want to die, sometimes you cling to life, especially when you see the children playing with the rubble of the buildings destroyed by the bombs, you learn from them because sometimes they cry and suffer but soon after they play in the middle of the remains of their country. What do they think, I wonder as I carry a bucket of water (a valuable booty)? We can't go on like this, but the days go by, the months go by and there is no way out.
As time goes by, some industries pick up and this allows the situation to improve somewhat, but life here is still hard, very hard, we finally find a way out, and although it fills us with hope, at the same time it causes us uncertainty, fear, anguish and nostalgia.
Giant as a building, the ship that will take us out of the place we love so much but in which we can no longer live, is anchored in the port, calling with its deep, hoarse voice to the passengers who will soon board it bound for distant lands, very distant, where they dress differently and speak other languages, "America", a vast continent full of prosperity, "a paradise" some of my compatriots call it and that seems to be the case, at least from what I could see on the postcards, green meadows that remind me of the place where I played in my childhood, smiling faces of people who have never experienced cruelty and brutality, industries that promise a new and better life. .. A new call of the giant "Zeus" inviting passengers to board, startles me out of my thoughts, I look for the last time at the streets of my city and then at the thousands of arms waving goodbye.
The days have passed, life on the ship is not much better, there are many people, too many, some with languid and exhausted faces, starving, tubercular people whose appearance threatens to leave this world, sometimes it is cold on the deck but it is better than to endure the suffocation of the crowded cabins, however sometimes the storms force us to take refuge there, regretting having left our homeland, at other times we force ourselves to think that everything will be fine, it will be a short time before arrival, although in reality we have no idea where we are... but suddenly someone pulls out a violin and we start singing the old songs that our grandparents taught us and that makes the crossing more bearable, everyone sings, sometimes the French, sometimes the Germans, the Italians, Poles and Czechs...
Finally we arrive, here begins a new life, in front of us we have a future, hope, a new life, but also fear? Will they accept us? Will we be able to adapt? The pain and the shortages are left behind, but also our homeland, the memories, our life, it is inevitable not to cry, it hurts me what they did to us, I wish what happened had never happened but it is an inescapable reality. Perhaps I too will end up dressing differently, speaking a different language but I will never lose hope of returning, because I will never stop being who I am, however at least I am left with a great lesson, in war there are no winners, it is a cruel game in which soldiers become pawns, puppets of people who manipulate them to achieve their own interests, while civilians pay the consequences of the hatred of those above, they use us as excuses, as shields and sometimes as collateral, nobody understands us, nobody says "they are not to blame" or "what will they achieve by doing that to them? "But the reality is that war is everyone's problem, a cruel game that should never be played again.
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Los relatos de guerras siempre son inquietantes, son terribles las cosas ocurridas en esos tiempos, queda aprender de ellos!
Eso es cierto, tenemos mucho que aprender de esas terribles experiencias.