Momentos únicos con mi pequeña.
Lo que me encanta de compartir este momento con mi hija es ver cómo se sumerge por completo en la experiencia. Ella sostiene la naranja en sus pequeñas manos y la examina con curiosidad, como si estuviera descubriendo un tesoro. Luego, con una sonrisa traviesa en su rostro, empieza a pelarla lentamente, disfrutando cada momento.
Cuando finalmente logra pelarla por completo, sus ojos se iluminan aún más al ver las jugosas rodajas de naranja. Es increíble cómo algo tan simple puede llenarla de tanta alegría. Con cada bocado, su rostro se llena de felicidad y satisfacción. Y yo, como padre, no puedo evitar sentirme orgulloso y feliz al verla disfrutar de algo tan saludable.
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