[ENG-SPN] Carousels and cathedrals: the magic of resilience

Toledo, for its uniqueness, for its notable antiquity and above all, for that unequivocal strength that has always given it its indisputable multiculturalism, continues to be one of those fortunate Spanish cities, deservedly classified as a World Heritage Site. Precisely, within the monumental wealth that makes it a priceless time capsule, where numerous architectures coexist with the harmony that decadence always grants, it stands out, for being, basically, the center of its metaphorical cultural labyrinth, its impressive Primate Cathedral.

A cathedral, which not only enjoys the popularity of being the largest of the Spanish cathedrals, but is also the one that accumulates the most artistic treasures inside a monumental structure, which seems to have been made to defy the eternity. It is also usually an endearingly picturesque detail that every year, when the icy winds of December carry with them the festive joy of popular percussion that always accompanies those heralds of Christmas, which are Christmas carols, another element, perhaps less grandiose, but, undoubtedly, more emotional, it returns to us, like another formidable resilient that it is, the magical harmony of the memory of past times, which, without necessarily being better, do, however, bring with them endearing memories, which remind us of moments of childish happiness: the carousels.

Toledo, por su singularidad, por su notable antigüedad y sobre todo, por esa inequívoca fuerza que le ha otorgado siempre su indiscutible multiculturalidad, continúa siendo una de esas afortunadas ciudades españolas, merecidamente calificadas como Patrimonio de la Humanidad. Precisamente, dentro de la riqueza monumental que hace ella una inapreciable cápsula del tiempo, donde numerosas arquitecturas conviven con la armonía que otorga siempre la decadencia, sobresale, por ser, básicamente, el centro de su metafórico laberinto cultural, su impresionante Catedral Primada.

Una catedral, que no sólo goza de la popularidad de ser la más grande de las catedrales españolas, sino que, además, es también la que más tesoros artísticos acumula en el interior de una estructura monumental, que parece haber sido hecha para desafiar a la eternidad. Suele ser, además, un detalle entrañablemente pintoresco, que todos los años, cuando los gélidos vientos de diciembre arrastran consigo la festiva alegría de la percusión popular que acompaña siempre a esos heraldos de la Navidad, que son los villancicos, otro elemento, quizás menos grandioso, pero, indudablemente, más emotivo, nos devuelve, como otro formidable resiliente que es, la mágica armonía del recuerdo de unos tiempos pasados, que, sin ser necesariamente mejores, sí traen consigo, sin embargo, recuerdos entrañables, que nos recuerdan momentos de infantil felicidad: los carruseles.

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