La tumba misteriosa (Relato)

En aquel antiguo camposanto, con siglos de existencia y con muy raros visitantes, ya que los cuerpos depositados en ellos, por razones diversas han quedado en el olvido, una tumba resalta entre todas.

Está al final del lugar, en la esquina izquierda del mismo y lo que la hace especial es el monumento de mármol que a diferencia de otros no envejece, sino que se mantiene resaltante como si hubiese sido erigido en recientes horas.

El mismo muestra una mujer con larga túnica ajustada su cuerpo, sentada en un aposento con características de arcaico trono y una expresión de dolor, adivinada por sus cerrados ojos, el rictus en los labios y sus brazos extendidos a los lados.

A un costado, en línea con su mano izquierda, una vela permanece encendida, y lo misterioso de esto es que la misma no se consume ni se apaga con la lluvia o la nieve, como si se alimentara del aire como combustible y la cera que conforma su redonda estructura fuera infinita.

A su lado el cadáver de un árbol le hace compañía, como guardián exterminado por el tiempo y la sequía, sin embargo su tronco seco y las ramas sin hojas permanecen erguidos, soportando las estaciones.

A su alrededor otras lapidas sin esculturas, asemejan soldados caídos en la guerra y parecen acompañar el lecho del desconocido o desconocida habitante del mausoleo.

Todos los cuidadores del lugar que han pasado por años por allí han sentido curiosidad por tan extraño sepulcro pero ninguno ha vivido para contarlo, ya que visitarlo es sinónimo de inminente muerte y es la razón por la cual nadie se acerca a él.

Hicieron falta muchos sacrificios para que esto se conociera, muchos malditos inocentes deslumbrados por la belleza del mármol blanco y brillante que lo hace llamativo para los curiosos.

Hace un siglo, después de una tormenta que inundó el lugar, un religioso rescató los papeles que se encontraban en las antiguas oficinas del camposanto y entre ellos un pergamino con letras temblorosas, escrito en sangre donde se leía: “En este lugar se encuentra el cenáculo de la muerte, el lugar donde ella descansará cuando pueda ser vencida. Todo aquel que lo visite morirá, así como yo lo haré en algunos momentos” Seguidamente estaba la dirección donde se encontraba la tumba misteriosa.

La primera reacción fue la incredulidad pero ante la veracidad de lo advertido la historia pasó de boca en boca y la gente dejó de visitar el camposanto, por miedo a pasar a engrosar la lista de quienes ya habían caído, como el ratón ante la olla hirviendo.

Se intentó demoler el cementerio pero nadie lo logró, todos fallecieron en el intento.

Al final quedó solitario, esperando que el ultimo cadáver llegué allí.

¿Podrá algún día morir la propia muerte para que se acabe la maldición del lugar?