Xavier Villaurrutia: el nocturno poeta mexicano
Xavier Villaurrutia, quien falleciera el 25 de diciembre de 1950, destaca como un poeta singular en el amplio mundo de la poesía mexicana e hispanoamericana en general del siglo XX. Además de poeta, fue dramaturgo, ensayista y crítico literario, narrador, guionista de cine y traductor. Gracias al estudio de su obra que hiciera el escritor coterráneo Octavio Paz (Premio Nobel 1990), se dio a conocer y valorar más ampliamente.
Como dramaturgo fue autor de varias obras teatrales, entre ellas Autos profanos (1943), Invitación a la muerte (1944), Tragedia de las equivocaciones (1951). Escribió la novela Dama de corazones (1928). Entre sus libros ensayísticos y críticos están Textos y pretextos (1940) y Juicios y prejuicios, de publicación póstuma (1966). Es autor de varios guiones cinematográficos, como el de Vámonos con Pancho Villa (1935) y La mujer de todos (1946). Tradujo a William Blake, Antón Chéjov y André Gide, entre otros. También fue un importante animador cultural, fundando y participando en revistas literarias como Ulises, Los Contemporáneos (nombre que identificó al grupo de escritores al que se le asocia junto con Salvador Novo), El hijo pródigo, etc.
En su obra poética se encuentran los libros Reflejos (1926), Nocturnos (1933), Nostalgia de la muerte (1938), Décima muerte (1941), Cantos a la primavera y otros poemas (1948), con él obtuvo un relevante premio.
En su honor se instituyó en 1955 el Premio Xavier Villaurrutia, que otorgan los escritores cada año al mejor libro literario mexicano. El primero en recibirlo, en retroactivo, fue Pedro Páramo de Juan Rulfo.
Según señala uno de sus estudiosos, César Antonio Molina, "Villaurrutia se divide entre el sueño y la vigilia, el amor y el olvido, entre la ausencia y la presencia". Por eso, Octavio Paz había afirmado que "la poesía de Villaurrutia no se definía en la unidad, sino en la dualidad". Se le tiene por ser un gran escéptico, un intimista que "se entrega a la fatalidad" (Molina) y a la melancolía (el esplín de Baudelaire). Quizás el título que más lo define es Nostalgia de la muerte. En consideración de Molina acerca de la concepción de Villaurrutia, "La muerte no es el final, sino el retorno. El retorno al otro lado de la vida. El sueño es el guía, el aprendizaje intermedio entre la vida y la muerte".
De ese libro reproduciré a continuación dos poemas (procuré escoger dos no muy extensos).
NOCTURNO MIEDO
Todo en la noche vive una duda secreta:
el silencio y el ruido, el tiempo y el lugar.
Inmóviles dormidos o despiertos sonámbulos
nada podemos contra la secreta ansiedad.
Y no basta cerrar los ojos en la sombra
ni hundirlos en el sueño para ya no mirar,
porque en la dura sombra y en la gruta del sueño
la misma luz nocturna nos vuelve a desvelar.Entonces, con el paso de un dormido despierto,
sin rumbo y sin objeto nos echamos a andar.
La noche vierte sobre nosotros su misterio,
y algo nos dice que morir es despertar.¿Y quién entre las sombras de una calle desierta,
en el muro, lívido espejo de soledad,
no se ha visto pasar o venir a su encuentro
y no ha sentido miedo, angustia, duda mortal?El miedo de no ser sino un cuerpo vacío
que alguien, yo mismo o cualquier otro, puede ocupar
y la angustia de verse fuera de sí viviendo
y la duda de ser o no ser realidad.
Con el característico juego de los contrarios, mediante el uso singular de las palabras y del ritmo, la noche se nos presenta como experiencia previa de la muerte, tocada por la sombra del miedo y la duda existencial. En el poema creo percibir una cierta intertextualidad con el poema "Lo fatal" de Rubén Darío.
ESTANCIAS NOCTURNAS
Sonámbulo, dormido y despierto a la vez,
en silencio recorro la ciudad sumergida.
¡Y dudo! Y no me atrevo a preguntarme si es
el despertar de un sueño o es un sueño mi vida.En la noche resuena, como en un mundo hueco,
el ruido de mis pasos prolongados, distantes.
Siento miedo de que no sea sino el eco
de otros pasos ajenos, que pasaron mucho antes.Miedo de no ser nada más que un jirón de sueño
de alguien —¿de Dios?— que sueña en este mundo amargo.
Miedo de que despierte ese alguien —¿Dios?—, el dueño
de un sueño cada vez más profundo y más largo.Estrella que te asomas, temblorosa y despierta,
tímida aparición en el cielo impasible,
tú, como yo —hace siglos—, estás helada y muerta,
mas por tu propia luz sigues siendo visible.¡Seré polvo en polvo y olvido en olvido!
Pero alguien, en la angustia de una noche vacía,
sin saberlo él, ni yo, alguien que no ha nacido
dirá con mis palabras su nocturna agonía.
Con contenido muy similar al del poema anterior —la noche y el sueño de la muerte—, las resonancias intertextuales aquí son mucho más patentes: la presencia de Calderón de la Barca con su "vida es sueño" y de Francisco de Quevedo con el "polvo enamorado", que tiene como referencia primera al texto bíblico del Génesis. También creo ver algo del Unamuno de Niebla, con la vida como el sueño de Dios, y una suerte de prefiguración de Jorge Luis Borges en cuentos y poemas donde esta imagen se hace presente.
Referencias:
Villaurrutia, Xavier (1999). Nostalgia de la muerte (Edición de César Antonio Molina). España: Huerga y Fierro Editores.
https://es.wikipedia.org/wiki/Xavier_Villaurrutia
https://www.poesi.as/Xavier_Villaurrutia.htm
https://circulodepoesia.com/2012/12/nocturnos-de-xavier-villaurrutia/
https://ciudadseva.com/autor/xavier-villaurrutia/poemas/
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