Kafka, el artista del trapecio

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Franz Kafka, el escritor checo-alemán que marcó ineluctablemente la literatura universal contemporánea, del siglo XX hasta hoy, nació el 3 de julio de 1883, es decir, hace 140 años. Esperemos que en su ciudad natal, Praga, hoy se le haya recordado. La importancia de la obra literaria de Kafka se nos escapa a veces de nuestra limitada interpretación. Yo lo he recordado dos veces antes en esta plataforma, como un modo de difundirlo también entre los usuarios inclinados hacia la literatura como lectores y/o escritores. Les dejo los enlaces de mis posts anteriores: 1 y 2.


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Según se sabe, Kafka fue un autor un poco reticente, que publicó algunos de sus relatos en vida, siempre por impulso y diligencia de su entrañable amigo Max Brod, quien se convertiría en el albacea del escritor, pero que “traicionó” para bien de la literatura. Enfermo de gravedad, Kafka le dejó este escrito:

Aquí está, querido Max, el último favor que te pido: todo lo que pueda encontrarse en lo que dejo tras de mí (…), me refiero a cuadernos, manuscritos, cartas personales o no, etc., debe ser quemado sin excepción ninguna y sin leerlo. (…)

Sin embargo, Max Brod no cumplió ese encargo de su amigo. Dice Brod:

Si me niego a ejecutar lo que de una manera tan categórica me ha pedido mi amigo, es porque creo tener razones poderosas.

(…) los escritos últimos de Kafka contienen los más excelsos tesoros y lo más valioso de su obra misma.

Entre esos escritos están las novelas póstumas que hoy conocemos como El proceso, El castillo y América, en lo fundamental. Al final daré algunas referencias de interés sobre El proceso.


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Uso el título del cuento de Kafka, “El artista del trapecio”, para expresar ese sentido que he tenido de él y su obra desde que la conocí cuando joven y he seguido: la de un hombre que vivió casi en la cuerda floja de la vida, en el riesgo del vacío. Sus textos –cuentos, novelas, aforismos, etc.– así parecen manifestarlo, desde mi interpretación.

Ese sentido lo percibo desde el inicio de sus relatos. Así en La metamorfosis:

Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en una cama convertido en un monstruoso insecto. (Traducción de J. L. Borges).

O el comienzo de El proceso:

Posiblemente algún desconocido había calumniado a Joseph K., pues sin que éste hubiese hecho nada punible, fue detenido una mañana.

El sinsentido o absurdo de la vida ordinaria, entre luces y oscuridades, es lo que caracteriza de modo general la obra de Kafka. De allí el término entronizado: “kafkiano”, y que los escritores existencialistas como Camus y Sartre lo resaltaran y siguieran, a su manera, en sus escritos.


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Los relatos breves de Kafka son una muestra infaltable, por ejemplo:

Los árboles

Porque somos troncos de árboles en la nieve. Aparentemente, sólo están apoyados en la superficie, y con un pequeño empellón se los desplazaría. No, es imposible, porque están firmemente unidos a la tierra. Pero atención, también esto es pura apariencia.

El pueblo más cercano

Mi abuelo solía decir:
–La vida es asombrosamente corta. Ahora, al recordarla, se me aparece tan condensada que, por ejemplo, casi no comprendo cómo un joven puede tomar la decisión de ir a caballo hasta el pueblo más cercano, sin temer (y descontando por supuesto la mala suerte) que aun el lapso de un vida normal y feliz no alcance ni para empezar semejante viaje.

Sin entrar a comentar cada uno de estos relatos, destaca el pensamiento lúdico e irónico con la incertidumbre, con la duda, con cierto destino.

Uno de los relatos breves por excelencia de este sentido en Kafka es ”Ante a ley”, que inicia así:

Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián y solicita que le permita entrar en la ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar.

Y termina:

El guardián comprende que el hombre está por morir y, para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice al oído con voz atronadora:
–Nadie podía pretenderlo, porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.

Creo que es manifiesto ese sentido que el propio Kafka expresó: “Un libro tiene que ser el hacha para el mar helado que hay en nosotros”


Referencias:

Kafka, Franz (1970). La metamorfosis. Argentina: Edit. Losada.
Kafka, Franz (1972). La condena. España: Alianza Editorial.
Kafka, Franz (1983). El proceso. Colombia: Edit. Oveja negra.

https://ciudadseva.com/texto/un-artista-del-trapecio/ (Un artista del trapecio)
https://biblioteca.org.ar/libros/1587.pdf (La metamorfosis)
https://ciudadseva.com/texto/ante-la-ley/ (Ante la ley)
https://www.elejandria.com/libro/el-proceso/kafka-franz/1791 (El proceso)

La versión primera de El proceso es de Orson Welles, realizada en 1962, que, al parecer (no lo he hecho), puede verse por este enlace.
La otra versión conocida por mí es la dirigida por David Jones en 1993, a la que puede accederse por este vínculo.


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Gracias por su lectura.


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Un compositor distinguido en la literatura universal. Ojalá la gente pudiera leerlo más seguido.

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