Enrique González Martínez: poesía de hondura filosófica

Quien fuera reconocido por el ilustre intelectual dominicano Pedro Henríquez Ureña, como "uno de los siete dioses de la lírica mexicana" (para la primera mitad del siglo XX), Enrique González Martínez , nació en Guadalajara el 13 de abril de 1871. Siendo médico de profesión, se dedicó a la literatura. Fue autor de una veintena de libros de poesía y trabajos en prosa. Ejerció la diplomacia en representación de México en varios países europeos y latinoamericanos. También fue miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua. Y fue propuesto como candidato al Premio Nobel de Literatura en 1949.

El poeta Enrique González Martínez - Fuente

Habiéndose iniciado en la poesía de mano del Modernismo propulsado por Rubén Darío, más tarde se desligará de él con una crítica que se condensará en uno de sus famosos poemas: "Tuércele el cuello al cisne", que reproduciré y comentaré más adelante. De modo que se le considera uno de los iniciadores del llamado para entonces "postmodernismo", con otras dos grandes figuras mexicanas como José Juan Tablada y Ramón López Velarde.

La poesía más trascendente de González Martínez la hallamos a partir de su producción de 1915 en adelante, a saber: La muerte del cisne (1915), Parábolas y otros poemas (1918), La palabra del viento (1921), El romero alucinado (1923), El diluvio de fuego (1938), Babel (1949), entre los principales.

Su obra poética se caracteriza por una destacada presencia del símbolo, y por un decir sobrio, pausado pero rítmico, y meditativo; de allí ese carácter filosófico que he apuntado, que podrá notarse claramente en los dos poemas que copiaré a continuación.

Fuente

Tuércele el cuello al cisne. . .

Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje
que da su nota blanca al azul de la fuente;
él pasea su gracia no más, pero no siente
el alma de las cosas ni la voz del paisaje.

Huye de toda forma y de todo lenguaje
que no vayan acordes con el ritmo latente
de la vida profunda. . .y adora intensamente
la vida, y que la vida comprenda tu homenaje.

Mira al sapiente búho cómo tiende las alas
desde el Olimpo, deja el regazo de Palas
y posa en aquel árbol el vuelo taciturno. . .

Él no tiene la gracia del cisne, mas su inquieta
pupila, que se clava en la sombra, interpreta
el misterioso libro del silencio nocturno.

Quien había abrevado en las aguas musicales del Modernismo rubendariano toma distancia de este estilo que para González Martínez hacía excesivo énfasis en lo sensorial, llegando a constituirse en una fuente de brillantes ornamentos. Toma el símbolo modernista por excelencia: el cisne, expresión máxima de la belleza ideal, y le contrapone el búho, asociado a la filosofía desde la mitología griega. Y casi con tono de manifiesto, afirma la necesidad de una poesía insuflada de la profundidad de la vida.

Conserva "el hombre del búho", como pasara a identificarse a González Martínez, la musicalidad, aunque ciertamente austera, del soneto de versos alejandrinos (muy de la usanza de Rubén Darío) y la presencia de imágenes sensoriales expresivas pero moderadas. A ese estilo se acercará el modernismo final de Darío.

"Lirios", de Van Gogh (1889) - Fuente

Busca en todas las cosas. . .

Busca en todas las cosas un alma y un sentido
oculto; no te ciñas a la apariencia vana;
husmea, sigue el rastro de la verdad arcana,
escudriñante el ojo y aguzado el oído.

No seas como el necio, que al mirar la virgínea
imperfección del mármol que la arcilla aprisiona,
queda sordo a la entraña de la piedra, que entona
en recóndito ritmo la canción de la línea.

Ama todo lo grácil de la vida, la calma
de la flor que se mece, el color, el paisaje.
Ya sabrás poco a poco descifrar su lenguaje. . .
¡Oh divino coloquio de las cosas y el alma!

Hay en todos los seres una blanda sonrisa,
un dolor inefable o un misterio sombrío.
¿Sabes tú si son lágrimas las gotas de rocío?
¿Sabes tú qué secreto va contando la brisa?

Atan hebras sutiles a las cosas distantes;
al acento lejano corresponde otro acento.
¿Sabes tú donde lleva los suspiros el viento?
¿Sabes tú si son almas las estrellas errantes?

No desdeñes al pájaro de argentina garganta
que se queja en la tarde, que salmodia a la aurora.
Es un alma que canta y es un alma que llora. . .
¡Y sabrá por qué llora, y sabrá por qué canta!

Busca en todas las cosas el oculto sentido;
lo hallarás cuando logres comprender su lenguaje;
cuando sientas el alma colosal del paisaje
y los ayes lanzados por el árbol herido. . .

De significación muy próxima al poema anterior, el hablante poeta declara y propugna una dirección de la vida que ponga su interés, no en "la apariencia vana", sino en el "sentido oculto" de las cosas que condensa el alma de estas. Se trata de abrirse a su lenguaje que expresa su secreto, su inefabilidad y misterio, atendiéndolo por nuestros sentidos capaces de escudriñar y contemplar su "verdad arcana" en todo lo que la naturaleza ofrece.

Asistimos, pues, como lo dijera en 1924, el joven poeta y crítico mexicano Jaime Torres Bodet, a “la literatura del pensamiento, la nobleza sosegada de la frase y el decoro discreto de la emoción”.

Referencias:
http://amediavoz.com/gonzalezM.htm
https://web.archive.org/web/20090520094733/http://www.centenarios.org.mx/GonzalezMtz.htm
https://letraslibres.com/revista-mexico/la-obra-de-enrique-gonzalez-martinez/

Gracias por su lectura.

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