El reloj olvidado | The forgotten watch (SPA-ENG)

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Algo extraño pasó aquella noche con el hermoso reloj de pedestal que había adornado la sala de la modesta casa por años. Alberto lo había comprado a un buen precio en la mueblería del pueblo. En realidad, él buscaba una litera para reemplazar la que los niños habían destrozado en sus acrobacias. Pero al ver el reloj, con su color caoba reluciente, cuna para la maravillosa máquina de relojería que movía las agujas sobre el dorado círculo horario, y coronado con el sol o la luna, según fuese el caso, se sintió cautivado. Así que le preguntó al dependiente, solo para saciar su curiosidad. El precio era de liquidación, en vista de que un comprador lo había apartado años atrás y nunca lo reclamó. Quizás porque ya estaba averiado. No lo pensó dos veces y volvió a casa muy feliz.

El tiempo transcurrió, pero el reloj nunca marchó. Muchas veces, Alberto pensó en repararlo, pero nunca encontraba el tiempo para hacerlo. Las semanas se convirtieron en meses y los meses en años. Pronto, el reloj sirvió como un lugar de almacenamiento para varios objetos, incluyendo documentos importantes enrollados como pergaminos antiguos, en el área de contrapesos.

Una tarde, mientras Andrea, la hija menor de Alberto y Eloísa, leía despreocupadamente una historieta en el sofá, escuchó un susurro que provenía del reloj. Dejó el librillo en la mesa aledaña y se acercó con cautela al imponente reloj para descifrar el sonido.

—¡Hola, Andrea! —dijo el reloj en un tono más alto.

Sobresaltada, Andrea pensó, ¿el reloj me acaba de hablar? Aún atónita y sin saber qué hacer, respondió por inercia: ¡Hola! ¿Quién eres?

—Esa es una larga historia. ¡No temas, mi niña! —respondió el reloj con ternura.

Andrea respiró hondo, queriendo saber más sobre el reloj parlante. Miró a su alrededor. ¿Quizás mi padre o mi madre estarán ocultos detrás de alguna puerta, o el reloj estará encantado de verdad? Pero se dio cuenta de que estaba completamente sola.

—¡No me has dicho tu nombre! —dijo Andrea.

—Disculpa. Hace tanto tiempo que estoy con el reloj de mis sueños, que a veces pienso que estoy soñando. Y es hoy cuando caigo en cuenta de que estoy embrujado.

—¿Embrujado?

—Sí. La anciana dueña del lugar donde vivía me maldijo por no pagar el alquiler. Ella sabía lo mucho que me gustaba el reloj y que lo aparté de contado antes que pagarle los seis meses de arriendo que le debía. Lo que no sabía yo es que ella era una bruja.

Andrea abrió sus ojos color miel y miró su reloj de pulsera inteligente.

—Mi mamá a veces le dice a mi papá que venda el reloj. Ella dice que es bonito pero inservible.

—Tu madre tiene razón. Yo la he escuchado varias veces. Y tu padre, solo lo mira y pone las agujas del reloj marcando las diez y diez. Yo le hablo, pero no me escucha.

—¡Bueno, al menos estás con el reloj que tanto te gusta!

—Sí, me gusta. ¡Claro! Aunque llevo sesenta años aquí y creo que es hora de partir.

—Entonces, ¿por qué no te vas?

—¡Qué más quisiera yo! La maldición está relacionada con los pagos de los seis meses de alquiler. La única condición era que el reloj marcara el tiempo.

—¡Ah, entiendo!

—Hoy es la primera vez que alguien me escucha.

—Yo te ayudaré —dijo la niña con determinación.

—¡Me llamo Cándido!

Seis meses después, el reloj de Alberto sonó por primera vez ante la mirada sonriente de Eloísa. Andrea había cumplido su promesa.

Fin


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Una microrrelato original de @janaveda

Imagen generada con https://lexica.art/aperture y editada con Canvas con el siguiente prompt:

Imagina la imagen de un antiguo y elegante reloj de pedestal, con un mecanismo de relojería dorado visible a través de la puerta de cristal. Las manecillas marcan las diez y diez, y el reloj está rodeado de objetos guardados en su interior, como documentos enrollados que parecen pergaminos antiguos, llaves y otros objetos curiosos. Delante del reloj se encuentra una niña de diez años, con cara de sorpresa y asombro, mientras escucha cómo el reloj le habla y le cuenta su historia. Al fondo, se ve el modesto salón de una casa, con muebles de madera y una alfombra desgastada en el suelo.

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Something strange happened that night with the beautiful pedestal clock that had adorned the living room of the modest house for years. Alberto had bought it at a bargain price at the furniture store in town. In fact, he was looking for a bunk bed to replace the one the children had destroyed in their acrobatics. But when: seeing the clock, with its shiny mahogany color, the cradle for the marvelous clockwork mechanism that moved the hands over the golden hour circle and crowned with the sun or the moon, depending on the case. He felt captivated. So he asked the clerk, only to satisfy his curiosity. The price was on clearance, as a buyer had reserved it years ago and never claimed it. Perhaps because it was already broken. He didn't think twice and went home very happy.

Time passed, but the clock never worked. Many times, Alberto; thought about repairing it, but he never found the time to do it. Weeks turned into months, and months turned into years. Soon, the clock served as a storage place for various objects, including relevant documents rolled up like ancient parchments, in the counterweight area.

One afternoon, while Andrea, Alberto, and Eloisa's youngest daughter; were lazily reading a comic book on the sofa, she heard a whisper from the clock. She left the booklet on the adjacent table and approached the imposing clock cautiously to decipher the sound.

"Hello, Andrea!" said the clock in a louder tone.
Startled, Andrea thought, "Did the clock just talk to me?" Still stunned and unsure of what to do, she instinctively responded, "Hello! Who are you?"

"That's a long story. Don't be afraid, my child!" replied the clock tenderly.

Andrea took a deep breath, wanting to know more about the talking clock. She looked around. "Maybe my father or mother are hiding behind a door, or maybe the clock is enchanted?" But she realized she was alone.

"You haven't told me your name!" said Andrea.

"Sorry. I've been with the clock of my dreams for so long that sometimes I think I'm dreaming. And today, I realize that I'm cursed."

"Cursed?"

"Yes. The old owner of the site where I lived cursed me for not paying the rent. She knew how much I liked the clock and that I had set it aside before paying her the six months of rent; that I owed her. What I didn't know is that she was a witch."

Andrea opened her honey-colored eyes and looked at her smartwatch.

"My mom sometimes tells my dad to sell the clock. She says it's beautiful but useless."

"Your mother is right. I've heard her several times. And your father only looks at me and sets the clock (hands) to ten past ten. I talk to him, but he doesn't listen."

"Well, at least you're with the clock you like so much!"

"Yes, I like it. Of course! Although I've been here for sixty years. And I think it's time to leave."

"Then why don't you go?"

"I wish I could! The curse is related to the payment of the six months of rent. The only condition was that the clock marked time."

"Ah, I see!"

"Today is the first time someone has listened to me."

"I'll help you," said the girl determinedly.

"My name is Candido!"

Six months later, Alberto's clock rang for the first time before Eloisa's smiling gaze. Andrea had kept her promise.

The end

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An original drabble by @janaveda

Originally written in Spanish and translated into English at www.deepl.com and edited at grammarly.com

Image generated with https://lexica.art/aperture and edited with Canvas based on the following prompt:

Imagine an image of an old and elegant pedestal clock, with a golden clockwork mechanism visible through the glass door. The hands read ten past ten, and the clock is surrounded by objects stored inside it, such as rolled-up documents resembling antique parchments, keys, and other curious objects. In front of the clock stands a ten-year-old girl, with a look of surprise and wonder on her face, as she listens to the clock speaking to her and telling its story. In the background, you can see the modest living room of a house, with wooden furniture and a worn-out rug on the floor

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