Divagaciones sobre la salud mental (SPA-ENG)

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El poeta latino Juvenal expresó en una de sus sátiras la sabida expresión de"… mente sana en cuerpo sano". No obstante, por economía, en el uso de las palabras se omite el contexto: "debemos pedir que haya una mente sana en un cuerpo sano"; y me pregunto entonces: ¿cuántos locos vagan por el mundo con excelente salud, fingiendo, sin saberlo, estar cuerdos?

Por otro lado, ¿si estamos locos o no? Parece que depende del consenso que los otros tengan de nuestra conducta con respecto al aparente orden natural de la realidad percibida. Sin duda, es deseable procurar la sanidad del cuerpo como un prerrequisito para la mente saludable. Hasta hace poco, se creía en la ciencia que la mente era el resultado de los procesos bioquímicos y eléctricos que radican en el cerebro. Ahora se sabe sobre las neuronas en los órganos digestivos, que llaman enterocéfalas, y que influyen, entre otras funciones, en el estado de ánimo. Esto explica por qué cuando se tiene hambre emerge el mal genio. ¡Qué complejos somos! Sabes, en el pasado, los materialistas equiparaban el cerebro con la mente. Ahora, ¿qué piensas? ¿Será una suposición errónea? ¿No es acaso una simplificación de nuestra esencia, y ¿no estamos entonces ante uno de los enigmas pendientes por resolver?

Vaya problema, ¡no!

Si queremos hablar de salud mental, es pertinente entender qué es la mente. Aquí, el primer escollo. Se dice que esta constituye las facultades inherentes al pensamiento, a la consciencia, y la que permite el ejercicio del libre albedrío. Por favor, no den por sentado como cierto lo que digo. ¿Yo pudiera ser uno de esos que piensa que está cuerdo, y no lo está? Si usted le pregunta a un supuesto loco sobre su condición, este, con mucha probabilidad, le dirá que no lo está. Imagina que estás en un manicomio, en donde por alguna razón absurda los locos dominan y son mayoría, y tú… estás entre ellos. ¿Qué pasaría con el tiempo? ¿Te les unirías, o te mantendrías al margen, incólume?

¡Basta! Esta argumentación nos llevará a una disquisición filosófica, racionalista, a un intento por entender la mente, la consciencia y el alma; alejándonos de lo que sugiere el título de la presente divagación. Quiero más bien, enfocarme, ahora, en compartir en lo vivencial, y asumir que gozo de tranquilidad y cordura para poder darles un simple consejo para mantener la salud mental. Pero primero, acordemos sobre la distinción del dolor, es decir, entre el físico y el psicológico, el que emana de las emociones y sentimientos. El dolor de un dedo magullado por el golpe de un martillo, es diferente al trauma por la pérdida de alguien amado. No ahondemos más, creo que me entiendes muy bien.

Permítanme, ahora, lo anecdótico. En 2016, yo trabajaba en una gran multinacional en el ramo logístico, con múltiples responsabilidades, tales como cualquiera. Sin ser el trabajo de ensueño, la remuneración satisfacía las demandas del hogar hasta que explotó con fuerza la gran crisis financiera (hiperinflación), y todo se fuera al garete. Recuerdo, la afección viral con su molesto gotereo post nasal en la faringe, cayendo en mi garganta, y la sensación desagradable de los oídos tapados que anticipó el quebrantamiento de mi paz y tranquilidad. Intentaré describir con palabras lo que los médicos me diagnosticaron como ataque de pánico, y mi esposa, como locura.

Imagínense, de repente, que la inquietud los domine; que le sea imposible acostarse en horizontal, dando paso al insomnio; que el deseo, casi irresistible, de caminar sin sentido ni rumbo, y en todo momento, te exponga al peligro. Con el transcurrir de los días, aquello, que tanto le gustaba, se torne en molesto, casi insoportable, por ejemplo, la música. Su mente tiende al vacío, sin preocupaciones evidentes. Están conscientes del entorno, no tienen episodios de esquizofrenia, aunque, no escuchas voces ni fantasmas, la vida es como si atravesaran una pesadilla lúcida. Sensaciones prolongadas por meses que llegan a incapacitarles de hecho para laborar. En el proceso, pierden peso con rapidez, las ojeras aparecen, y sus rostros se demacran. Los demás se preguntan, ¿qué les pasa?, ¿Tendrán una enfermedad grave?

El escenario que les quise transmitir, y por la cual yo transité, denota, a todas luces, una falta de sanidad. En tal sentido, considero un dislate mayor el disociar la mente del cuerpo. Somos una unidad indivisible que trasciende a lo visible. Somos una proyección de lo espiritual en este plano de existencia. Quedémonos hasta aquí para no entrar en pírricas discusiones ontológicas. En todo caso, me preguntarán cómo saliste del foso. ¿Medicación o terapia cognoscitiva o psicológica?, y, ¿cómo esta experiencia ajena les ayudará?

¡Híjole! Me costó mucho salir de la crisis. Nada de medicina, ni prolongadas sesiones con expertos en psicología clínica. Por mera casualidad (o causalidad), me topé con a un amigo, psiquiatra (quien fuese mi profesor en un postgrado) en un encuentro breve en una gasolinera. Luego de escucharme, él me dijo, que, en mi situación, nadie podía ayudarme, y si no ponía de mi parte, perdería todo, hasta mi familia. Sabía que estaba en lo correcto. La locura rozaba mi vida, emprendía una lucha existencial. Le debo una.

¿Por qué estaba en aquella situación?, ¿acaso, importa cuando se está? Déjeme decirle que sí.

En nuestros días, uno está expuesto a grandes presiones de todo tipo. Y al igual que en una olla de presión, si no se liberan, terminan por explotar. La mente no es la excepción. Uno necesita descanso, buenos nutrientes, y, sobre todo, apartarse de lo pernicioso. Así que, procuren lo que les digo. Además, busquen el amor en todo lo que hagan, es decir, que este sea su guía de acción, para que no alberguen sentimientos tóxicos que terminarán, al final, dañándoles. Persigan metas que vayan en armonía con lo que dicten su corazón, y no por lo que dicten los demás. Recuerden, puede que estén en un sanatorio donde la mayoría se crean cuerdos, y no lo estén.

Yo llegué a tan deplorable estado mental, por hacer caso omiso a lo que les estoy recomendando en el anterior párrafo. No sean necio, oigan consejos. Si te llaman loco, al menos, sé feliz. No confíes únicamente en tus propias fuerzas. Reúnete, en lo posible, con supuestos locos como tú. Desestima las críticas, eso sí, luego de una profunda reflexión sobre estas. Acepta, y actúa en consecuencia, las que resuenen con tu alma, y deja a un lado, las otras. No tengas preocupaciones que no estén a tu alcance. En tal sentido, habitúate a silenciar tu mente consciente periódicamente.

Quizás, te sigas preguntando, ¿cómo saliste del calvario en dónde estaba? Si en algo erró mi amigo, el psiquiatra, fue en que nadie me ayudaría. Pues bien, al día de hoy, encontrarme con la espiritualidad fue el camino para mi sanidad. El mundo materialista conspira en su contra, pero allí está, en nosotros mismos. Somos más que cuerpo y mente separados. Somos un alma, una con un propósito que escapa a nuestro entendimiento fragmentado. Reitero, no tienes que estar de acuerdo conmigo, ¿quién sabe si sigo loco?

Gracias por leer mis divagaciones.

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Invito a participar en esta iniciativa a mis amigos #felixmarranz y #enraizar


Un breve ensayo original de @janaveda

Imagen de John Hain en Pixabay


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Ramblings on mental health

In one of his satires, the Latin poet Juvenal expressed the well-known expression “... sound mind in a sound body”. However, for the sake of economy, in the use of words, the context is omitted: “We must ask for a sound mind in a sound body”; I wonder then: how many madmen roam the world in excellent health, pretending, without knowing it, to be sane?

On the other hand, whether we are insane or not? It seems to depend on the consensus that others have of our behavior concerning the apparent natural order of perceived reality. It is certainly desirable to strive for the sanity of the body as a prerequisite for a healthy mind. Until recently, it was believed in science that the mind was the result of biochemical and electrical processes rooted in the brain. Now we know about neurons in the digestive organs, called enterocephalons, which influence, among other functions, mood. This explains why a bad temper emerges when we are hungry. How complex we are! You know! In the past, materialists equated the brain with the mind. Now, what do you think, is this an erroneous assumption, is it not a simplification of our essence, and are we not then facing one of the enigmas yet to be solved?

What a problem, no!

If we want to talk about mental health, it is pertinent to understand what the mind is. Here, is the first stumbling block. It is said that the mind constitutes the faculties inherent to thought, to consciousness, and that which allows the exercise of free will. Please do not take what I say for granted, for I may be one of those who think one is sane, and one is not? If you ask a so-called insane person about his condition, he will, in all probability, tell you that he is not. Imagine you are in an insane asylum, where for some absurd reason the insane dominate and are in the majority, and you... are among them. What would happen over time? Would you join them, or would you stand aside, unscathed?

Enough! This argumentation will lead us to a philosophical, rationalistic disquisition, to an attempt to understand the mind, the consciousness, and the soul; moving away from what the title of the present digression suggests. Rather, I want to focus, now, on sharing in the experiential, and assume that I enjoy tranquility and sanity to be able to give you simple advice to maintain mental health. But first, let's agree on the distinction of pain, that is, between physical and psychological pain, which emanates from emotions and feelings. The pain of a bruised finger from the blow of a hammer is different from the trauma of the loss of a loved one. Let's not go any deeper, I think you understand me very well.

Allow me, now, the anecdotal. In 2016, I was working in a large multinational in the logistics industry, with multiple responsibilities, as well as any other. Without being the dream job, the remuneration met the demands of the household until the great financial crisis (hyperinflation) exploded with force, and everything went down the drain. I remember the viral affection with its annoying post-nasal drip in the pharynx, falling into my throat, and the unpleasant sensation of clogged ears that anticipated the breaking of my peace and tranquility. I will try to describe in words what the doctors diagnosed me as a panic attack, and my wife, as insanity.

Imagine, all of a sudden, that restlessness dominates you; that it is impossible to lie down flat, giving way to insomnia; that the almost irresistible desire to walk without sense or direction, and at all times, exposes you to danger. With the passing of the days, that which he liked so much, becomes annoying, almost unbearable, for example, music. Their mind tends to empty, without obvious worries. They are aware of their surroundings, they do not have episodes of schizophrenia, and although they do not hear voices or ghosts, life is as if they were going through a lucid nightmare. Prolonged sensations for months that make them unable to work. In the process, they lose weight rapidly, dark circles under their eyes appear, and their faces become gaunt. Others wonder, “What's wrong with them, is there a serious illness?

The scenario that I wanted to convey to you, and through which I went through, clearly denotes a lack of sanity. In this sense, I consider it a greater folly to dissociate the mind from the body. We are an indivisible unity that transcends the visible. We are a projection of the spiritual on this plane of existence. Let us stay here so as not to enter into pyrrhic ontological discussions. In any case, you will ask me how you get out of the pit: medication or cognitive or psychological therapy, and how will this foreign experience help you?

Oh, my goodness! I had a hard time getting out of the crisis. No medicine, no long sessions with experts in clinical psychology. By mere chance (or causality), I ran into a friend, a psychiatrist (who was my professor in a postgraduate course) in a brief encounter at a gas station. After listening to me, he told me that, in my situation, no one could help me, and if I didn't do my part, I would lose everything, even my family. I knew he was right. Insanity brushed my life, I was embarking on an existential struggle. I owe you one.

Why was I in that situation, does it matter when you are? Let me tell you it does.

In our days, one is exposed to great pressures of all kinds. And just like in a pressure cooker, if they are not released, they end up exploding. The mind is no exception. One needs rest, good nutrients, and, above all, to get away from the pernicious. So, try to do as I say. Also, seek love in everything you do, that is, let it be your guide for action so that you do not harbor toxic feelings that will end up, in the end, harming you. Pursue goals that are in harmony with what your heart dictates, not what others dictate. Remember, you may be in a sanitarium where most believe they are sane, and they are not.

I got to such a deplorable mental state by ignoring what I am recommending in the previous paragraph. Don't be foolish, listen to advice. If they call you crazy, at least be happy. Do not rely solely on your strength. Get together, as much as possible, with supposedly crazy people like you. Dismiss criticism, after deep reflection on it. Accept, and act accordingly, those that resonate with your soul, and leave aside the others. Do not have worries that are beyond your reach. In this sense, get into the habit of silencing your conscious mind periodically.

Perhaps, you keep asking yourself, how did you get out of the ordeal I was in? If my friend, the psychiatrist, was wrong, it was that no one would help me. Well, to this day, finding spirituality was the path to my healing. The materialistic world conspires against it, but there it is, in ourselves. We are more than separate body and mind. We are one soul, one with a purpose that escapes our fragmented understanding. I reiterate, that you don't have to agree with me, who knows if I'm still crazy?

Thank you for reading my ramblings.

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A brief essay by @janaveda in Spanish and translated to English with www.deepl.com (free version)

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Buenas divagaciones @janaveda. Lo que llamamos "enfermedad mental", con sus etiquetas, no es otra cosa que convención social, como muy bien dices. En esta cuestión hay quienes como yo, no creemos en la existencia de las llamadas enfermedades mentales. Me gustaría saber como una mente puede enfermar, o por qué se llama enfermedad al o que no dejan de ser problemas de la vida...

Lo dejo aquí.

Un abrazo muy grande mi amigo.

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Hola, mi amigo @enraizar

Sí, estoy de acuerdo contigo. ¿Cómo endilgar a la mente cualquier tipo de enfermedad, si ni siquiera comprendemos que es la mente en realidad? Me gusta como las proclamas en problemas de la vida, aunque, yo las redefiniría en problemas de lo humano y sus límites.

Un placer, tener aquí tan acertado comentario.

Saludos.

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Me gusta la definición de "problemas de la vida", pues fue una definición muy sencilla que en su momento dio Thomas Szasz. El sentido de esa definición encaja con tu re-definición. Así que seguro que, con tu permiso, la usaré de aquí en adelante.

Abrazo.

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Hello Sir @janaveda

I also experienced something similar and got better with the help of a Teacher.

I am better than before, but still have more progress to make.

Thank you for sharing and best wishes.

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Hello, @chrisrice

Glad you're feeling better! Keep the joy and see the good in the world, no matter how adverse it may seem at times. Spend one day a week in being at peace, center in the highest you have, and rest. No worries.

I hope you come out of it all.

Greetings.

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¿Cómo te respondo?
Reincidente en llegar al estado de crisis, la última vez, me encerraron con los locos.
Camisa de fuerza y dopado hasta alucinar, el sueño forzado me devolvió a la realidad, pero los médicos decidieron tenerme bajo observación y medicación durante unos días.
No sé si más o menos loco que los otros internos, me distraje observando el comportamiento de los demás mientras trataba de presionar para que me liberaran lo antes posible.
Recuerdo un psicólogo ocupacional al que aburrí de tanto lijar madera, dos psiquiatras jugando al bueno y el malo, tratando de provocar comportamientos agresivos por mi parte y dos pirados muy simpáticos que se autonombraron mis escoltas, a un nivel, en que el médico no entraba en mi habitación sin que les hiciera un gesto de aprobación.
Puede ser motivo de risa, pero me sentí muy aliviado cuando me dieron de alta. Me fui sonriente y sin preocuparme porque los benditos escoltas vestían mis camisas.
Comparto la visión espiritual de la mente y aunque he recorrido diferentes caminos, siempre recuerdo los textos del sabio psiquiatra Mario Assagioli, de la escuela transpersonal y comparto la visión de que sí tenemos una mente subconsciente, conectada con los instintos, también tenemos un supraconsciente.
La azotea me gusta llamarlo. La conexión con lo superior. Los nombres dependerán de las creencias personales, pero resulta evidente la conexión entre tantas culturas, cuando apartamos el miedo y el odio manipulador presente en las religiones.
El discurso de los grandes maestros es coincidente. Pregunten a Anthony de Mello.

Y corto el rollo, un abrazo fuerte y hasta muy pronto.

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Hola, Félix

De tu experiencia, que muy valiente nos compartes, rescato que uno puede caer en el foso, pero con amor y ayuda, en especial, de lo alto, uno puede volver y seguir disfrutando el hermoso regalo de la vida.

Un fuerte abrazo mi entrañable amigo.

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